domingo, agosto 7

Un ser humano… Solo.


 

Tijuana BC, agosto 2011.    Un ser humano… Solo.

 

¿Qué es el amor?

Todo el mundo parece enloquecer por tenerlo, aunque, pensándolo bien, también enloquece por muchas otras estupideces.

El amor culturalmente, se ha convertido en un producto de lujo.

La literatura, la música y el cine, apenas pueden existir sin hacerle un homenaje.

Se  acepta como invitado estrella en cualquier cosa que tenga que ver con la diversión, y no discutimos su presencia jamás.

Yo, francamente, no creo en el amor.

Y que conste que no es una pose maldita para hacerme la interesante.

Creo firmemente en el sexo y en los intrincados lazos que la pasión traza entre todas las condiciones.

Creo en la empatía, en ese curioso traquetear de corazones al acorde.

Aunque lo entiendo todo como pasiones triviales, que nacen con los días contados, y que responden con dificultad a las medicinas que les aplicamos para revivirlas.

El ser humano nace con la condición implacable de su soledad.

La cultura inventa miles de mecanismos para endulzar esa situación, para negarla, reinterpretarla o salvarla.

Sólo que nada funciona.

Lo más importante que hacemos, además de nacer, es morir, y las dos cosas las hacemos de manera personal.

Por eso el amor es un paréntesis tan celebrado.

Mientras dura, sentimos la ilusión de no estar solas, de fundirnos con otra persona, de volver a algún útero cálido y deliciosamente húmedo y además lo hacemos con una intensidad feroz.

Aunque, como todas las fantasías, en algún momento llega a su fin.  

No hay velo que no se desgarre frente a la tormenta de todos los días, no hay espejismo que al andar hacia él no se descubra.

Algún día, al mirar a los ojos de la persona que amamos, descubrimos que allí hay otra persona que sufre, que tiene miedo, que está sola.

Que se engaña, que padece pequeñas o grandes indignidades del cuerpo y también miserias del alma.

El espejo se ha roto, Alicia ha salido del sueño, y nos despertamos como ella, recordando la sonrisa misteriosa del gato  Cheshire con sus promesas de infinitud.

El amor no existe, más sin embargo, por eso mismo, hay que disfrutar el rato que lo tenemos y luego dejarlo ir sin rencor.

Como sólo es una farsa, debemos ir a él como a un buen teatro, para asistir a una función que nos anima a seguir vivas y como medicina para endulzarnos los tragos amargos de la vida nos imparte continuamente.

Hay otros sentimientos más hondos, que sí lanzan fuertes fibras de amarre entre los seres humanos, tan fuertes, que a veces no se pueden romper.

Sólo que esos sentimientos no son populares, no son estéticamente vistosos, no se les dedican apenas canciones.

La piedad, la compasión por los seres sufrientes que somos; la amistad, que nos permite navegar por la vida con eso tan valioso que es la compañía; la fe, que no tiene que ser en un Dios, sino que puede dirigirse a muchas otras cosas.

Todos estos sentimientos son poderosos, se mantienen vivos frente a las inclemencias de la vida y el tiempo y posiblemente nos permitirán apoyarnos con fuerza en ellos.

Sólo que, no los podemos pintar en una postal y se ve mal el que se los salpique con poesía.

No se entregan bien al maquillaje y desfilan mal en cualquier pasarela.

No podemos hablar de ellos sin parecer unas idiotas, sospechosas de reaccionarias, aunque curiosamente, el amor es un sentimiento tan poco revolucionario, más bien un dulce opio que el poder administra con generosidad, por ser barato.

Nos merecemos lo que nos dan, la verdad.

Por no mirarnos desnudas al espejo, y ver lo que hay, que es poco y mucho, malo y bueno, desastre y maravilla a partes iguales.

Un animal pensante, una anomalía del universo.

Un ser humano… Solo.

Desde BC, mi rincón existencial, donde reflexiono, busco y navego entre dudas.

                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 

No al machismo, no a la cobardía, no a….


Tijuana BC. Agosto 2011.   No al machismo, no a la cobardía, no a….

Casi todo en mi vida empieza pensando en si seré o no capaz de hacerlo.

Todo, lo fácil y lo difícil.

Dudar es para mí algo natural, no puedo entender la vida sin dudas.

Me pasó el tiempo buscando y a veces inventando infinitos hilos de Ariadna que den sentido a las cosas, que marquen una dirección, un propósito en las cosas.

En ocasiones, no me importa que sean trascendentes, me basta con que los haya.

El caos me aturde, me deprime, sin embargo, tampoco dudo de que sea inevitable, necesario y lo que quieran.

Así que, desenredaré aquí mis hilos, pacientemente, trazando caminos invisibles en el mar, hilos de burbujas de aire y sol a través de este extraño laberinto que es la vida.

Respecto al Mino tauro no me pregunten, pues no sé más que ustedes.

Tal vez haya sido una vaga presencia amenazante, el protagonista obsesivo de algunos cuadros de Picasso, una leyenda antigua, una mentira…a saber.

Cada quien se encarga de sus propios temores y sus propias obsesiones.

