miércoles, septiembre 30

5:07 de la mañana, historias LGBT.


 Tijuana BC Sep/009.                 5:07 de la mañana, historias LGBT.

 

 

Hay un espejo en mi habitación que cree saber más que yo, me mira y me recuerda quien soy. Acéptalo me digo mirándome a los ojos.

Cambio mis formas… Transformo estos labios resecos en suave y roja ambrosia; los cabellos rebeldes, en flameantes hilos de plata; los ojos vidriosos y oscuros, en vivaces espejos color café; el cuerpo, en deliciosas, sugestivas curvas; la piel áspera, en tersa y manejable seda; mi voz, en inconfundible melodía de un lejano atardecer… Me veo, diáfana, frente al espejo, y quedo satisfecha: la metamorfosis se ha completado.

Hace días que esperaba este momento, la habitación iluminada por las velas, las dos solas, mirándonos a los ojos, con curiosidad.

Sé que te sorprende verme así, con estos ropajes cubriendo mi piel cálida y transparente. Miles de veces lo has imaginado: éste el momento decisivo, la hora de ser lo que eres realmente.

Acércate, desnuda mi cuerpo pieza por pieza, deshaz estas vestimentas que resultan un estorbo para nuestro fin, y representemos el amor en su manera más natural.

Mis ojos brillan: me encantó verte arreglado como hombre, pervertido.

No cabe duda de que nos parecemos.

Mi vestido de mujer también me encanta.

Era lo que querías, ¿no?

Veo que estás más cómodo de esa manera..

Fuera de lo que se diga comúnmente, tú y yo sabemos que somos la pareja perfecta.

 

 

He dejado de ser hombre, y me siento feliz, por ser lo que soy: un ser sin ataduras, libre, desigual a todos los demás.

Nos conocimos en misa

Su mano me lanzaba entre espasmos y risas hacia la tensa rutina de nuestras miradas.

Me recompuse, besé sus sanguijuelas rosas y me fui.

No imaginé que pudiera ser tan divertido.

El sacerdote miraba horrorizado.

 

Siento que te vas, te estoy dejando escapar.

Algunas correos, apenas unas llamadas, poco tiempo juntas.

Me obligo a pensar en el por qué no me decidí, por qué te miraba de manera velada.

Me obligo a no recordar en tu cuerpo sobre el mío.

Y entre tanto, descubro el deseo y la impaciencia.

 

A veces no sé interpretar bien las miradas, aunque la de aquella persona,  rotundamente era una invitación a conocernos, a mi me había atraído desde el primer momento y aunque lo nuestro era imposible, ese último gesto parecía no dejar ningún tipo de duda.

Sé que me quiere, si la mirada es el espejo del alma, le encantan mis huesos y se expresaba sin importarle lo que piense la gente, no oculta lo que siente por mí por encima de todos los obstáculos que la sociedad nos pone.

Si pudiésemos hablar le propondría que nos casásemos ahora que se puede porque creo en el amor a primera vista.

No es fácil.

Si con las miradas pudiéramos hablar al menos... Me conformaría con que me pudiera mirar sólo que como ya dije nuestro amor es imposible.

Y apago la tele.

 

Me amó como yo la amé: En silencio, y quise despertar la voz para saludarla a los siete vientos, sólo que no, amé en silencio, ahí nadie puede contaminar lo creado, lo magnífico, lo perpetuo, lo sublime...lo lindo.

Me quedo con lo que nadie puede ver desde mi corazón.

Me quedo... con mi silencio.

 

Ustedes son lo que quieren ser, déjennos a nosotras ser lo que somos.

 

La maestra es buena: enseña de manera correcta, nos ayuda en los exámenes, nos infunde modales y valores, nunca la he visto molesta, casi siempre sonríe y te mira a los ojos con una mirada tierna, comprensiva.

 ¿Será por eso que me gusta tanto?

Tal vez… He pensado seriamente en descubrirle esta pasión que llevo en mi pecho hace ya varios meses.

Aunque, la verdad, no sé cómo tomará esta declaración de una niña de diez años como yo.

 

Somos mujeres en este momento.

Tomadas de la mano recorremos la ciudad, vagamos por los parques y las calles desérticas, cruzamos avenidas, observamos a quienes nos observan con escándalo, con disgusto, algunos con burla.

