domingo, septiembre 23

Sólo…palabras


Sept. 2012.  Sólo…palabras

 

Se dice que una palabra, es solo el fragmento de otra más primitiva.

Arrastran con ellas una historia de constante mutación.

Existen teorías de que ellas viajan en el túnel del tiempo, conjugando alfabetos a su gusto, buscando una conexión del intelecto y la conclusión de la imaginación.

Extrañas combinaciones de letras son las encargadas de entrelazarse para formar una palabra, algunas de ellas, solo cobraran vida cuando son descodificadas por quien se atreva a pronunciarlas.

Las palabras pueden transmitir emociones o solamente leérselas, sin que los sentimientos entiendan el lenguaje, sin significado ni definición, simplemente fonética...

Palabras que mueren de sed y generosas; palabras asediadas y enriquecidas; palabras inoportunas y exactas; palabras de colores, transparentes e invisibles; palabras axiomáticas y ampulosas; palabras con principio y final, medias palabras; palabras gritonas, calladas, lloronas y mudas; palabras presentes y ausentes; palabras con amnesia, dormidas y despiertas; palabras ciegas y videntes; palabras en penumbras e incandescentes; palabras embriagadas y frívolas, particulares y anónimas, secas y renovadas, significativas y diplomáticas, místicas y mágicas, charlatanas y tartamudas, doloridas y felices, tatuadas y volátiles, dulces y amargas, intensas y puras; palabras dotadas e ignorantes, palabras incendiarias y frontales, palabras luchadoras e invasoras, matemáticas y metódicas; palabras soñadas y delirantes, anémicas y febriles; palabras memorables, asombrosas y desaparecidas.

Sólo…palabras que se entienden cuando hablan en voz alta, palabras nada más.

Salieron empujándose, golpeando unas a otras, algunas no resistieron y resbalaron, y allá, en el final de la frase, la ultima, en pie, desesperada luchaba para no caer, aunque, en el postrero momento, cayó con la boca de cara al piso.

 Muda y muerta lo echó todo a perder.

Evaluando las consecuencias,  me encuentro ahora frente a un sinfín de palabras pidiendo ayuda a gritos, esparcidas en el suelo, mezcladas todas y sin ningún sentido la frase, en medio del ruido de una alarma que sacude y al mismo tiempo paraliza diciendo: Esto no puede estar pasando.

Mugres y traicioneras palabras que no acudieron al auxilio y aún más traidoras si por casualidad recuerdo ahora por cuanto tiempo les conserve y las protegí.  

De nada había servido tanto tiempo de dedicación, repasé en ese momento cuando dejaron solitaria y muda la frase ahogada…

 Podría gritar: la venganza de las palabras,  condenarlas a homicidio en primer grado aunque los peritos me advierten de algo así como negligencia.

Avanzada la investigación se dice que el desconcierto podría haber sido motivado por la falta de experiencia.

 Los dedos apuntan a mí como sospechosa acusada de secuestro y privación de la libertad.

Alegan que las palabras en cautiverio, cuando vieron por fin la salida y como quien duda, se miraron y cuando por fin se soltaron, la alegría fue tal que, cegadas y carentes de experiencia no advirtieron que la puerta de salida no había sido construida para tal maratón de tanta palabra presa durante años.

Vanos los simulacros de evacuación para quién hubiera intentado prevenir esta masacre ya que después, se confirmó que el espacio no estaba habitado para almacenar tanto sin decir y aún menos acondicionado el momento, para dejarlo salir.

Resulta un caos cuando irónicamente una quiere desatarse justo cuando sabe que ya nada nos ata.

Es caótico intentar decirlo todo y no saber por dónde empezar.

Es desesperante luchar contra el tiempo y ver que en cada intento éste se nos aleja más.

Es humillante aferrarse a alguien justo cuando ya se va.

Es imperdonable finalmente saber qué decir y murmurarlo a solas en el momento en que ya no te pueden escuchar.

Lo supuesto de lo superfluo, incesante búsqueda.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde mis manos vomitan letras perdidas, sólo… palabras y mis labios, besos por nacer.

