sábado, marzo 21

Estela de aromas que dejaron huella.

Marzo/009.    Estela de aromas que dejaron huella.

 

 

Nací y crecí en el sureste mexicano, aunque por mi trabajo recorrí la mayor parte de la Republica, solo no conocí donde no quise nunca caminar.

El trabajo y la vida me trajeron a Tijuana, el transitar sus calles, reconstruyo de la Tijuana que llevo dentro.

De los tantos compañeros y pocos amigos que tuve.

Con ellos conocí y compartí la transformación de la ciudad que poco a poco fue siendo lo que ahora es, algo que se trepa en las cañadas que la rodean, que la rebasan, que la atrapan, que la atropellan, que la desbordan, y que se llama a si misma; Ciudad donde empieza la Patria.

La que llego a ser alguna vez la leyenda negra de un casino visitado por gansters, es ahora una inocente imagen de cine mudo, descolorida y distante.

El decorado urbano de burros pintados como cebras en la avenida Revolución, ha quedado desierto, sus flores de papel se han marchitado.

El panteón numero uno con la tumba de Juan Soldado, que tanto me impactara, palidece hoy ante la brutalidad de la ola de violencia.

Aun en las zonas residenciales, antes tranquilas, aparecen los comandos del Ejército  y de la Policía Federal aturdiendo el silencio, acallando el paso, silenciando lo habitual.

Al recorrer la avenida Paseo de los Héroes, me toca hacer un alto, y a mi lado se encuentra un vehículo de la Agencia Federal de Investigaciones.  

En su interior dos agentes con pasa montañas, todos de negro, me miran.

Siento el frío penetrante de la hostilidad.

Ante mí, un letrero ofrece a todo color un número telefónico para denunciar la corrupción.

Me dirijo al centro, me estaciono, bajo a sentarme en una banca del parque Teniente Guerrero.

Me hundo en mis recuerdos.

No queda anda presente, el pasado prevalece, todo se ha ido, yo me he ido.

Quizá por el aire gélido que trae la tarde, porque las sombras desaparecen y llegan las oscuras horas, porque a mi animo lo invade la melancolía.

Suspiro con tristeza ante la estela de aromas que dejaron huella en mi las platicas y risas en mi pueblo de Veracruz, ante una taza de café.

Andrea Guadalupe.  

 


 

                                              Andrea Guadalupe.

                

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 



 




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