 Continuamos nuestro recorrido; llegamos al malecón, contemplamos el mar, su choque constante contra las rocas, las gotitas que saltan en el aire y caen cerca de nuestros pies desnudos.

Vagamos por la arena cálida de una playa cercana y nos desnudamos frente a la tarde anónima que esconde su rostro tras las colinas grises.

Exploro tu cuerpo ardiente e inquieto que me pide un atrevimiento, una súplica desesperada. Mis labios, independientes, besan cada espacio de tu cuerpo, siguen el trayecto que dibujan tus médanos de carne y hueso y transparentan los rayos solares que ya desaparecen.

Ahora eres tú y me conviertes en la selva virgen que buscas, nos sumergimos en un río que no cesa de fluir y salimos a la superficie, aspirando el aroma del placer en su etapa final.

Somos seres humanos contando nuestros detalles más minúsculos al crepúsculo, aventuras pasadas, verídicas o imaginarias,  somos así: mujeres que juguetean con su sexualidad, que se extravían por la atmósfera cálida de un tiempo que transcurre, seres que se suman a un mundo que divide su orden.

Así somos: libres como el espacio celeste.

 

Cuando por fin llegan a casa Malhechor, Malgastar y Va a asaltar dejan sus coronas y sus mantos en el perchero y cada uno de ellos simula la sorpresa de encontrarse con el regalo de los otros dos.

Este año, Malhechor y Va a asalta le han traído a Malgastar un nuevo aceite corporal, con sabor a frutas, que todos están ansiosos por probar.

Se miran dulcemente a los ojos, se toman de las manos para pasarse al dormitorio

 

No me gusta hablar del pasado, no me gusta ver el brillo de mis ojos sólo en fotografías viejas, no me gustar recordar..... No me gusto; no desde este presente ingrato que destruye mis recuerdos y los convierte en imágenes manoseadas de tanto acudir a ellas.

No me gusta la cuerda floja por la que camino cuando te recuerdo.

No me gusta vivir una vida prestada, no me gusta dar explicaciones de mis acciones cuando nadie las puede comprender.

 No me gusta la gente con una mueca permanente en su rostro, manías de una.

Reglas de supervivencia para no caer en el abismo.

Soy mujer y hace más de un año que no comparto mis noches con mi dama, que su olor no se enreda en las cortinas y su risa no se oye en el baño.

¿Por qué?  

Una voz artificial anuncia mi marcha.

Un brillo de tus ojos celestes se te escapa clandestinamente.

A mí llega arbitrario y solo sirve para recordarme que entre ambas hay tierras secas, viento cálido y un río hecho de llanto.

"No puede ser" te oigo decir.

Tan solo tres palabras, qué fuerte me golpean.

El impacto se coincide con este sol para derribar mi montaña construida con piedras de entusiasmo.

La voz metálica llena otra vez el aire de urgencia.

El fragor de la caída me expulsa de nuestro sueño.

El polvo de los desechos casi me ciega, llenando mis ojos con restos de realidad implacable.

No caeré, no caeré, me sujetaré a tus susurros horizontales.

No caeré, me sostienen los versos que me pediste leer: "no es el amor lo que muere; morimos nosotras"

 

5:07 de la mañana.

Aquel hombre no para de dar vueltas en la cama.

 Se ha despertado y no puede volver a dormir.

Está impaciente por recibir su regalo, está nervioso por si  no llega.

No puede esperar más, lleva demasiado tiempo esperándolo.

Se queda un rato mirando a su pareja, que como cada noche está en la cama a su lado con su eterna sonrisa, no sabe dormir sin él.

Se imagina que esta soñando algo bonito.

Lo abraza e intenta volver a dormir.

Poco a poco va pasando la noche.

 Son las 8:47 y ya no puede esperar más, lleva toda su vida esperando.

Se levanta y pone la tele muy bajita. Su pareja parece seguir soñando feliz.

Por fin llega el momento: votos a favor 187.

Una gran sonrisa ilumina su rostro, tiene 57 años y vive con otro hombre, su pareja, como le gusta llamarle, desde hace más de 30.

Por fin se van a casar. Andrea Guadalupe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
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                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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domingo, septiembre 27

Que el hasta pronto, no tarde


Tijuana BC Sep/009.                Que el hasta pronto, no tarde

 

Cuando termino de escribir, me gusta pensar que lo que  acaba de nacer ya tiene vida propia,

Que llora, patalea y ya tiene quien lo quiera.