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 

miércoles, septiembre 19

No me gustan las despedidas.


Sept. 2012.    No me gustan las despedidas.

Estoy un poco nerviosa, subo las medias con cuidado, asegurándome de que el camino que marcan por detrás no haga curvas, no quiero que te distraigas... sonrío pensándolo.

Las ajusto con un clic.

Una sonrisa traviesa, esa que me sale sola, que no es un gesto fingido ni nada ensayado. Estiro mis pestañas con el rímel y repaso mis labios con un labial,  aunque no sé si resistirá tu lengua insistente.

Un muy ligero toque de perfume, una disimulada mirada al espejo, y una sonrisa.

Estoy estupenda, agarro el bolso y me voy.

No paras de hablar y te escucho a medias.

No es que no me interese lo que me cuentas, es que no quiera perderme cada detalle de ti, aunque sé que mi mente va archivando y clasificando cada una de tus palabras.

No sé siquiera lo que he comido, aunque sí lo que has comido tú, hasta podría decirte cuantas veces masticas antes de tragar.

Tus dedos finos sostienen los míos y los mueves de forma mecánica acariciándome.

Y me llega como en cámara lenta cada uno de tus gestos, miradas, sonrisas... escucho latidos, pestañeos, silencios y roces, banda sonora de nuestra cena.

Me gusta tu boca mientras hablas.

Miro tus labios que sueño sobre mi piel e imagino mi saliva mezclándose con la tuya, quemando tu garganta y recorriendo toda tu sangre.

Vámonos me susurras al oído y sólo esa palabra hace que me estremezca.

O quizás sea la forma en que la has pronunciado.

Me despierto en mitad de la noche en un lado de la cama.

Tu cuerpo no está junto al mío.

Me vuelvo y te descubro buscándome.

Nos abrazamos y te duermes.

Yo no puedo, necesito escribir todo lo que se me está pasando por la cabeza.

Imagino que ya habrás abierto los ojos.

Le habrá sorprendido que no esté en la cama.

Me habrá llamado por ese nombre que me puso que no es el mío, el que nunca ha pronunciado.

Extrañado se habrá levantado a ver si estoy en el baño.

Volverá a la cama y entonces leerá todas las palabras que escribí sobre las sábanas, sobre la almohada, incluso en las cortinas.

Esta vez las palabras se las llevará el agua.

O puede que no... Me pregunto cuantas lavadoras harán falta.

Le puse indicaciones para que no se perdiera: empieza por la almohada, luego las sábanas y después las cortinas.

Es igual, pero a él le gusta seguir un orden.

Me siento libre, aunque es tan sólo una sensación pasajera, me limito a disfrutar de ella.

No sé hacia donde camino, llevo horas caminando sin parar.

Sólo quiero alejarme.

No me gustan las despedidas.

No quiero empezar de cero, sí ser yo misma.

¿O debo empezar de cero? no sé.... Creo que huyo de eso...

El sol asoma tímidamente por detrás de una nube.

Tengo ocho mensajes suyos en el celular, mensajes que no me dicen nada.

Le envío uno: escribe para mí.

Quiero que se desespere, que me eche de menos porque no me tiene.

Quiero que su corazón se desgarre y sea su alma quien hable verdades aunque hieran. Quiero que sea capaz de ver todo lo que soy, incluso lo que aún no sé que soy.

Quiero ser su único amor, detengo mis pasos... ¿realmente quiero todo eso? No.

Vuelvo a quitarme una careta, no necesito verlo en los ojos de nadie, en sus actos, en sus palabras.

Me lo creo, sí, me lo creo.

Lo que sí sé es lo que no quiero, por primera vez en mi vida lo sé.

No quiero echarte de menos, como ya lo hago, ni recordar tu cuerpo junto al mío.

No quiero estar pendiente de si vienes o no, no quiero molestarme pensando que hoy me has sonreído menos, o que te puedo agobiar con mis problemas... No quiero sentir tu distancia, esa distancia insalvable que a veces estableces sin darte cuenta.

