miércoles, mayo 25

Hadas y trenes.

Tengo una red, hecha de fino encaje que uso para cazar hadas, la tomo con la derecha, y la lanzo al aire mientras abanico con la izquierda.
Como quien se despide, aunque me han dicho que las hadas entienden esa señal, no como un adiós, sino al contrario, imaginan que alguien las llama desde la cola de un tren que acelera y no hay manera de pararlo.
Huyen las hadas de quienes se quedan en los andenes, que son quienes realmente dicen adiós.
Cuando se mueve la mano, las hadas llegan a mi y yo les extiendo la red, y ellas se dejan atrapar.
Sienten el fino encaje como una delgada manta que cubre su sueño mientras viajan.
Saben dejar a quienes despiden en los andenes por que no van a ningún lado , y el mundo se les aleja.
Me gusta una hada en particular, es sus pequeños pies, se nota que no pisa el mundo, ni para dormir.
Estas hadas son las que me permiten seguir en este tren, que afortunadamente se mueve.
Confió en que, cuando un hada en particular caiga en mi red, emprenderé el vuelo que me llevara con ella a seguir otros muchos trenes para quedar a salvo de los andenes que componen la vida, en los que sacuden la mano aquellas que se quedan amargamente quietas y dicen adiós
Cada vez que levanto la mano, la muevo como abanico y aparecen hadas_mariposas, me revolotean , atrapo una y la acaricio agradecida.
Con la red de encajes, le hago una cama en un vagón desocupado, y le invento una canción de cuna, que casi siempre dice así: Las que dicen adiós, son quienes dicen adiós en los andenes.
Cierro los ojos, me arrulla el traqueteo, sonrió
No despierto al hada, no le digo que los trenes no son seguros, que yo misma he sobre vivido a más de un descarrilamiento.
Mejor trenes, me consuelo, que andenes.
Andrea Guadalupe.

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