Que lo acunarás en tus brazos, que ha nacido con algo de ti y de mí en sus rasgos, en la forma en que sonríe, en cómo nos mira asombrado.

Que va a crecer libre y sano llevando nuestro mensaje, transportando en sus pupilas la luz de otra historia que extienda nuestro afecto.

Terminó el momento de introspección, volví renovada, con fuerzas, con nueva apariencia y mentalidad.

He cortado mi melena, y al inverso de Sansón, me siento mejor.

Las aguas vuelven a su cauce, aunque por un sendero distinto, diferente, extraño, sólo que a su cauce.

La decisión de vivir en paz, antes que ser feliz la he tomado, es mía y no voy a renunciar a ella.

Por vanidosa que parezca, me lo merezco.

Lo sé, y voy a ser firme en ello.

Y si alguien no está conforme, que de un clic en mi vida y no vuelva nunca.

Hay momentos en la vida en que cuando llueve furiosamente, de repente, sale el sol.

Y entonces se forma el arco iris.

La vida es, sin lugar a dudas, una montaña rusa.

Cuando te abres y revelas lo que llevas dentro, evolucionas, creces y llegas a la cima.

Después, ocurre algo, y vuelves al fondo de la curva, aunque por suerte ya sabes que existe la cúspide, puede ser que no la veas, sólo que está ahí.

Y si, descubrí que después de tantos años y de todo ese sentimiento, el argumento volvió.

 Y ahora sé que tú también, y aunque la vida de todas formas, a veces la realidad te pega la bofetada, ahora tú, me pegaste el guantazo.

Y no me importa, me he dado cuenta de que me niego en rotundo a sucumbir.

 Me niego, estoy en paz, estado más duradero y estable que la felicidad.

Y nadie me va a poder arrebatar eso, al menos de momento

Y  a veces, creo que los astros se alinean, a veces, soy capaz de imaginar que eres tu quien pareces esperar que lea entre líneas, a veces, dudo sobre lo que siento, y a veces, no se que hacer.

Este es pues, mi momento, llueve, si, sólo que el sol se deja ver a través de las negras nubes.

Y empieza a no asustarme nada.

Oficialmente, este día domingo, me he decidido y no voy a permitir ni a consentir que nadie pueda impresionarme teniendo como arma a los prejuicios, no voy a permitirlo.

Me niego, soy y desde que existo, una mujer fuerte, aunque no creo que sea políticamente correcto expresarlo de este modo, sin embargo en este momento, me parece lo más apropiado.

Y no tengo intención de que esto cambie.

Y al tercer día Dios creó al dinero, y el cuarto los prejuicios...

Hoy, después de varios días en pendiente elevada, ha llegado el bache.

Involuntario, rudo e impactante.

Llegó en forma de delincuente, con sus amenazas correspondientes, evidentemente.

Y una vez pasado el momento, todo volvió a la normalidad; el ambiente quedó igual que una playa tras un tsunami, tranquilo, sólo que terriblemente desértico.

Reinaba el silencio y no había paz, no había movimiento, sentimiento, ni ningún tipo de color.

El color, se marchó de mi día.

Y una vez más, me encontré en una película de cine mudo: Agotada…

Intente levantar mis pies del suelo, y no me resulto posible.

Intente caminar, y no me siento capaz.

Intente alegrarme, mirar la vida con ojos nuevos, y descubrí que estoy sin fuerza.

Intente… intente, y no parezco exponer en la frecuencia correcta.

¿Estoy estropeada?

Creí ser capaz, creí que sería posible, aunque  no, sin tener nada que contar, nada nuevo que decir…

No encuentro valor en las palabras vacías que solo sirven de relleno.

No lo veo, lo siento.

Sólo quisiera comentar, que ahora con un cariño rota en vías de recomposición, tengo trazas pobres y grises, perspectivas al fin y al cabo.

No son demasiado alentadoras, aunque son las únicas que tengo.

 

Es lo que me saca de quicio, pensar en tantas cosas, imaginar, componer historias enteras en mi mente, y que pobremente se escapen por la puerta de atrás sin encontrar la salida que merecen.

