jueves, enero 26

No más, no menos. En dialogo con Emérita.


  

Tijuana BC. Enero 2012.  No más, no menos. En dialogo con Emérita.

Amiga, decir que comparto contigo el gusto por la narrativa sin excluir o menospreciar la belleza de la poesía recargada de formas, en mi caso, significa, rebelde como soy, de ignorar las reglas y técnicas para hablar de mi misma  y al expresarme, decir que soy una criatura viva y obstinada, consiente y preguntona, en un mundo marginal de una galaxia pequeña en los limites del cosmos.

No más, no menos.

Porque creo que la narrativa, es una verdad hablada, que cumple como un instrumento para dar a conocer su medio, social, cultural, existencial.

Y considero a las rígidas normas de la poesía encuadrada en este entorno, como una orgullosa altanería de la palabra mayor.

Y por lo tanto, un acto espiritual, lo mismo que la religión, y a sus seguidores, como una comunidad de iniciados en los retos de la palabra como tiempo sagrado.

Estoy convencida además, que sus textos, no valen por lo que literalmente dicen, sino por lo que expresan entre líneas, por los misterios que guardan, por las revelaciones que contienen sus imágenes.

Y de este credo, de este catecismo trasnochado, de este auto engaño, llegan a imaginar que su poética lamentación, es un trance y una revelación, que la convierte en un espacio que no puede ser analizado por la razón humana, que está más allá de nuestra comprensión.

En vez de aceptar que la poesía es una creación del hombre, un territorio del lenguaje y la cultura que nos permite comprender a sus autores y nos ayuda a establecer un dialogo en torno suyo.

Y que la narrativa es un ejercicio de la imaginación, que habita la misma realidad que compartimos tod@s.

Y si en ella hay claves, enigmas, misterios, es que son nuestras claves, enigmas y misterios que contamos desde que adquirimos conciencia, desde las verdades e interrogantes que cada quien arma para si.

Es el preguntar lo que no entendemos, responder a las exigencias de la realidad con palabras de consuelo, con palabras de sabiduría.

Esa es la tarea de quien escribe: No esconder lo que el mundo es, sino relatar las experiencias de lo humano en todas partes y circunstancias, relatar las aventuras comunes de la vida, tan parecidas y tan distintas unas de otras.

El escribir, no es practicar ser un chamán, por más que una quiera serlo, porque al narrar, hablamos de nuestra intimidad, de nuestro entorno, y por lo mismo, nuestra escritura dice lo que somos.

Rebeldes ante reglas y técnicas que han tomado el ornato del arrebato, el frenesí de lo perplejo y la creación de la infinidad como únicas rutas a seguir.

No más, no menos. ¿No parece esto suficiente?.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial. Andrea Guadalupe.

 
 

Por knock out….



       

Tijuana BC. Enero 2012.   Por knock out….   

Ya no podía darse el lujo de perder otra vez.

Había recurrido a pomadas mágicas a base de petróleo, cataplasmas hirviendo con restos de café y árnica en las muñecas, hasta sebo de coyote y capsulas de víbora de cascabel que sólo dolor le habían dejado en el estomago.

El resultado, era la perdida de músculos cada vez más flácidos, el tiempo seguía jadeando sobre su cuerpo adolorido, amoratado a veces, cenizo por el desvelo y el hambre que llegaban a sentarse a su lado, a mirarlo por horas, como el foco anaranjado que gravitaba del techo de la cocina.

El hambre y las cuerdas del ring, lo impulsaban a seguir en la pelea.

¡Dale, dale!, escuchaba que decía su entrenador, o quizá, eran los gritos del manejador de su adversario.

Igual tenia que obedecer, pues entre más aguantara el mazo que le rompía el cráneo y le sacudía la mandíbula, podría contar con unos pesos que le pagaran la renta y algunos tacos para irla pasando.

Sólo que, ya no era su día, o, corrijo, no era su noche.

Había ya recibido más de mil mentadas de madre de las pocas personas que apostaron a su favor.

Nada había pasado, las piernas lo habían traicionado.

¿Traicionado?, ¿Cuándo las piernas o cualquier parte del cuerpo hacen pactos de no agotarse ante una situación a lo que pueden dar?

Y otra vez las campanas, nuevamente arrastrarse, poner la cara de fajador, cuando lo que quería, era estar tumbado en su camastro, escuchando toda la noche a la policía, perseguir fantasmas de malandros sin rostro.  

La arena, es como un inmenso sanitario publico, una gigantesca taza de la que desembocan orines, apesta a sudor exprimido, cerveza desparramada mezclada con los gritos de los espectadores, y ahí, parado el pobre boxeador, con las piernas temblorosas a punto de  ser succionado por el drenaje del retrete, disuelto con desechos humanos.

En el descanso del séptimo round, el sabor de su propia sangre, le recordó que tenía hambre.

Le hizo una señal al chiquillo que estaba cerca de su mochila y esté, le arrimo un termo con una pócima que le había preparado la vendedora de fritangas de su calle.

Tiempo antes, había visto preparar  el bebedizo, machacando hojas con arañas y otros gusanos, concentrando todo en un tubo, a el que le añadió fe y oraciones.

Remedio de pobres, le dijo la anciana.

Se lo acepto porque le dijo que con eso ganaría fuerza para vencer a su rival.

Le dieron ganas de llorar, sintió coraje y lastima con él mismo, por no recordar a su propia abuela.

