miércoles, julio 8

Historias Urbanas, Susi Trans.



                                                 

Tijuana BC Jul/009.    Historias Urbanas, Susi Trans.

 

 

 

1985

Elsa Maria salió de la ducha y se sentó en la cama envuelta en una toalla pequeña.

Las gotitas del pelo mojado caían sobre sus muslos.

El final del verano le había dejado un bronceado gracioso, que hacía contraste con el tejido blanco.

Permaneció unos minutos entre el sueño, por los vapores que desprendía su piel y por la placentera sensación de sentir el rizo de la toalla.

De repente le vio, ahí, en la esquina de la habitación.

Observándola con sus ojos tristes, grandes y vivos de criatura  pequeña.

Cuando le descubrió sintió la invasión en aquella intimidad que había creado, sólo que no pudo enfadarse durante más de un segundo.

Ven, aquí.

Alargó las manos todavía mojadas, y la criatura se protegió en su abrazo.

Se dio cuenta de que había estado llorando y le subió a sus rodillas frente al tocador.

Sacó una pintura de labios de color tan intenso como la sonrisa que se iba dibujando  en los labios.

Primero, se miró al espejo.

Poco a poco fue fabricándose con el carmín unos labios rojos.   

La criatura miraba a su hermana boquiabierta e impaciente.

Ella le sonrió.

¡Quédate quieta y haz así! , repitió el gesto sin dificultad.

Cuando se miró al espejo y se vio los mismos labios femeninos y carnosos que su hermana, dio un brinco y la abrazó tan fuerte que ella empezó a dejar de respirar.

Luego le dio un beso enorme que marcó con carmín toda la mejilla.

¡Mira lo que has hecho! Y la hermana mayor comenzó a llenarle de besos, y a recibirlos, y todo fue una batalla roja de felicidad que hizo olvidar aquellas lágrimas durante un rato.

Vamos a comer Oscar, mira que se hace tarde.

Se le cambió el gesto.

No le gustaba su nombre, su hermana lo sabía, sólo que se le olvidaba.

 

 1996

Tenía las uñas largas y cuidadas, las manos grandes, una piel exquisita, el cabello largo y muy bien peinado cubría el andrógino rostro adolescente.

Tecleaba de prisa, y miraba hacia abajo cuando entregaba el cambio.

La única banda sonora era la voz que informaba a los clientes de la oferta del día.

El Súper mercado olía a pescado, a carne y a fruta.

¡Madre mía como está la cajera!

¡Lo que te enseñaría a hacer yo con esas manos, niña!

Buenos días, contestó educadamente.

El cliente casi no podía oírla.

 Se esforzó en cobrar rápidamente, y cuando le dijo la cantidad evitó mirarlo.

¿Cuánto? ¡Habla más alto! ¿Cuánto?

Una voz profunda indicó en voz alta y clara el precio.

Sintió de inmediato como una mano le levantaba la cara en un movimiento brusco.

Dos lágrimas ya le habían salido de los ojos.

Qué asco. ¡Maricón!

En el último… maricón, ya salía por la puerta del súper.

"Es mariquita" "Qué lástima".

Y  el siguiente cliente suspiraba porque tenía prisa, sin ninguna intención de perder un segundo más del necesario en terminar su compra.

Un día más salió llorando por la puerta del súper, con el uniforme destrozado y la cara llena de manchas de rimel.

Esperaba en la puerta y entonces Elsa María se bajó del coche.

Alargó las manos para que se protegiera en el abrazo.

Tranquila, Susana.

Hacía ya mucho tiempo que no le llamaba Oscar.  

 

 

2009

Habían comido tanto que la sobremesa se alargó más que el almuerzo.

El café se alargó eternamente, como a ambas les gustaba.

Las dos solas, sin sus parejas, sin sus amigos.

Las dos solas, dos cafés y un mundo de palabras por decirse.

Mira Susi yo voy a pedirme pastel, total, después de la comida que nos hemos dado…

¡Un día es un día!

Y explotaban en risas.

Todo les hacía gracia.

Criticaban y adulaban a los hombres de su alrededor, se quejaban del trabajo e intercambiaban comentarios.

 Es tarde, Elsa María, llevamos aquí 5 horas, tengo que irme.

Elsa María alargó las manos y Susana le abrazó muy fuerte.

Esta vez no tuvo que refugiarse.    Andrea Guadalupe.

                                         sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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