Es triste, y mientras eso ocurra, mientras salgan por la puerta de atrás, estaré ausente, entre el bien y el mal; entre la espada y la pared.

Ahora, aquí, me despido hasta que el día sea noche y la noche sea eterna

Solo escribo hoy para dar las gracias, a todos, y a nadie, al mundo y a ti en particular.

A ti, que lees mis penas, y ríes mis alegrías, a ti que siempre estas ahí, aunque yo nunca lo sepa.

Un beso, y que la vida te de todo lo que te mereces, no, que te de más, que será lo que de verdad mereces.

Saludos y que el hasta pronto, no tarde. Andrea Guadalupe.

 

 

 

 

 

 


                                              Andrea Guadalupe.

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Para no olvidarte, para que no me olvides.

Tijuana BC Sep/009.   Para no olvidarte, para que no me olvides.

 

 

Un beso es magia empaquetada para llevar, práctica, sencilla, portátil, económica, inestable, locuaz y puede durar tanto o tan poco como se deseé.

Significa; Hola, adiós, te amo, lo siento, me embrujas, felicidades, necesitamos tiempo, cuídate, volveré pronto, buenas noches, no te marches… Y puede generar estados de ánimo tan diversos como las raíces del mismo.

Es una descarga eléctrica, un baño de burbujas, una luz brillante, oscura privacidad, es sexo, es amor, es miseria, es esperanza, es vida, es muerte, es dolor, es furor, es la más maravillosa aventura del ser humano.

Es cierto que el primer beso esta sobrevalorado, aunque el primer acercamiento voluntario a la intimidad, no es siempre el mejor.

Se requiere experiencia y tiempo de vida para valorar el verdadero significado de los besos.

Muchas veces los mejores suelen ser aquellos cargados de amor e impaciencia, aquellos que no pueden vivir un momento más en la soledad de una boca.

Ellos recorren mi piel con un leve temblor, la hacen hervir, la hacen congelarse, la hacen desear al mismo tiempo que te detengas y que sigas.

Son esos intrusos que atraviesan la puerta de mi habitación, trepando por la cama a mis manos, mis piernas, mi vientre, mi rostro… me marcan como tuya dejando huellas de labios a su paso.

Mensajeros que se encargan de que no te olvide ni por un instante, de que no piense en otros besos.

A pesar de la creencia popular, olvidar es bastante sencillo, digamos que yo quisiera dejarte  entre renglones, cielo.

Tendría primero que olvidar tu cara, olvidar esos labios tan seductores a los que alguna vez me vi rendida, esos ojos de luz negra, de miel oscura.

Después deberé deshacerme de las mariposas y los nervios cuando ponías tus manos calientes sobre mis pechos, borrar completamente de mi memoria tus labios.

 Enseguida, olvidar tus manos delicadas entre las mías, tu cuerpo  junto al mío.

Olvidar que te adoro como un fiel a su dios, como las amarillas girasoles a la luz, como las estrellas a la luna… después de todo, es sencillo olvidar, es solo el enorme precio lo que nos lo impide: yo tendría que pagarle al olvido por cada una de mis sonrisas y la mitad de mis días para, apenas así, ponerte fuera de mis pensamientos… ¿Cual será el precio para dejar de amarte entonces, cariño mío?… Me da terror siquiera pensarlo.

El día de hoy, recorro las complicadas calles del mundo con mi canasta de ternuras colgada del brazo, en ella guardo las flores que he de repartir entre las personas para librarlas de la repetición de sus vidas.

Mis flores no las vendo, fueron presentes de la tierra en agradecimiento por mis cuidados. Prefiero regalarlas a quien las pueda necesitar, agradeciendo a quien las recibe de todo corazón por mejorar el mundo, mi mundo, con su existencia.

Por más fuerte que pueda ser la tormenta, por más gris que el cielo se vuelva, por más difícil que resulte a veces la vida, existen quienes se quedan a vivirla, es a esas maravillosas existencias a quienes son destinadas mis simpatías.

Me acompañan las margaritas blancas: custodias de los deseos infantiles; las rosas rojas: besos vegetales de quienes se aman; las orquídeas púrpura: sueños dulces de aquellas que se atreven a luchar por ellos; los narcisos amarillos: parodias de belleza y crueldad del universo; los grandes alcatraces: para los amores eternos y enigmáticos; los tulipanes rosas: reflejos vivos de que la inocencia aún no muere.