Se tomo esa porquería, era lo más cercano a un gesto de generosidad que alguien le diera en años.

¡Round numero ocho!, grito el anunciador.

De nuevo la campana que le hacia eco en los intestinos.

Si había llegado al octavo round, quería decir que era cuestión de pasearse por el ring, tratar de conectar solo un golpe que lo justificara bajo esa luz de rosticería.

El fajador, sintió el guante de su rival remover su ojo derecho, un ramalazo de dolor le recorría el cuello,  como una estrella que emitiera destellos intensos de dolor hacia adentro.

De pronto, esa sensación salió disparada hacia afuera, los brazos se volvieron ligeros, y su único ojo sano, pudo concentrarse en rematar la mandíbula de su oponente en un constante movimiento, acosando con ganchos que surgían del flanco, en ráfagas, rematando con su rival en la lona.

El fajador, soltó los brazos a sus costados, se acomodo el desgastado pantaloncillo como pudo y espero el dictamen que por knock out, había conseguido.

Cobro su dinero, con él, podría aguantar una buena temporada, luego, comenzaría a buscar trabajo.

Su tiempo en el box, había terminado.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial.  Andrea Guadalupe.

                                           

 
 

domingo, enero 22

Anoche tuve un sueño.



 Tijuana BC. Enero 2012.   Anoche tuve un sueño.

Anoche tuve un sueño, fue un espejismo profundamente adaptado, donde la comunidad lésbico,  Gay, Bisexual, Trans, recobraba su auto estima.

Tod@s, caminábamos tranquil@s en las calles con la luna como testigo.

El machismo y la homofobia, habían sido erradicados como cáncer de una sociedad que alguna vez estuvo enferma, disminuía en niveles bajos la prostitución, la drogadicción y alcoholismo, los periódicos, suspendían las notas rojas de asesinatos pasionales entre gente diversa por falta de noticias.

La palabra discriminación por orientación sexual o identidad de género, se borraba del diccionario, y era sólo una expresión de menosprecio, parte de un pasado.

Tanto en escuelas, como en centros laborales y hogares, era común encontrar parejas formadas por el mismo sexo, nada diferente en el hecho de amar a l@s iguales.

En mi sueño, la comunidad lésbico,  Gay, Bisexual, Trans, gritaba: Esta es nuestra esperanza.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, con respeto al discurso de Martin Luther King.

Andrea Guadalupe.

                                          

 
 

En un aniversario más de su muerte.



   

Tijuana BC. Enero 2012.       En un aniversario más de su muerte.

 

Como en cada oportunidad que tengo, vengo a verte, aunque tal vez por ser en mis horas nocturnas, no he logrado retener la ubicación precisa de las cosas que tienes a tu alrededor, a pesar de las anteriores visitas.

Me conoces y sabes bien que no tuve nunca la costumbre de festejar las navidades contigo, más sin embargo, siempre hay un lugar para ti en la mesa por si gustar llegar.

Tampoco está en mis rutinas el ritual de la visita anual que obedece en algunas personas a  sentimientos de culpa.

Yo, estoy convencida de que me conociste bien, que te busco cuando te necesito, o porque simplemente quiero saludarte, así como para despertar la lengua, para dejar fluir la carga que viene desde las entrañas, desde el fondo del corazón.

Vengo cuando te recuerdo y tu presencia se convierte en una iconografía clasista que rehúsa desparecer de mi mente.

¿Sabes?, tal vez seria bueno que estuvieras aquí nuevamente, y que vieras por ti mismo, en que nos hemos convertido, nos hemos transformado y cambiado nuestras antiguas formas de vida y valores familiares por adaptaciones a las circunstancias que decide el destino, que resuelven los medios en que nos desenvolvemos.

Ellas, tus hijas, mis hermanas, tomaron un rumbo cuyo viraje, escapa a mi intuición.

No sé donde estuvo mi error, no las veo, no me perciben, las cosas no son como antes, migraron hacia otros horizontes.

Han asumido su porvenir aplicando todas sus fuerzas con sus limitaciones, entregando cuerpo y alma a los sueños que esperan ver cumplidos.

Entre mis hermanos, existe el común denominador de vaciar el bagaje de su vida y cambiar todo para vivir aquello que no fue cuando tenían veintipicos y una limitante financiera importante.

Según entiendo ahora, la importancia de sus actividades, les ha recluido en nichos inaccesibles a seres abundantes como yo.

Hoy no sólo nos unen los apellidos, también la fría indiferencia y alejamiento.

En ocasiones, no tengo conciencia de esto, hasta que percibo el rechazo y descalificación, cuando al intentar comunicarme, encuentro esos muros de silencio, particularmente largos.  

Tu vida, tu taller de maquinaria, que fue tu negocio, continúa en manos de quien tú dispusiste.

Esa fue tu voluntad, el camino que sigue o desarrollo que ha tenido, yo no lo puedo evaluar, no he estado ahí, y si estoy convencida de que un negocio es de quien lo trabaja.

Mi hijo, vive con la misma pasión que llevabas tú en la sangre, y con orgullo habla de su herencia nostálgica, de los recuerdos que guarda de ti.

Sigue tus pasos en otros escenarios con la maquinaria.

¿Yo?, bueno, en realidad mi vida es mi trabajo, aunque también, me apasiona la narrativa, pienso que tal vez te habría gustado leer algo de lo que describo en mis letras.

Quizá, hasta llegaras a pensar que no lo hago tan mal.

