sábado, marzo 28

Soy una locura.

Tijuana BC. Marzo /009.     Soy una locura.

 

En ocasiones, quisiera yo borrar mi pasado y comenzar una nueva historia, arrancarle todas las páginas a mi patética biografía y echarla a la hoguera.

Así nunca nadie me recordaría episodios oscuros.

Encuentra andanzas y acontecimientos, no  ciertamente capítulos luminosos y por eso debería demandar a todos quienes lo han permitido para hacerles temblar de miedo y desaparecer sus registros, sus testimonios, y así continuar mi vida bendecido por la desmemoria tan frecuente en este país…

En el ocaso de un invierno de tormentas, encuentro el milagroso bálsamo del humor no para expulsar la tristeza sino para vigorizarlo y hacer de la inconformidad y la aflicción las únicas virtudes posibles en la era del vacío.

En mi silencioso rincón existencial, habitado por un descalabrado espíritu, humildemente  escribo fugas.

 Resultan fascinantes el disgusto, la desilusión, la claridad y el juicio  suicida, amante de la filosofía y la brevedad…

Este mundo esta lleno de locuras y de seres que las cometemos.

Doy gracias a Dios.

El gusto por la escritura es parte de la locura, y en su mayoría, somos mujeres las que tocadas por un dedo divino, abrimos los ojos para ver y describir lo que otros no pueden.

Locura es darse a la belleza.

Quienes componen música la tocan, quienes la cantan, quienes pintan, esculpen, danzan, escriben, construyen armonías de piedra o vuelven eternas con su cámara las fugitivas imágenes del mundo.  

Locuras cometen tod@s l@s seres humanos que hacen teatro, esa gran copia de la vida, y al hacerlo nos muestran que la vida es una gran copia del teatro.

Locura es escuchar en un griterío confuso, la voz de Dios y van tras EL.

Locura es amar, pues el amor no es verdadero si no es locura.

Locura es seguir un sueño, cualquier sueño, ir tras el hasta llegar al ultimo.

Otras especies de locuras existen, las amistades cariños que surgen en el mundo cibernético.

A mi me agrada esa locura, el afecto desinteresado, por lo cual sigue viviendo el sentido humanitario, que de otra manera desaparecería o quedaría condenado a la entupida muerte del vació y soledad.  

 Soy una locura hecha mujer, que se asombra y deslumbra de la vida y la muerte, del bien y del mal, de la amistad y sus beneficios al alma, del dolor del alejamiento.

Disfrutar de la amistad, el afecto de mis compañer@s  en la comunidad es algo que agradezco siempre desde el fondo de mi corazón.

Con sus palabras generosas y espontáneas me regalan una de las más bellas locuras de mi vida.

Andrea  Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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