Las conozco bien: las regué y cultivé desde que eran palabras; las protegí de las heladas y las sequías hasta que se convirtieron en lo que son.

 

En el fondo de mi realidad, escondidas para la vista tradicional y lejos de cualquier mal que pudiera hacerles daño, guardo con especial cariño mis flores más fantásticas.

Aquellas de las que no descubrí que estaban vivas, hasta que comenzaron a florecer.

Disimuladas malas hierbas, que por más que me propuse en arrancar, siguieron ahí hasta que aprendí a amarlas y a descubrir que eran flores tan bellas como ninguna otra.

Aquellas que se alojaron en mi cuerpo y echaron raíces en mis venas, se alimentaron de mis lágrimas y mi sangre, por mis ojos conocieron la luz y por mi pasado la oscuridad.

Las hay con hojas de estrella y pétalos de sol; otras, tienen a la luna tatuada en las negras corolas; hay algunas que abren y cierran sus pétalos variados de manera que, si no estuviera segura de que son sólo flores, creería que se trata de mariposas que ha quedado atrapadas en el tallo de algún recuerdo.

Hay flores de oscuridad, hay flores de momentos tatuados con fuego, las hay noches heladas y las hay de horas secas que crecieron entre lagrimas y aquellas que surgieron de rabias y locuras, algunas enormes, otras diminutas.

Son todas diferentes y son tantas que perdí la cuenta.

Estas no tienen el mismo trato por que sospecho que no son vegetales, sino que tienen algo de humano en ellas, igual, no las vendo, aunque tampoco las regalo: las intercambio por otras igual de hermosas, sólo que totalmente diferentes.

He recibido a cambio de ellas tesoros increíbles: un beso mágico que abrió mil puertas, no solo una, un demonio sádico que dio vida a un ángel de alas blancas y puras, un sueño hecho realidad y el alma perfecta envuelta para regalo, entre otras cosas igual de fantásticas.

Les dejo una de mis flores, aquí, abierta, primorosa y llena de luz.

Les dejo un sueño, el que ha guiado toda mi existencia desde que puedo recordar.

El sueño que me nutre y me da fuerza para seguir adelante cada día de mi vida, que es la raíz de todos mis sueños y sin el cual moriría de pena.

Esta flor no debe morir, debe ser regada a diario con mil palabras sinceras, podada con críticas y memoria, trasplantada con retos y experiencias diarias, y, sobre todo, debe tener espacio para crecer tan grande como quiera, de otra manera, morirá fatalmente.

 

A cambio de esta fortuna, no pido nada.

El tiempo se encargará de decidir, por mi o por ti, cual será el pago justo por mi tesoro más valioso, tal vez me des una flor especial de tu jardín, o una mariposa, o la pluma del ala de un ángel, quizá algún día llegará a ti una semilla invasora, crecerá en tu piel, tus pulmones, tu corazón o tu cerebro, no la podrás quitar de ti hasta que florezca y sea la más bella flor de tu jardín; puede ser que algún día la regales, como yo, a alguien que te dé un tesoro por ella y hagas de mi mundo, un lugar mejor para crecer.  

                                                                      Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

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domingo, septiembre 20

Un puñado de oxigeno.

Tijuana BC Sep/009.   Un puñado de oxigeno.

 

 

Hoy he pasado un día muy agradable gracias a mi hijo, y gracias también, por qué no, a mi soledad.

Acabo de pasear con mi soledad de la mano, y ella misma me ha vuelto a recordar que las personas no estamos tan solas como creemos, al fin y al cabo nuestra soledad estará eternamente a nuestro lado.

La soledad, por fortuna para unos y por desgracia para otros, nunca nos deja por otr@,  nos es fiel, aun siéndole infiel, ella siempre está esperando, y jamás guarda rencor.

Es la única que esta a nuestro lado en los peores momentos, y es la única que soporta no estar en los mejores momentos.

Es nuestro "segundo plato", y nosotras siempre nos sentimos avergonzadas de ella, aunque es simplemente porque nunca nos hemos parado a conocerla, siempre intentando buscar nuestra felicidad fuera, en el exterior, con otra persona a la que creemos más capaz de hacernos feliz que a nuestro propio yo, a nuestro ego, a nuestra soledad, a nuestro ser mismo.