Y entre el ir y venir de las ocupaciones laborales y domesticas, participo con COCUT A.C., comunidad lésbico, gay, bisexual y trans de Tijuana, apoyando con el don de la escritura, dedicando conferencias y tiempo, a la tarea de concientizar al entorno acerca de la problemática existencial que provoca la homofobia, a la vez que apoyo a una organización infantil que provee casa, comida y medicamentos a niñ@s con VIH.

Si, soy activista comprometida con mi causa.

De mi madre, lo poco que sé, es que el Alzheimer sigue comiéndose sus recuerdos.

Continúa sin recibir un ajuste de cuentas que la pueda compensar de todo lo que ha perdido.

Y de seguir así, tal vez pronto te alcance y sólo así, la podre visitar de cuando en cuando, y quizá ahí, le diré todas las cosas que mi impericia y falta de talento, me impidieron comunicar desde el día en que naci.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde hoy recuerdo a mi padre en un aniversario más de su muerte.

Andrea Guadalupe.

 

sábado, enero 21

Libros y autores que descubrí con mirada de asombro.


Tijuana BC. Enero 2012.        Los libros sirven para muchas cosas, para equilibrar el mundo, o al menos una mesa, para matar molestos moscos y zancudos, y, disculpen ecologistas, lamentablemente, aún no son especies en extinción.

Para curar el insomnio de manera definitiva, y lo mejor, el libro es una clase de medicamento que no requiere receta médica y puede encontrarse en cualquier puesto callejero.

Sirven igual para mantener ocupados a los niños al menos por un minuto, pues los he visto destrozarlos con entusiasmo y concentración.

Para usarlos como gafas contra el sol en vacaciones, como paraguas en días de lluvias, y como protectores contra predicadores religiosos que llegan a leerte la Biblia, aunque al menos yo, saco: El Código da Vinci, de Dan Brown y asunto arreglado.

Estoy convencida de que el libro, es una manera de avisarles a los demás que, si lo estás leyendo, no te molesten, que prefieres compartir el tiempo con un objeto muerto, sólo que contiene el potencial vital tan activo como el alma de quien procede.

Más aún, encierra como en un frasco la esencia más pura y eficaz del intelecto vivo que lo engendro.

Su lectura es una pausa en medio del mundo contemporáneo, una mirada critica de la realidad que rodea con su agitación.

Una manera de ser humana desde la experiencia en cabeza ajena, sólo que termina siendo la propia realidad.

Y es que leer para mí ha sido un acto de comunión con la riqueza cultural de la humanidad en todas sus formas.

Por eso, ahora me doy cuenta de los libros que me han forjado.

El primer libro que me impacto, porque en el encontré que rebelarse, es un acto más que de heroísmo, de amor.

Hablo de Miguel de Cervantes Saavedra y El quijote de la Mancha, quien me dejo la pasión por la lectura, y con él, aprendí a ser otra, sin dejar de ser yo misma.

Habla de que… La aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear.

Creo que esta obra es una de las mejores que se han escrito en la historia de la literatura ya que me enseño varias formas de ver la vida y tiene un sentido irónico y buen humor, que hacen de la obra algo maravilloso.

El libro en sí es la representación más autentica de la lucha de dos actitudes radicales humanas: la subjetividad frente a la objetividad, el idealismo frente al realismo.

Otro libro que me impacto, fue: El lobo estepario de Hermann Hesse: una de las lectura más impactantes, la historia que narra es un alucinante viaje a los temores, angustias y miedos a los que se ve unido el hombre contemporáneo.

Novela que descubre un modo duro de enfrentarse a la sociedad, a las relaciones sentimentales y a la muerte y me abrió la puerta para Demian, La Historia de la Juventud de Emil Sinclair.

Quería tan sólo intentar vivir aquello que brotaba espontáneamente de mí ¿Por qué había de serme tan difícil?

Nada le es más desagradable a un hombre que tomar el camino que conduce a sí mismo.

Todos los hombres que tuvieron un efecto dentro del curso de la historia de la humanidad fueron capaces y efectivos sólo porque no aceptaron lo inevitable.

Los hombres con valor y carácter siempre le han resultado siniestros a la gente.

Libros que marcan los senderos del camino de la vida, a través de la trilogía: Iniciación, Búsqueda y Hallazgo/Renovación.

Quizás vaya siendo hora de releer Demian y de reencontrarme con Abraxas, el Todo.

Siddhartha: Es bueno probar personalmente todo lo que falta aprender.

Novela del Premio Nobel 1946, Hermann Hesse, relata la vida de Siddhartha, un hombre para quien el camino de la verdad pasa por la renuncia y la comprensión de la unidad que subyace en todo lo existente.

Narrativa mítica que revela la progresiva iluminación, marcha ascendente y sinuosa hacia la unión definitiva con el Uno.

El Saber es comunicable, la Sabiduría no.

En su cara se dibujaba la serenidad  que da la Sabiduría del que ya no siente deseos en conflicto, del que ha encontrado la Salvación, del que está en acuerdo con el río de los sucesos, con la corriente de la vida, lleno de comprensión y compasión, entregado a la corriente, perteneciente a la Unidad.

¿Y qué decir de: El juego de los abalorios, o: Bajo las ruedas, una crítica al sistema educativo de la época, trasladable en ciertos aspectos al sistema actual?

Sus libros, me marcaron profundamente, quizá porque los leí en una época especial de mi vida.

