Nov. 2013. ¡No moriré
hoy!
Apenas ayer estaba pensando en el impulso incontenible que
nos lleva siempre a estar pensando en la muerte de manera negativa, reflexión
que involucra las diferentes proyecciones hacia el futuro que hacemos
constantemente durante nuestro día: desde el momento que estamos eligiendo
nuestra ropa por la mañana, al beber el café que ha de rescatarnos del sueño
que todavía flota sobre la frente, al salir de casa y arrojarnos sobre los
compromisos y tareas a cumplir.
La muerte me recuerda a cada momento que está al final de
cada esquina, los noticieros, el comentario de mi amiga sobre la muerte inesperada
de otra amiga.
El resumen de la vida se filtra de manera contundente sobre
nosotr@s, y acercamos el rostro a la única certidumbre que tenemos entre las
manos y que es la propia muerte, aún sin saber ni el día ni la hora de su
llegada.
Lo que también me puse a pensar es en el temor a la llegada
de ese último respirar, a la última vez que contemplaremos a quienes amamos,
que vamos a saborear de nuestro platillo favorito, todo lo que nos dulcifica y
ata a la vida no tiene porqué detenernos de sumergirnos en el presente con toda
la potencialidad que late dentro de nosotr@s.
No podemos poner oídos necios a abrazar la vida, este día,
este momento, cerrando los ojos a la belleza que existe a nuestro alrededor aún
en la enfermedad, la tristeza o el dolor.
Nuestra naturaleza está más allá de estos cuerpos condenados
a desaparecer.
La alegría de la vida con todas sus posibilidades de cambio
está siempre presentes ante nosotr@s y mejor aún, dentro de nosotr@s.
Los sabores de las frutas, los diferentes azules del mar, el
cielo que modifica sus tonalidades a los largo de las horas para enseñarnos que
no somos estátic@s, que debemos movernos como agua de río y ajustarnos a los
diferentes cauces, lluvia y tormentas sobre nuestras espaldas. Somos cambio y
abrazamos nuestra vida con totalidad, sin suspirar por un pasado que nos
detenga y nos atormente el presente, nacimos para vivir bien y morir bien,
content@s con este día: tranquil@s, amig@s de lo imposible.
Ya sé que resulta difícil embarcarse en el presente, ir
contracorriente y decidir estar bien no importa lo que traigan las horas o el
mañana.
Trato de ver el mejor rostro del día, me siento agradecida
con este momento.
Creo firmemente en que no tenemos que vivir situaciones
límite, para retener con alegría y esperanza cada minuto.
No hay que estar muriendo durante el día, arrojémonos a lo
que amamos: salir a correr al desierto, bailar hasta que duelan los pies,
cantar en la regadera, comer saboreando cada bocado, abrazar a un amigo,
ofrecer un regalo sólo porque sí, escribir :te amo, sin miedo, besar, vestirse
con colores brillantes, sentarse en una banca a ver pasar a la gente, apreciar
con ojos de turista nuestra ciudad, dibujar, andar sin zapatos, escribir, ceder
el paso, esperar nuestro turno sin amargarnos…
La vida es corta, siempre será corta.
Aunque se prolongara, siempre habrá en el tintero algo que
hubiéramos hecho.
Ayer como a las siete y media de la tarde estaba soplando un
viento fresco, sólo que ya traía en mente la ilusión de meterme al mar, comencé
a caminar por la playa y sentía en mi espalda el aire frío, mis pies y todo mi
cuerpo despertó con el agua helada en la que poco a poco empecé a avanzar a
mayor profundidad, luego el frío fue desapareciendo y un minuto más tarde
estaba flotando entre las olas, yo, la única persona a esas horas en el mar con
una alegría que me reventaba el pecho, regresando a una paz original, la de la
infancia.
Olvidé lo que era el tiempo y disfruté de la vida, la
aprecié y la bendije.
Pensé que estaba en nuestras manos la decisión de vivir o
morir en el instante que lo deseáramos.
¿Cuántas personas mueren a diario en su odio, en su temor a
realizarse, en su frustración, egoísmo, envidia?
Por lo mismo, decidí que habría de conjurar como tantos otr@s
que aman la existencia con todos sus defectos, que no habremos de morir, que
necesitamos vivir y experimentarlo todo, clarificar el presente que se nos ha
concedido y sólo por este instante no vamos a morir, viviremos porque estamos
habitando a plenitud nuestro tiempo, no negamos nuestras limitaciones, nuestro
amor nos hace perdurar aquí y ahora, que es el único tiempo del que tenemos
plena certeza.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde cierro
mis ojos y digo: ¡No moriré hoy!
Andrea Guadalupe.