Esa distancia que me consume, porque no fue acordada, porque es unilateral.

Esa distancia me produce frío, mucho frio.

También me angustia.

No quiero que lo que antes era algo especial, lo que antes era novedad, lo que antes nos empujaba hacia los brazos del otro, ahora se convierta en una rutina fastidiosa de cumplir. No quiero que se desvanezca la magia.

No quiero quitarme a cada segundo de la mente la imposibilidad de un futuro juntos, ni siquiera quiero pensar en futuros.

No quiero seguir dando siempre esa imagen de mujer liberal y fuerte, cuando sólo lo soy a ratos, porque sería mentirte.

Y nunca había sido tan sincera con nadie.

No quiero querer escaparme a cada segundo para llegar hasta ti, porque no puedo, y sufro por ello..., no quiero vivir la que dicen lógica evolución de una relación, con el enfriamiento que ello conlleva; no quiero tener miedo de que te canses de mí, o de yo cansarme de ti... no quiero dejar de verme en tus ojos, no quiero sufrir.

No quiero necesitarte.

No quiero miedos que me dobleguen.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, ciudad a la que reconozco como mi hábitat, mi casa, el cuenco de mis secretos, mi espejo.

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 

miércoles, septiembre 12

Un amasijo de recuerdos


Sept. 2012.        Un amasijo de recuerdos

 

Él me enseñó a bailar salsa, yo le enseñé algunos trucos de cocina.

Estábamos enamorados.

Un buen día le dije que me iba muy lejos, a un sitio con mar, y que no le volvería a ver.

Le di mi dirección, escrita con lápiz, pasó el verano y pensé que aquel papel se habría evaporado, o que quizá no puse la dirección correcta.

Una mañana, recibí una carta que decía -¿Qué tal? Yo aquí me lo paso muy bien, aunque te hecho de menos.  

Palabras que resultaban forzadas, ahogadas… Como quien que trata de expresar un sentimiento sin tenerlo claro.

Quería contestarle tantas cosas, que en seguida supe que las palabras no eran suficientes, y decidí enviarle la recopilación de canciones que mejor me hacían sentir, como cuando él escuchaba salsa  y le veía bailar.

Al poco tiempo, él contestó con otra melodía, de la que tengo un recuerdo especial.

Lo bonito de la historia es que pasamos así meses, mostrando lo de dentro, sin echar en falta nada más.

Hasta que un buen día sencillamente dejamos de hacerlo… Quizá fue culpa de la distancia, quizá…fue que debía aprender que en este mundo, ninguno de sus protagonistas, gira, se contornea, o besa según los propósitos del sentimiento.

Aprendí  que de nada sirven las pasiones en la distancia, pues, se van difuminando  para desaparecer, como la vida y la muerte.

Y el calor, la humedad del sexo, la pasión de las velas, de su cera, de los poros, de la respiración, carecen de sentido.

Con los años sólo acabaré como chatarra.

Con suerte me convertiré en un amasijo de recuerdos acurrucado sobre lo que fue la más dulce de las contemplaciones.

Su mirada.

Así que cierro los ojos y duermo, que de nada me servirán esos ojos.

Ese rayo de tormenta brutal, derrumbando el aire negro y brillante de la noche que sostiene mi retina.

Enterrada para siempre en el romper del alba que vive en el iris que escapó en salvaje galopada, expulsado de aquella oscuridad.

Quedando allí los restos de mis recuerdos, de la inocencia vencedora del destino.

Y tiñendo la mirada de la luz del amanecer, fingida de azul por vivir de día.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial. Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 

sábado, septiembre 8

Que enmudezca el sol.


Sept. 2012.   Que enmudezca el sol.