Vinieron después: Ilíada y Odisea de Homero.

Epopeyas que abordan el sitio de Troya y el regreso de Ulises una vez concluida la guerra.

Son obras que convertidas en patrimonio de la humanidad, viven una existencia propia, independiente.

Por cuestiones del programa en el colegio religioso donde curse mis estudios, llego a mis manos La Biblia, colección de textos inspirados por Dios, que constituyen el fundamento del cristianismo, a los que también llaman: Las Sagradas Escrituras.

Sus autores son numerosos, y van desde Moisés, hasta San Juan Evangelista.

En este conjunto se encuentra la mayor parte de las verdades naturales y sobre naturales que, según los creyentes, Dios quiso revelar al mundo.

En esa etapa conocí los: Diálogos de Platón, en los cuales encontré que todo pensamiento occidental, no es más que notas al pie de páginas en esa obra.

El primer dato de su influencia, es la recuperación del pensamiento filosófico desarrollado en Grecia antes del mismo Platón, donde sobresalen las enseñanzas de Sócrates, además de la amplitud de temas abordados en las casi cuarenta piezas del conjunto, en las que se encuentran asuntos éticos, lógicos, políticos, cognitivos, y metafísicos que establecen las ramas en que se divide la filosofía y por ultimo, por su contenido, pues expone doctrinas como la inmortalidad del alma y la virtud ligada a la bondad, la verdad y la belleza, que inspiraron incluso a la doctrina cristiana.

Libro que me dio las coordenadas precisas para saberme parte de la ruptura, con el vuelo y libertad de la palabra escrita como mi mejor compañía.

Otra obra que me hizo ver la vida como un verso que penetra en lo cotidiano sin perder de vista las mutaciones del entorno como un claroscuro permanente y que fue fundamental para mi, pues me mostro que no hay mundos pequeños, sino imaginación de corto alcance, y que, una comunidad es igual de merecedora que una sociedad completa.

Y me impulso para hacer de mi entorno, el escenario ideal de mi narrativa.

Para entender que en mi propia comunidad, apenas comienza el mundo entero, el mundo mío, que es el mundo de l@s otr@s.

Guerra y paz, clásico de la literatura universal, Tolstoi es, con Dostoievski, el autor más grande que ha dado la literatura rusa.

Este es el mejor ejemplo de que lo mejor es leer a los clásicos.

Tardé demasiado tiempo en leerlo y creo que éste es de los pocos libros que no te puedes morir sin haberlo leído.

Al terminar 'Guerra y Paz',  me sentí como aquella replicante que se negaba a abandonar un mundo que quizás no fuera el suyo, sólo que su pérdida la sentía tan viva como cualquier humano nacido de padre y madre.

Ese es el poder descriptivo que Tolstoi despliega en esta obra magna e inabarcable, imágenes y sentimientos tan palpables que me cuesta creer no haberlos vivido realmente. Quizás en una vida anterior, tal vez sea replicante con recuerdos prestados.

Todo parece posible después de leer a Tolstoi.

Porque la profundidad con la que el maestro ruso enfrenta temas como la muerte, el poder, el dolor, la esperanza, y en general todo lo humano y lo que está por encima de lo humano, la transcendencia de cada uno de nuestros actos, es tan grande la potencia que nos arroja desde sus páginas… que una no sabe si realmente está leyendo a un hombre o a un Dios.

Aun así he de reconocer la ligera decepción que me causó el primer tercio de la novela, unas seiscientas páginas.

Demasiados nombres de príncipes, condes y generales; demasiados bailes de salón, reuniones diplomáticas y diversos actos sociales; demasiados ejércitos, movimientos de tropas y disparos de artillería.

Empezaba a creer que Tolstoi era un escritor sobrevalorado, y echaba de menos el enfoque directo hacia el personaje que tanto me gusta en Dostoievski.

Y es que a pesar del vigor de su prosa, y de esas observaciones profundas y descarnadas con las que de vez en cuando deja la huella de su talento, en ese primer tercio la narración parece avanzar de una forma un tanto amorfa, a medio tiempo, sin acabar de atrapar con una trama que carece de puntos supremos.

El tratamiento de los personajes tampoco ayuda a que una se identifique emocionalmente con la historia, todo esto unido al camino que me quedaba por delante, mil ochocientas páginas intimidan a cualquiera.  

Una semana sin Tolstoi y vuelta a empezar, y entonces todo cambió.

No se puede decir que la novela se transforme de repente, si que poco a poco, sutilmente, los personajes se van enfocando a medida que avanza la historia y el ritmo se marca 'in crescendo', del mismo modo que las reflexiones de Tolstoi sobre la guerra, la historia, la vida, la muerte… se insertan en la trama hasta conformar un todo cada vez más robusto y coherente.

Toda la superficialidad, esa vida de contemplación, amores intrascendentes y preocupaciones cotidianas con las que Tolstoi parecía empeñado en aburrirnos al principio, se cae por su propio peso en la segunda mitad del libro, cuando la vida se afila con una crueldad descarnada y nos muestra toda su belleza, su trascendencia… y esa mezcla de horror y esperanza que constituye su misterio.

La novela llega a su plenitud con la entrada de Napoleón en Moscú: la épica se desparrama por cientos de páginas sin caer nunca en la afectación, siempre con discreción, con el sentido justo del ritmo y la intensidad.