Me doy cuenta de que a veces no nos detenemos a pensar en que los complementos más importantes y las situaciones que más nos hacen felices están justo a nuestro lado, sentados con nosotras cada día, cada mes, cada año, esperando un afortunado recuentro, y nosotras, ilusas, buscamos a esa persona tan especial, en seres distantes, y no nos damos cuenta que no hace falta viajar tanto para encontrar lo que necesitamos, con vagar a veces es suficiente para darse cuenta de que las mejores detalles de la vida, son las que creemos las más insignificantes.

Espero poder pasar más momentos como hoy, junto a  mi hijo y por supuesto, con mi soledad.

 

Andaba yo sumergida en mis pensamientos de camino a la casa cuestionándome sobre por qué últimamente tenía tantas ideas y tan poco tiempo para escribirlas.

Me gusta mucho escribir, sólo que por desgracia tengo que invertir gran parte de mi tiempo haciendo otras cosas, como por ejemplo, trabajando, atendiendo la casa o simplemente descansando..

Estaba yo manejando mirando la carretera sucia y desgastada que parece rociada de hoyancos cuando empecé a echar cálculos.

No soy muy dada a distraerme con las matemáticas y los cálculos al manejar, sólo que la situación requería un esfuerzo.

Me dije a mi misma: invierto diariamente unas diez horas laborando, y dos horas para ir y venir de él trabajo, cuatro horas en la cocina  y haciendo los deberes y demás necesidades vitales, por lo que empleo 16 horas en hacer cosas que me absorben.

Después me paré a pensar en las horas que utilizo para dormir.

Normalmente me acuesto a las 10.00 de la noche, y me levanto a las 4.00 de la mañana por lo que empleo seis horas en sosegarme.

Si mis cálculos no me fallan, en total gasto veintidós horas en hacer cosas que me apartan de la escritura.

De esas horas que utilizo, me quedan tan sólo dos hora para completar el día.

¡Ojala el día tuviera veintiocho horas!

Sólo que no, el día tiene veinticuatro horas, y de esas veinticuatro horas sólo dos escasas horas para poder desahogarme escribiendo aquello que pretendo que lean.

 

Entre tantos pensamientos y cálculos atravesé la cortina de la presa Abelardo L Rodríguez aquí en Tijuana, cuando, cual fue mi sorpresa al mirar en el tablero del pick up, que la aguja de la gasolina indicaba tanque vació.

Me quede helada y paralizada, la gasolinera para recargar se había quedado atrás.

En unos instantes más el motor tosería hasta detenerse, me imaginaba la incomodidad de viajar en transporte público soportando el rechazo del conductor y pasajeros por el olor de la gasolina.

Continué a la máxima velocidad que  el camino me permitía, sentía a cada instante que me quedaba tirada en carretera.

Por fin llegue a la estación de servicio más próxima donde me sentí cansada en uno de los bombas despachadoras y comencé a escribir ideas absurdas que una vez más me habían hecho perder un poco más de mi precioso tiempo.

Es increíble poder disfrutar del placer de sentarme  y ponerme a relatar, a escribir esas cosas que me pasan por como una luz al final de un túnel oscuro, y de esa forma, expresarme, sin tener que medir las palabras y actuando de una forma libre y totalmente propia.

Sólo hay algo que es todavía más satisfactorio que eso, es el placer de leer cada uno de los comentarios.

Un día, no recuerdo bien por qué, me gano el deseo de expresar lo que creo y lo que siento, y qué mejor forma que intentando mostrar aquellas cosas que fluyen por mí ser con vida propia.

Siempre que el tiempo me lo ha permitido, he intentado dejar aquí, un poquito más de mi ser y de mi yo, un poquito más de ese sentimiento que noto que necesito sacar y mostrar al exterior, un poquito más de esa rabia que me lleva a escribir todo aquello que veo, oigo y que siento, aquello que afortunadamente o desafortunadamente paso, y que por lo tanto vivo.

No me hubiera podido imaginar que mi voz, mis palabras, pudieran influir a la gente, cada uno de sus comentarios, es un puñado de oxígeno en mi vida, un puñado de fuerza y animo para seguir escribiendo.

