Feb/009. Viernes por la tarde, mi espíritu flota.
Viernes por la tarde para mi, noche para mis compañeros Fabricio, Ángel, Eiti, Y el Viejo Quijote de la Poesía triste, el Maestro Salvatore.
Intercambiamos ideas en el Chat, emociones, palabras, historias y nos acercamos más al ser humano que existe tras un monitor frío e impersonal.
En un momento no buscado, nuestra conversación se refugio en la música y grupos de la década de los 70's.
Y en ese abrigo, se fortaleció el acercamiento que hace palpitar la imaginación y estremecer el corazón.
En este mundo de famas e infamias, de gracias y desgracias, insignificancias y exageraciones, capacidades e incapacidades, dones y carencias, espasmos y orgasmos, maullidos y ladridos, sueños y pesadillas, pocos éxtasis se alcanzan lamentablemente sin tener que abrir el bolso, el monedero y deslizar la tarjeta por alguna ranura, o firmar papelitos que desangran las cuentas bancarias de cualquiera que intenta poner en stop la realidad que parece todos los días al cruzar las puertas de nuestras casas, al abrir la ventana televisiva, al encender la voz radial o leer lo que la prensa anuncia en sus encabezados diarios.
Aunque al poner el reproductor en "on", nos cuesta la luz y bastante cara según la zona donde se aterriza y se acostumbra llamar la casa y hogar.
Y que en esta recuesta de febrero marzo, en la que estamos dedicados a jugarnos el pellejo para salvar nuestros destinos y reputación ante el cataclismo económico mundial que inventaron los infames y terminaron bendiciéndolo los corruptos príncipes de cuello blanco y corazón de piedra, se inclina una por ahorrar en cualquier cosa.
Así que una de las pocas fugas posibles de este mundo matraca, evitando un cataclismo prematuro y estrabismo financiero por un instante, es seguir la ruta de la música que nos llega y eleva, porque cuando ella toma la palabra, el mundo calla, por su hechizo sonoro y también por su carga de decibeles, que convierten el dulce, tierno y espantoso "jingle", de un repartidos de helados, que nos soplamos todas las tardes, fuera de la casa, en apenas un leve zumbido de moscas.
Frente a las bocinas, despojada del yo y sus angustias, me transformo en parte del milagro que esas "Tortillas de platino", lanzan.
Percutiendo como si estuviera montada en la batería más maravillosa, ensamblo con las manos los teclados, y le rasco las tripas invisibles a la de seis, en una guitarra de aire de inmensas magnitudes.
Me transformo en payasa, agito la cabeza, apasionada por esa electricidad que fluye mágicamente por las venas _ cables de una guitarra etérea.
Soy una mujer en trance, que al bajar de su delirio, recupero la condición humana y soy yo de vuelta.
Con la diferencia de que ahora mi espíritu flota, y ya no me importa lo que rebuzna el mentiroso de hoy en cualquier medio de comunicaciones.
Porque la música revitaliza, libera hasta el alma mas aprisionada por las leyes del sufrir.
Sin intenciones discriminatorias incluyentes y que siembren dudas, recibí una transfuncion de vida con:"Light my Fire", con Jim Morrinson,
The Police, Rudolph Shenker, de Scorpions, The Animals, con La Casa del Sol Naciente, Credence, con Born on the Bayou, por nombrar algunos.
Sé que cada quien tiene sus preferidos y la libertad de ponerles a sonar cada vez que se le antoje para sentirse mejor que ayer y mas encendido que mañana.
Porque la música es una de las mejores medicinas para la vida actual y quien lo dude, le reto a que lo compruebe cara a cara con su aparato de sonido y con un manojo de cd's de sus aristas preferidos. Andrea Guadalupe.
Andrea Guadalupe.
Desde mi rincón existencial, donde el sol nace al poniente.
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