El autor hace coincidir el momento decisivo de la trama histórica con los instantes determinantes en la vida de cada personaje: la muerte del príncipe Andrei, la caída en desgracia de Pierre, la pena de Natasha, el amor de Nikolai y la princesa María… todo alcanza su punto culminante hasta llevarnos a un estado de apreciación que constituye la esencia misma del libro.

Al igual que los físicos no son capaces de establecer una teoría que integre la relatividad y la mecánica cuántica, lo infinito y lo infinitesimal, tampoco es común que una obra literaria logre abarcar los ámbitos más extremos de la existencia: desde lo más universal, la historia, el misterio de la vida, el cosmos, la humanidad… hasta lo más íntimo, los sentimientos profundos e inexpresables que nos identifican como individuos, lo cotidiano, el sutil momento presente.

Es algo que sólo está al alcance de los más grandes; y entre ellos nunca hasta ahora había encontrado a nadie que lo realice con mayor naturalidad y maestría.

Y es que Tolstoi maneja el zoom narrativo con una técnica virtuosa, de tal modo que sus observaciones filosóficas, su particular visión de la vida y la muerte como un misterio percibido más allá de cualquier razonamiento lógico, todo ello lo enhebra con los quehaceres habituales de sus personajes, con su honda descripción psicológica tan propia de la escuela rusa; y el resultado es una obra monumental, un tratado sobre el ser humano donde el individuo se funde con el universo, lo particular se diluye en lo absoluto.

Vi morir al príncipe Andrei, y ahí, junto a su lecho, le mire a los ojos y por primera vez en mi vida, contemple mi propia muerte, mi final, ese hecho misterioso y horrible al que tod@s estamos destinados.

Y me sentí en paz.

Nada más y nada menos.

Cesar Vallejo, Walt Whitman, rosario Castellanos, Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Susan Sontang, Sylvia Plath, Patti Smith, ups, son algunos de los autores que me han llevado a comprender el mundo en que vivo como una espacio construido con mil voces distintas, mil culturas diferentes.

Gritos de protesta en la lectura meditada, poesías sin medias tintas, como jugando todas las posibilidades de la libertad, incluso, esas que algunas personas llaman libertinaje.  

Palabras visionarias en un mundo hostil, feo y despiadado, de turbulencias eróticas y barcos ebrios.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde hago un recorrido de libros y autores que descubrí con mirada de asombro.

Andrea Guadalupe.


                                                   

 
 

viernes, enero 13

…dejarte ir otra vez


Tijuana BC. Enero 2012.                 …dejarte ir otra vez

Puede suceder quizá caminando mientras llueve o tal vez mientras discuto por las cosas más estúpidas.

 ¿Cómo si discutiera por cosas importantes?

Así sin más ni más, las lágrimas se me escapan de los ojos sin que pueda detenerlas.

Me pregunto por qué lloro, por qué cuando una emoción me desborda, gotas de agua salada, brincan de mis ojos.

A veces me dan temporadas lagrimales, como una temporada de lluvias personal, por ejemplo puedo llorar cuando veo una escena tierna, o cuando una amistad me dice que me quiere, supongo que uso esas emociones externas para reparar las mías.

Seguramente muchas veces lloro por las cosas de adentro, esas que no entiendo, que no conozco, aunque están ahí, enterradas, bajo un candado con mil llaves y entonces, cuando alguien se va, cuando alguien regresa y es políticamente correcto llorar, aprovecho.

Sólo que lloro por mí,  por un yo que se estaba desvaneciendo, que se iba enfrentando con algo doloroso, con otra despedida, con otra ausencia, por que algún duelo que se había hecho presente nuevamente.

Al final creo que lloro porque es necesario, porque las emociones buenas o malas no tienen muchas opciones para manifestarse, lloro para liberarme, para recuperarme, porque soy un rio contenido.

Y a veces lloro por nada, porque tengo ganas y me pongo a leer, o veo una película triste para tener el pretexto necesario y llorarme o llorarte, según sea el caso.

A veces lloro de emoción, de nervios, de coraje, a veces es solo la conciencia de estar viva la que me desborda y entonces después del limbo del orgasmo una gotita se me escurre por la mejilla, porque estoy viva, porque siento y estoy aquí regresando de la muerte que sólo sucede volando entre otros brazos.

Amanecí triste… Por eso me escondo, por eso me muevo despacio y me busco frente al espejo, aunque no estoy ahí.

Sólo veo dos ojos, una boca, las arrugas y el nacimiento del cabello, aunque yo no estoy. Amanecí en cámara lenta, me subí al día porque tenía que hacerlo y tomé café, me puse a pensar en lo que sucede afuera, en la vida que no alcanzo a tocar, después por supuesto me puse a pensar en tus besos, en las extrañas ganas con las que amanecí hoy de tener un hombro para acurrucarme o cinco dedos que se enreden en mi cabello.

Debe ser porque amanecí triste, si no fuese así no pensaría estas cosas, es decir no tendría porque andarme escondiendo bajo las cobijas, cerrando los ojos para que desaparezca todo o quizá para ver si encuentro algo mejor que el techo.

Sé que no es mala la tristeza, que es sólo otro estado emocional y hace mucho que dejé de luchar con los míos, en específico es como una amiga callada, me mira desde el otro lado de la habitación, me clava sus ojos llorosos y me avienta una mueca como diciendo: Ya llegué, se me pega como sombra y ahí andamos todo el día, acuosas, calladas, abrazadas a la almohada y a los recuerdos, con nostalgia descolorida.

