jueves, mayo 26

Nosotras...

Nosotras...                    
Nosotras las personas de origen trans, pasamos parte de la vida en calidad de espectadoras frente a ella, calidad que de una u otra manera tod@s tenemos y esta espera, lastimosamente en nosotr@s, puede llegar a ser mas larga que el ser representantes de la vida misma.
Para muchas personas con conflicto de genero la espera se inicia desde muy temprano.
Pequeñas criaturas esperando para jugar con las niñas como una niña más, esperando un bonito vestido para ponerse, una muñeca para su cumpleaños...Sin saberlo, han iniciado un largo camino del que solo saldrán cuando resuelvan el problema por si mismas, no importa cuanto demoren.
Sabemos lo común que es entre criaturas buscar la magia y esperar milagros, por ejemplo uno de los ruegos mas frecuentes es rezar a Dios para pedir la intervención divina y resolver nuestro conflicto de género hacia donde sabíamos que debía ser resuelto.
Y entonces vienen los años de espera como jóvenes, esta época se inicia llena de falsas esperanzas y termina en mayor desconcierto, es el período cuando vemos maravilladas y con el corazón rompiéndose de envidia, como las muchachas se transforman en mujeres mientras, nosotras, sufrimos la metamorfosis hombruna.
Cuando entramos en la juventud, los esfuerzos se vuelven algo mas prácticos, quizá si no me pude convertir en mujer, tal vez pueda ser hombre...si me meto a el ejercito...si me caso...si tengo hijos...si me...si me...
Lo más importante fuera de otras complicaciones en esta feroz disforia, es que se desarrolla  junto con una tremenda necesidad de intimidad.
Para algunas personas estar con la pareja adecuada disminuye la tensión de no participación y agrega un grado de acatamiento social que hace nuestra familia feliz. 
El problema sin embargo es que la persona trans, siempre caerá enamorada de la mujer que él quisiera ser y comienza a vivir su vida a través de ella.
Esta pseudo vida es caracterizada casi siempre por actividades secretas de travestimos.
La ansiedad y la depresión crecerán con los años haciendo de la vida un imposible real hasta la locura.
Hay quien se inclina por el alcohol o drogas para mitigar el dolor de vivir.
Si esta se vuelve insoportable, se recurre a el suicidio.
Aquí hay un patrón conocido y común.
El único camino para terminar con la disforia es estudiarla como cualquier otro problema que se estudia en la vida.
Aceptarse es una respuesta que debe estar basada en la realidad y lo posible.
 Las buenas noticias son que generalmente, lo posible excede las esperanzas.

                                                                Andrea Guadalupe

                                



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