Es bonito ver como pasan los días y como cada día sigue ahí esa pequeña parte de ti que todo el mundo con un simple clic puede ver y visitar, y también, por supuesto, opinar y contradecir, que espero que se multipliquen por más y más entradas donde poder decir simplemente lo que mi corazón y mi alma me susurran.

Mientras que exista este sitio, existiré yo, y por tanto parte de mí ser y de mis sentimientos estarán aquí junto a cada uno de los que de vez en cuando transita este lugar y comparten parte de sus palabras y de su ser con los demás.

Todavía queda mucho por decir, y mucho por escuchar.

 

Gracias Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

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Tijuana BC Sep/009.                  Atracción espontánea.

 

 

Siento un calor insoportable, tanto que las yemas de mis dedos se pegan a las piezas del teclado y me impiden escribir.

 No puedo aguantar más este tiempo, es una extraña presión que noto que necesito despedir y que veo que posiblemente jamás podré.

Tal vez no sea sólo calor.

Tengo  el día pensando en ti.

Recuerdo perfectamente la primera vez que te vi.

No puedo parar de recordar aquellos instantes.

Tenía tantas ganas de verte que ahora que no estoy a tu lado me imagino que actúas en el teatro de mi corazón de actriz; sí, de artista y ahí estoy: sola, sentada en la primera localidad de la primera fila, observándote sin apartar ni un instante la mirada, observando y sonriendo de alegría, de entusiasmo, de felicidad; reproduciendo cada escena de aquel día que pasó.

Recordando cada movimiento, cada sonrisa, cada mirada.

Cada surco de tu piel o cada hebra de tu cabello.

Encontrándome de nuevo con tu mirada y adivinando en tus ojos, descubriendo un nuevo mundo, una nueva vida, descubriéndote a ti. .

Ese día fue muy especial para mí, lo fue porque descubrí algo que jamás había desenmascarado.

Yo creo en la soledad, en mi ego, en mí.

Hasta que llegaste tú y la creencia se arrastro por el suelo y se perdió entre tanto calor.

Nunca pensé que llegaría ese día, yo era feliz conmigo misma y con mi soledad, sabía que no necesitaría más nada si estaba con ella, aunque no sabía cuanto tiempo duraría su compañía.

Ese día lo supe.

Mi soledad se fue, desapareció, se perdió… llámalo como quieras, solo sé que no he vuelto a saber nada más de ella desde ese día.

Aquí estoy, sola, completamente sola, y tú estás ahí, lejos, demasiado lejos.

Cerca., no tan cerca como desearía.

Eso es todo, me abandono, jamás había echo algo así, un buen día, aquel buen día, desapareció. Sé acabaron los largos paseos tomada de su mano, las preguntas que me hacía y los buenos recuerdos que las dos guardábamos.

Todo se esfumo, y se esfumo ese día, por ti.

Antes de irse, mi soledad me susurro unas palabras al oído, unas palabras que nunca olvidaré y que siempre permanecerán  junto a mi: "La soledad es y será siempre tu mejor acompañante, la soledad no es ausencia de compañía, si no abundancia, sólo que la soledad es incapaz de hacer sentir lo que nuestro amigo el amor te hará descubrir"

No dijo más, en voz baja y lentamente susurro a mi oído sus últimas palabras y se fue, voló tan alto que la perdí entre la inmensidad de las nubes.

Jamás pensé que me dejaría, aunque poco a poco voy descubriendo que la soledad no es eterna. Y aquí sigo, sola,  buscando una salida, buscando liberarme de esta cadena que me ata y que no me deja salir.

Tal vez mi soledad se fue porque sabía que ya jamás volvería a necesitarla.

Ese día encontré una nueva compañera, una nueva aliada, una nueva amiga, cualquier sobrenombre es valido.

Ese día te encontré a ti.

Vi en tus ojos lo que nunca he visto y lo que ahora no puedo parar de ver…Amor.

En cuanto te vi, supe que tenía que conócete.

Fue una tarde paseando por las calles de la ciudad, yo caminaba sin rumbo, intentando huir de mi soledad, cuando ella se cruzó en mi camino.

Caminaba despacio con la mirada perdida en el suelo.

No sabía quién era, no sabía cómo se llamaba, sólo que me atraía.

Es difícil explicarle a una desconocida que, te sientes atraída por ella.