A veces siento que la tristeza me besa la frente a modo de despedida, su boca fría en mi piel parece decirme: Nos vemos pronto y entonces cae un silencio lento sobre mi cabeza y una calidez me recorre la piel.

Y vuelvo a empezar, otra vez en mí, aparece el mundo, la gente, el aroma del café recién hecho, los zapatos de calle y las estrellas.

Escribo porque...algo tiene una que hacer con los dedos, si no es posible que toquen tu piel...

Después de horas de trabajo, de reunirme a bordar sueños y coser corazones rotos con las amistades, aún me falla esa puntada, aunque ya casi la domino de repetir y repetir los movimientos, llegó la hora de usar el vestuario que me permite ser yo misma, la música suena, se apaga la luz, mi cuerpo baila.

Siento tu mirada que se desplaza por mi espalda, el fuego entre mis manos me enciende por dentro y me lleva lejos.

No sé donde estoy, no existo más allá de esta duela, del duelo de saberte ausente, no soy nada más que este cuerpo que vibra bajo tus ojos, que son como dos manos que me alcanzan, no pienso; siento y me deslizo entre siete notas.

Seria bueno un día amanecer y no recordarte, no pensar por ejemplo, que me haces falta en el café de la mañana.

Sería bueno que mi día transcurriera sin buscar tu nombre o que escucharlo me resultara tan insignificante como cualquier otro, como el nombre de una persona desconocida y no como la palabra que me lleva inmediatamente a sensaciones y lugares.

Sería bueno andar la tarde sola y encontrarte, decirte: hola y que sonrieras por educación o tal vez algo más simple, como invitarme un café, contarnos las historias, pasarnos los teléfonos, tender una línea de comunicación.

Entonces me conocerías ahora, a está, la de hoy y quizá podrías quererme como soy y no recordar lo que fui.

Quizá yo sería mejor para ti y tú mejor para mí, o quizá seriamos algo que no fuimos, algo que no podemos ser.

Algo mejor para los dos extremos, y no esta madeja de recuerdos y castillos en el aire que se rompen al mencionarse.

Me gustaría encontrarte hoy o mañana, cuando ya he aprendido muchas cosas o al menos algunas que habrían evitado la catástrofe.

 Quisiera que fueras mi último amor, al que se le quiere mejor y no el primero, al que se le quiere más, porque entonces todo sería más fácil.

Y yo no andaría como ahora buscando en mi bolsa dos explicaciones para mi existencia o tratando de sacar las culpas del cajón.

Sería bueno amarte con la tranquilidad de mi edad, abrirte el arcón de mis recuerdos sin que te suenen a pasado, contarte mis aventuras y travesuras de la infancia.

Reconocerme frente a ti, encontrarnos en una calle, mirarnos, y…dejarte ir otra vez…Porque yo, tuve que cruzar ese puente sola, llena de miedo, ponerme el uniforme, escaparme lejos, ahí, con toda seguridad, no podía encontrarte, anclarme en un puerto, besar dos o tres espaldas, buscarte sin saberlo, enamorarme y romperme el corazón, juntar los pedacitos, unirlo, echarle dos o tres puntadas a las orillas para que lo encontraras mas o menos en forma y no te espantaras tanto.

Tuve que aprender a ser paciente, a cocinar al menos un platillo con el cual sorprenderte, dos canciones cursis para cuando fuese necesario y algunas otras mañas de supervivencia. Anduve sobre la tierra, sobre el asfalto y también sobre las nubes.

Vencí mi miedo a la oscuridad a perderme en la bruma de mis pensamientos, a olvidarte.

Leí algunos libros para serte interesante, vi algunas películas, domé a varios de mis demonios, cambié mis malos hábitos, aprendí a peinarme.

En pocas palabras trabajé como una loca para ser lo suficiente para ti.

Sólo que… un día mientras te esperaba, alguien me sonrió y me dijo que era linda, así como soy, y todo fue distinto, porque aprendí que… unos dedos que se enredan en el cabello, son el mejor calmante para la noche de los miedos, que una mano dormida, busca a otra mano dormida aunque las dos duerman su propio sueño, que una noche inolvidable o un cumpleaños no existen sin un abrazo y una voz determinada, que en la cama, una cabeza busca un hombro y durante ese segundo tiene la certeza de que no hay mejor lugar en el mundo, que mi  mejor tratamiento y la mejor medicina, es saber que su mano, sus ojos y su silencio me acompañan mientras yo me adormezco.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde finalmente llegó el día o cayó la noche. Andrea Guadalupe.


                                      

 
 

miércoles, enero 11

¿Quisieras tú, ser mi amiga?



      

Tijuana BC. Enero 2012.   ¿Quisieras tú, ser mi amiga?

 

Era yo una joven y tenia una amiga.

Fue la persona más especial en mi vida.

Fuimos amigas, nos queríamos por la simple razón de existir y porque ambas éramos extrañas en un mundo simplemente heterosexual.

Hacíamos cosas simples y como todas, pensábamos que eran importantes.

Leíamos, escuchábamos música, íbamos a bailar y veíamos películas.

Nos contábamos los planes y las dudas.

Resolvíamos problemas de matemáticas y problemas de amor, nos acompañamos un tramo en el camino de la vida.

Después crecimos y una tarde noche,… murió.

Sin embargo, aun recuerdo aquellos días, hoy, que ya no soy una jovencita, y que mis problemas a resolver van más allá de una ecuación matemática, se que las amigas son imprescindibles.