Los mías no son especialmente interesantes, digamos que son…simples.

Últimamente vivo inmersa en un montón de actitudes estereotipadas, que me causan la sensación de vivir en una extraña pesadilla.

No sé qué pasa, para mí analizar la realidad de la orientación sexual y de identificación de género, es casi un trabajo.

 Muchas veces se hace en función de otro tipo de criterios, más emocionales y menos racionales, es decir, de lo que se siente políticamente correcto, y lo que no, que es todo el resto.

En este país los años no pasan, la sexualidad, es algo de lo que se habla como del futbol, y perteneces a un equipo u otro.

 Yo, que por circunstancias que no vienen al caso, he convivido con gente de mentalidades diversas, orientaciones e identidades, he encontrado ahí, gente que les gusta mirar la realidad desde un punto de vista personal y mucho más serio.

 He descubierto que el ser humano en conjunto es absurdo, no creo que sorprenda a nadie a estas alturas, sólo que me da la sensación de que no pensamos en ello.

Y es que a los prejuicios, como a la injusticia, la estupidez, el odio,  no se les puede dejar de combatir.

Hay que estar siempre señalándolos, de modo que estemos un poco más cerca, sino de extirparlos, al menos de mantenerlos tan bajo control como sea posible.

Porque muchas prejuicios que nos parecen absurdas los terminamos aceptando como parte del paisaje de nuestras vidas y de ese modo, contribuimos a que se aferren a la realidad y pasen de ser algo infame, a una realidad comúnmente admitida.

Y ahí es donde el absurdo, la injusticia, el odio, se hacen fuertes, en la rendición de nuestras conciencias.

Sé bien que nunca debo escribir desde la desesperación.

Eso es algo que siempre he querido tener presente, aunque, quizá ese estado de ánimo es el único que me da  motivación para poner en marcha el mecanismo de aplicar las cargas eléctricas que dicen que son los pensamientos a una hoja de papel.

Supongo que tiendo a mirar las cosas siempre bajo el prisma de distintas escalas.

Porque se puede mirar desde una óptica general.

Aunque, si me voy a mí propio mundo, la cuestión es diferente…En algún momento, recuerdo que la vida sigue a escala universal, gira el planeta, las estrellas siguen muertas sólo que brillan, caen gobiernos, mueren niños de hambre, el calor es insoportable... Y sin embargo, es mi dolor inmediato el que va extendiéndose por el horizonte.

Ese horizonte que nadie sabe cuando, se volvió del color y la textura de la tapa de un bote de  basura, y no menciono nada del olor.

Y sigo terca en mi senda, no tolero, no quiero, no estoy de acuerdo.

En definitiva: No, así que digo no.

Con las dos letras, como si tuviera más, las diría con todas.

El mundo se ha convertido desde hace tiempo para mí en algo excesivamente inhóspito.

No recuerdo ni siquiera mi infancia como un lugar agradable y familiar.

Quizá naci con una disfunción social que me impide disfrutar de las personas y del mundo... Como sea, es algo ya sin remedio.

Mi rincón existencial es la narrativa, y vivo inmersa entre mundos de papel.

Sí, ya sé que este tipo de declaraciones lleva de forma evidente a comentarios de tipo: "no hay que encerrarse" "corres peligro de alejarte demasiado de la realidad".

La cuestión está en que para mí la realidad es tóxica.

Sufro sarpullidos emocionales cuando entro en contacto con prejuicios que provocan el odio, el miedo, y el horror.  

Y regresar a mi mundo, se impone como una solución inteligente y prudente, porque he descubierto que existen pocos autores que mientan cuando escriben.

Es casi imposible, porque al escribir, nuestros tejidos más profundos quedan al descubierto.

Es un proceso depurativo imposible de falsear.

Cuando las palabras se alinean una detrás de otra, mentir se convierte en una tarea desesperada e imposible.

A lo más que se llega es a un cierto disimulo, a un tenue pudor, que quizá presta a la escritura un tinte casi erótico.

Así que vuelvo de nuevo a sumergirme en mis mundos de papel, a experimentar la vida como algo directo al corazón y lleno de autenticidad.

Fuera quedan los prejuicios, las intrigas, las conspiraciones, la falsedad, la traición y el dolor.

No todo, sólo lo miserable, lo que se hace por nada, por simples sombras de prestigio, por sobras en el reparto de las comodidades.

Los que se gritan por tener el corazón pequeño, el intelecto desperdiciado y el alma débil.

No al machismo, no a la cobardía, no a dejarse llevar, no a esconderse.

No dejaré que me conviertan en un ser humano sin pensamiento propio, sin iniciativa, ni criterio, sin respeto a sí misma, sin coraje, con miedo por los prejuicios.

No dejaré que me conviertan en una víctima.

Y ahora, puede caer plomo derretido y las estrellas pueden apagarse.

 

Desde BC, mi rincón existencial, porque, ¿sabes?

 Hoy he cerrado mi ventana y he pensado en ti, quería recordarte esta mañana, así que si me lees, saludos detrás de esta pantalla de cristal líquido.

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.