jueves, julio 23

Historias Urbanas. Entre el silencio y la marginación

Tijuana BC Jul/009.     Historias Urbanas. Entre el silencio y la marginación

 

Las compañeras del hotel donde trabaja como recepcionista le han preguntado qué es eso que toma todas las mañanas, eso que parece jugo de tamarindo.

Ella, mintiendo, contesta que son vitaminas nada más.

Tiene 30 años, dos hijos, sus ojos son de parpados profundos, su cuerpo dibuja curvas de proporciones atractivas.

"Si se enteran en mi trabajo que tengo VIH, seguramente me van a rechazar"

Entonces guarda silencio en un rincón de su historia personal.

Hasta hace tres años, no se imaginaba que pudiera tener VIH.

Sus médicos calculan que vivo más de dos años con el virus en el cuerpo.  

Ahora, cada mañana, antes de ir a trabajar, se toma medicamentos anti- retrovirales que le prescribieron, esas pastillas le acompañan siempre.

Las guarda en su bolso, cuidando que no se las puedan encontrar.

Sus amigas no lo saben, sus compañeras de trabajo y vecinos no lo sospechan.

Su familia se entero tras una crisis que sufrió y que casi la llevo a la muerte; llego a pesar 47 Kg., su peso regular era de 65.

Cuando se entero la de su infección, nunca había pensado en la palabra SIDA.

No conocía nada del tema, lo sentía algo lejano.

No le creyó a su ex pareja, cuando tiempo atrás, le confeso que era portador del VIH.

Prefirió alejar al papá de su hijo, después, empezaron los problemas fiscos, vomito, diarrea, malestares.

O estoy embarazada, o tengo SIDA, pensó.

Y fueron las dos cosas.

Un medico es pocos días, le confirmo; tiene VIH.

Sintió que moriría pronto.

En ese instante, había encontrado a otro hombre que la hacia feliz, y con quien tuvo su segundo hijo.

"Pienso en esto todo el día, dependiendo de lo que esté haciendo"

"Sobre todo en las noches, antes de dormir"

"Pienso en tantas cosas, en como me siento, en que es difícil aceptarlo, en que quisiera otra vida, no saber que estoy enferma, pido a Dios tener un poco más de vida para estar con mis hijos"

"Es que no sé, sólo tuve dos parejas en mi vida,…estoy tan joven…"

 

De lunes a viernes, después de comer, arregla su cabello, se ve en el espejo.

A las dos de la tarde, llega a su trabajo, registra su entrada, se detiene a saludar a sus compañeros.

"A veces, los veo, pienso que alguno de ellos quizá pueda tener VIH, y no saben, o si saben, sólo que como yo, no le dicen a nadie"

Hace 12 años, cuando se entero de su infección,  trabajaba en dos empresas, dejo una, le dio miedo que le descubrieran.

"Me imaginaba que me llamarían a una junta, que me confrontarían preguntándome si tenia SIDA"

Diciéndome que me fuera, así, frente a todos, y duramente.

En sus suposiciones, se adelanto y pidió su renuncia.

Sonríe con ojos de nostalgia, viste jeans viejos, chamarra de mezclilla, camiseta sin marca.

En su cubicuelo tiene una nota impresa; Aumentaron los casos de SIDA en Europa.

¿Europa?, Si, y se transporta en sus pensamientos.

Recuerda y cuenta que hace más de seis años, viajo dos veces a visitar a su pareja en Francia.

Con el vivo dos años en el Distrito Federal, recuerda el amor y cuidados de su novio, quien no tenía VIH.

Siempre usaron protección.

En su relación amorosa, le acepto y cuido hasta que llego una beca para estudiar en Europa.

Sigue solo desde entonces, jamás volvió a tener una pareja estable.

Vive con sus padres, quienes a veces le preguntan por qué tiene tantas diarreas y por qué está tan solo.

 

 

Se puso pálido cuando supo el resultado.

Se quedo callado por mucho tiempo.

Respetamos ese silencio.

Salí y cuando regrese, estaba llorando mucho.

Eso es normal, la mayoría piensa que ya se van a morir, preguntan cuánto les queda de vida, preguntan que cambiara, si se lo tienen que contar a alguien.

Pensaron que jamás les pasaría algo así, y de pronto, por un acostón sin protección, les sucede.

Se ven como cualquier persona normal, trabajan, tiene planes, llevan una vida sana y en un descuido, todo cambia.

Andrea Guadalupe.

 

 

 

 

 

 



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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