Yo no tengo muchas, aunque, las que tengo valen por mil, son mis compañeras de lucha, mi apoyo constante, los referentes femeninos que me impulsan a seguir.

Mis amigas son simples, no han ganado premios internacionales, ni son famosas, aunque si  son únicas, son fuertes, son inteligentes y bellas en más de algún sentido, sobre todo son parte de mi tribu, comparten conmigo la marca de la hembra.

Mis amigas no son buenas, ni malas, son mis amigas, y tienen la paciencia para escuchar las historias de siempre y la impaciencia de levantar el teléfono e invitar al amor a su casa.

Se sienten igual de bellas en un vestido de noche que en el pijama un domingo a las 10 de la mañana y pueden hacer que una lonchera se convierta en el cofre de un pirata y que una llamada a kilómetros de distancia se convierta en el abrazo más fuerte.

Mis amigas ríen, lloran, se caen y se levantan, son mujeres de carne y hueso que sienten desde y con el vientre, la cabeza y el corazón.

No siempre estamos de acuerdo, aunque si nos tendemos una mano y un consejo.

Mis amigas no juzgan, no indagan, no exigen.

Mis amigas se enfrentan con los dos pies a la vida y con las dos manos al amor.

Hoy celebro a las mujeres que me acompañan y me quieren, por el respeto mutuo, por la risa compartida, y sobretodo por el privilegio que tengo de ser su amiga.

¿Quisieras tú, ser mi amiga?

Andrea Guadalupe.

                                           

 
 

martes, enero 10

Infinidad de Andreas Guadalupes en forma de palabras.


Tijuana BC. Enero 2012.   Infinidad de Andreas Guadalupes  en forma de palabras.

 

Se ha conmemorado ya hace poco tiempo, el  día internacional de la No violencia contra las mujeres.

¡Grupos activistas, feministas, pro derechos humanos y sociedad en general levantan la voz y dicen BASTA!

Sólo que pienso… ¿Quien me defiende de mi misma?  ¿Cómo me denuncio a mi misma? ¿Cómo defiendo a la mujer que soy de lo que soy?

¿Por qué pensamos que la violencia son solo los hematomas,  los golpes sobre el cuerpo  o el daño al aspecto mental de las mujeres?

También es violencia cuando yo misma me lastimo, cuando me someto a un concepto que me hace daño, cuando me obligo a mi misma a ser algo que no me gusta, que no quiero o que simplemente no se me da la gana...

¡Así que este año, me defenderé a mi misma!

¡Abajo mi represión, mi miedo, mi silencio, mi auto sometimiento!

Suelto las amarras y me dejo ir...

Sobre la mesa yo, sobre mis ganas tú, sobre la habitual nada.

Sólo la certeza no de existir entre los pliegues de una piel, entre los minutos callados de una jornada, entre los movimientos a contratiempo de una danza, bajo los silencios de una melodía.

Esto es el espacio entre las palabras de mis obras…

Dormí placida, con esa tranquilidad que llego a mi cuerpo después de entregarse…

Soñé con la nada que es subirme en el violeta de los amaneceres…

Desperté en silencio para escuchar el eco, para quedarme con él, todo el tiempo posible.

Para los días venideros en que  recurriré a él en alguna caminata por la playa y poder encontrarme en mi ayer y mi mañana…

¿Te dije alguna vez exactamente cuando empezaría a escribirte?

No sé aun si esa es la causa,  aunque  hoy amanecí con ganas de decirte palabras, redondas, dulces, amargas, de colores, de sabores,  lisas y arrugadas.

Y a la vez, no sé decirte nada...

¿Te parece bien si nos quedamos solo mirando en silencio?

Quizá así pueda decirte  más no-palabras…Quizá así el silencio me ordene las frases, las letras, y me calme la sangre.

Quizá es solo que tengo ganas de escribirte, sólo que esperare hasta ese momento, como te lo dije…

¿Recuerdas?,  dije al iniciar que serian contadas las oportunidades de contar algo de mi o de no contar.

 Hoy mientras hago la revisión de los textos me doy cuenta de que en realidad lo que envié en caracteres, son infinidad de Andreas Guadalupes  en forma de palabras.

Día a día me ido descubriendo un velo, quitando una escama, sumándome una pluma.

Escribo tranquila, cansada, eufórica, desvelada, enamorada, enojada, abandonada, amada, sola y acompañada, escribo, escribo, escribo.

No sé aún si lograre cubrir las expectativas, aunque  descubrí que escribo por una dominante necesidad de decirme cosas, ya no me interesa ser leída, no escribo para eso, escribo para entenderme, para encontrarme y para seguirte buscando.

Porque encontré que…la gente se llena de cosas, de libros que se llenan de polvo, de discos que nunca se escuchan no vaya a ser que se rayen, de ropa que nunca usan, de otras gentes que nunca ven, con la que nunca hablan, de la que no saben nada más allá del nombre y todavía los llaman: amig@s.

Encontré que la gente no sabe estar sola, por eso atesora, guarda, arrumba en bolsas, en cajas en el closet, en porta zapatos, porta maletas, porta trajes, qué importa que no se vean, no se usen, no se gocen.

Lo que importa es tenerlos, saberlos, poseerlos.

 Mío, mío, mío, eso es mío y también aquello y lo de más allá será mío y también quiero que lo tuyo sea mío, aunque no me sirva.

Irónicamente, al final del día, la gente no tiene nada.