Que desde que la has visto, no has podido apartarle la mirada, que cuando camina, desprende una fragancia que se apodera de cada parte de tu cuerpo y te vuelve frágil.

Que no es amor a primera vista, aunque tampoco a segunda, que simplemente, es una locura.

No me podía irme sin conocerla, si dejaba pasar esa oportunidad, jamás volvería a verla.

Tenía que conseguir que se fijara en mí y creyera que todo había sido de forma casual.

La seguí a unos tres o cuatros metros de distancia.

Únicamente le veía la espalda, y era tan hermosa…  como si el mundo a su alrededor no le perteneciera y viviera en un mundo imaginario donde sólo existía ella.

Minutos más tarde, se detuvo en una tienda de ropa, después de mirar el aparador, entró.

Había llegado a su destino.

Esperé un momento fuera, para no levantar sospechas, poco después entré en la tienda.

Cuando entras a una tienda de ropa para mujeres, eres consciente de haber dejado el mundo habitual y ocupar un espacio fantástico, que tú y nada más que tú, controlas.

Las tiendas de ropa interior femenina son semejantes a los cines porno.

La gente jamás levanta la vista para observar a los demás.

Las compradoras habituales no acudimos en grupos, sino individualmente, bajo ideologías y vestimentas que sólo nosotras entendemos.

Fue directa a uno de los anaqueles que estaban situados a la izquierda de la tienda, anduvo buscando entre las gavetas y al rato, con una sonrisa en los labios, sacó un fino ejemplar.

Parecía muy feliz, como si hubiese encontrado un tesoro, un diario secreto o un boleto ganador de lotería.

Soltó la lindura de camisón  durante un instante, mientras acudía a preguntar algo la dependiente.

Fue entonces cuando entré en escena y me convertí en protagonista de aquella historia, era mi oportunidad, mi única oportunidad.

Con paso ligero me acerqué al estante y como quien no quiere la cosa, tome cuidadosamente el modelito que la chica acababa de devolver a la estantería.

En cuanto las finas telas y encajes tocaron mi mano, la chica dejó de hablar con la dependiente y se acercó, algo triste, hacia mí.

Oye, oye, eso es mío, dijo con la mirada clavada en el camisón mientras se acercaba a mí.

¿El qué? Dije haciéndome la tonta.

Eso, gritó, señalando la ropa.

Lo siento, lo voy a comprar, le contesté

No, por favor, no… dijo con tono preocupado,… lo tenía yo…sólo he ido un momento a preguntarle la dependiente el precio.  

Observé el camisón, que por cierto era de estilo juvenil, fresco, lindo, y fingiendo contesté:

Bueno, mira, podemos hacer una cosa.

Tú lo compras, le dije mientras le entregaba la prenda y yo te invito a tomar un café, ¿te parece?

Ella Sonrió.

La acompañé hasta la caja y después de pagar, salimos de la tienda.

Por el camino me dijo que le había salido más caro de lo que pensaba.

Le contesté que a quien le había salido caro todo aquel asunto era a mí, que encima tenía que invitarla a tomar un café.

No dejaba de mirarme mientras hablaba, cuando nuestras miradas se encontraban, ella apartaba la suya rápido, como si sintiera vergüenza.

Nos sentamos en una cafetería.

Tenia unos ojos cafés de un brillo intenso; un pelo rizado marrón, recogido en un perfecto moño.

Sus labios parecían arcilla maleable a los que una artesana disfrutara dado forma.

Imaginé como las yemas de mis dedos formaban sus bordes.

¿Tengo algo en los labios?, pregunto limpiándoselos con una servilleta.

 No, no… respondí con algo de vergüenza, los estaba mirando, son preciosos.

Se sonrojó un poco.

Las dos reímos, me miró y me expuso una pregunta que le había estado rondando por la cabeza desde que nos conocimos.

Y tú,… ¿en qué crees?

¿En qué creo?, repetí sin entenderla muy bien

Sí, todo el mundo cree en algo: en Dios, en el dinero, en el amor, en el sexo, en el triunfo…

En algo tienes que creer.

Yo creo en la atracción espontánea, respondí.

¿Y eso qué es?

Me acerqué a darle un beso y nuestros ojos se cerraron mientras mis labios, desesperados y hambrientos, comenzaron a moldear los suyos apasionadamente…

 

Andrea Guadalupe.

 

 

 


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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