Todos me miran, como si me faltara algo, como a una vagabunda callejera que pide un poco de calma y todos me ven como si fuese una figura de barro que alguien abandonó en el suelo…

Que enmudezca el sol porque me está quemando, todos sus rayos tropiezan con mi cara y me deshago… sólo germinan metáforas sin sentido, nadie pinta mi aire cuando mi sonrisa se apaga y todo sonido resulta ser ruido… deja de crecer mi rama y aquí se plantan mis palabras porque sin ella mi vida queda descrita en un suspiro…

Tranquilos, vuelvo en un abrir y cerrar de ojos…a veces todo lo mío se reduce a la tendencia del suplicio.

 Al deseo del fin de esta paz que enturbia.

Afecto, sufrimiento, apetito de que una  tormenta  se lleve todo lo muerto, que arranque lo vivo, que lo haga volar.

Me urge, me seduce el cielo negro y relámpagos, la de esta sed de aire fresco, de desmayo.

 Todo se reduce a este ímpetu asesino de acabar con las mañanas, las sendas, el nacer
y el morir.

¡Con los segundos flotando en nada!

Desde mi rincón existencial, Tijuana BC, donde hoy el sol me hizo sentarme como se sientan los elefantes en el suelo cuando son asestados por el cañón de algún caza recompensas maniaco.

Rotunda y lenta, muy lenta.

Juro que yo no me movía tanto.

Sin embargo todo lo de alrededor giraba, retumbaba.

Pasé largos minutos observando y de pronto… Me asusté.

Andrea Guadalupe.

 

 

                       

                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 

Algún día, dijiste quererme.


   
 
Sept. 2012.         Algún día, dijiste quererme.
 Esta es la última vez que te escribo, pasará el tiempo y nos volveremos a ver, sólo que  ya no te miraré.
Espero que te vaya bien allá donde te lleve el viento, que el destino se porte como te mereces.
Yo no quiero merecerte más.
Llegaste nuevamente a mi vida, y sin mi permiso me has hecho ilusionarme.  
Me transformaste, convirtiéndome en una frustrada.
Ahora ando evocando a mis esperanzas, que por tu culpa se han evaporado creándome un mundo con fronteras.
Tú eres mi límite.
Agotaste mi angustia organizada, ha quedado apesadumbrada en un rincón por tu crueldad.
El corazón me da giros constantes, y ahora temo a la pérdida, cuando antes mi mundo consistía siempre en no ganar, en no apostar, en jamás poder perder.
Se fueron los ecos decadentes y sombríos que me acompañaban a todas partes, huyeron al ver tu figura.
Comprende que haces que me sienta más sola que nunca.
Tengo miedo, quiero dormir y no despertar, para aislarme de ti y olvidar que te quiero.
Y olvidar que te quise, olvidar que algún día, dijiste quererme.
Andrea Guadalupe.
                                             Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 

miércoles, septiembre 5

En el oscuro Horizonte.


Sept. 05.2012.   En el oscuro Horizonte.

 La ligera coloración se marchita con el paso de las horas mientras que la luna descansa en el manto oscuro del mar reluciendo brillos sepia.

Despiertan las azules aguas y aclaman al enfurecido Océano Pacifico, que se agita violento y da muestras de su furia castigando a la empinada roca la cual le muestra sus resplandecientes heridas en forma de suave arena.
En el oscuro horizonte se muestra el costero acantilado, sobre el se alzan amenazantes rocas dispuestas en una siniestra danza y dando a lugar a la sombría fortaleza del amanecer de los tiempos.
Este se torna teñido por el tormento de la noche y el lamento de las ánimas, amenazante y desafiando a los elementos.
Abre sus párpados regresando del jamás recordado olvido y como cada anochecer, siglo tras siglo, vaga por la abandonada estancia.
Su alma llora sin poder llorar cuando ve con ojos que no pueden ver, la piedra marchita que antes fue cálida y tibia como el manto del suave de las olas.
Camina lento y siente una brisa que no puede notar, los tímidos rayos del día castigan a la distraída noche, mientras que la oscuridad se esconde en la sombra apresurada por el radiante sol.
Finalmente sus párpados vuelven a refugiarse en el más absoluto olvido.

Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, tierra bañada por las olas del mar.

Andrea Guadalupe.