La gente sigue sintiéndose vacía, sola.

Los zapatos siguen guardados, los discos en silencio, los libros empolvados.

 A la gente no le importan.

Pronto guardarán mas cosas y eso es lo realmente importante

Me arremolino en el sofá, lo mejor de mi casa,  te pienso, me aferro a la nada que tengo de ti, a la nada en la que me he convertido.

Te posaste en esta ausencia que no puede siquiera resistir tus alas de  mariposa.

Me duele, porque así, invisible como soy hoy, no puedes verme, menos encontrarme.

Ayer, tenia sombras, hoy ni siquiera eso.

Me he venido diluyendo, debe ser el invierno...No tengo nada, ni siquiera tu ausencia, también, la he matado, hoy solo puedo arremolinarme en el sofá y llorar tu no-ausencia, ayer tu posibilidad me ataba a los días, al mundo...

Hoy no estas...

No tengo fuerza, para engancharte a algo que no soy y te extraño...yo, ¿Como yo siendo yo, y tú siendo tú nunca fuimos nosotras?

Las amistades, esas que creen que nos conocen nos dicen: aunque separadamente claro, porque tus amistades no son mis amig@s.

Ella es la persona para ti, sólo que no saben que no queremos ser "nosotras", que tú y yo, sólo podemos ser "tú" y "yo", y eso irónicamente nos convierte en "nosotras".

Tú ocupas el lugar, yo lleno tu espacio, ese que ambas no hemos dado a nadie, y así seguimos, aferrándonos a las historias viejas que nos mantienen, si no vivas, al menos, menos muertas.

Tengo mi vida resumida en cajas, toda mi vida está en cajas de libros, ropa, algunos zapatos, lápices, hojas con letras, cosméticos, algunas tazas para café  y quizá un par de recuerdos, es decir algunas cosas importantes.

 Aunque al final casi nada es realmente importante.

Por ejemplo no importa mucho si tú descubres que te escribo, lo hago irremediablemente, algunas veces ya como un hábito resultante de la necedad de buscarte.

Poco importa también que yo te ame o te odie, que te extrañe o me seas persistente, pocas veces te das cuenta y yo puedo pasar de un estado al otro sin ningún cambio en tu persona.

Quizá tú también estas en alguna de esas cajas.

Tal vez te me quedaste entre las páginas de un libro o te atoraste en alguna blusa de algodón. Lo cual también es poco importante, en mi vida las cosas se acomodan libremente, la mayoría de las veces en el lugar menos indicado para mí.

Así entonces llegarás a acomodarte apenas brinques de la caja y yo te veré recorrer por mi casa hasta que encuentres otra caja a la que quieras subirte.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde tú recuerdo o mi nostalgia por ti, es temporal.

Cada día me llueves unas horas,  en mis  tardes, caes sobre mis hombros en gotas, resbalas tibiamente o me golpeas la cara, otras abro la boca y me trago en un café, o un suspiro, gotas de ti....Andrea Guadalupe.


                                                   

 
 

lunes, enero 9

Deseo y caricias digitales


   

Tijuana BC. Enero 2012.     Deseo y caricias digitales

Sólo a ti se te podría haber ocurrido.

Cuando me hablaste de placer digital, ni mis más íntimos y oscuros deseos se podían acercar a lo que luego me has dado.

Hace ya mucho tiempo y todavía el recuerdo me hace temblar.

Tus ojos rojos de pasión encadenados a los míos, ansiosos de ti; tu existencia salvajemente ardiente imantada con la mía,  delirante; tus dedos tensos como garras clavadas en los míos, fundidos en una sola huella digital.

Sentía tu piel... tan cálida que me fundía en cada abrazo...tus manos, modelaban cada curva de mi cuerpo... Notaba cómo las yemas de tus dedos me provocaban con cada roce... Sentía tus labios, húmedos y tentadores... te deseaba... te quería dentro de mí... sentir que aquel momento era nuestro... seguíamos amándonos, aún sabiendo que rozábamos la locura... tu mirada hacia estremecerme mientras que tus besos me evadían de aquel contexto de lujuria... Conocías mi cuerpo, como si hubiese sido tuyo alguna vez... Aún lo recuerdo...Aquel deseo y caricias digitales...Cálidas y frías... Esporádicas... Intensas...

Repiqueteábamos las teclas a ritmo frenético.

 Lenguas y sexos se preparaban para intercambiar fluidos que no conocemos.

¿Cómo he podido llegar a este punto?

Ahora ha arraigado en cada uno de mis extremos y sigilosamente me extrae la sustancia y la vida.

Tú distancia, lejos de extinguirlo, lo fertiliza y lo endurece en mis tardes solitarias.

Tu recuerdo es su alimento; mi sed, la lluvia que lo vivifica.

Sin embargo, mi ansia apenas si asoma entrelazada en mis mensajes de desesperación.

Aunque, entérate, que no es de ti de quien estoy enamorada..., no aguanto tu mala educación, ni tu incultura; no me gusta tu forma de andar, ni tus modales... A quién yo quiero de verdad, los que me vuelven loca, de quien estoy enamorada es de tus dedos... Así es mi amor, si no fuera por eso...Porque no sabes, no imaginas, el asco que me das... sólo que… ¡Qué dedos tienes!

Entre tú y yo ya no queda más que un intercambio esporádico de correo electrónico; nuestro amor se desangra en la maraña insensible de lo remoto y digital.

Andrea Guadalupe.