miércoles, agosto 17

Sol y Luna.


Sol y Luna. 

Hoy cumplimos años de matrimonio, años de andanzas por los senderos de la vida, por los senderos de la convivencia.

Entró con aires amargos el invierno en nuestras vidas y reflexioné que siempre te igualé a un sol que iluminaba mi vida. 
Tú eras el sol, solo que…… yo no era la luna.

Desequilibraste mi corazón en cuanto surgiste, como una rebelde tempestad en la mar calmada. 
Estremeciste mi alma, mi espíritu. 
El temblor de mi cuerpo era comparable al temblor de la tierra.

En cuanto te conocí, dejo de importarme el mundo. 
Solo deseaba estar contigo, compartir tus días, tus noches, tus sueños. 
Ser el eje de tu vida.

Tu luz me deslumbraba. 
Tus rayos me envolvían, me quemaban.
 Me transformé en un ser diminuto y frágil. 
Te necesitaba como la tierra necesita el agua.

Te necesitaba. Necesitaba tu amor, tu apoyo, tu presencia. Quería ser tu mitad, tu alma gemela, tu yo. Quería fundirme en ti. Quería que compartiésemos todas nuestras vivencias, todas nuestras alegrías, todos nuestros problemas.

Bebía los vientos por ti.

Creí en ti, creí en el amor, creí en la complicidad. 
Creí que mi vida se uniría a la tuya. 
Imaginé que el amor era compartir, vivir el uno para el otro.

Al llegar el invierno de nuestras vidas, entendí que había pasado el tiempo esperando que me vieras, de que te dieras cuenta que me vieras, que te dieras cuenta de que yo existía, de que yo aún existo. 
Derramé todos los suspiros y lamentos de mi cuerpo, hundida en la soledad de los que temen hablar demasiado o reclamar el cariño que tanto necesitan.

A lo largo de nuestro camino, se asoma una voz que susurraba: mañana te verá, mañana entenderá que tu vida es un largo esperar. 
Mañana entenderá que le necesitas, mañana..

Para ti, fue más fácil no ver, no entender, no cambiar de ruta. Tu vida siguió sus propios senderos,  huiste del compromiso. Me arrinconaste en el equipaje del olvido.

Mi corazón buscó alivio en el día a día que te amé,
Con locura, con arrebato. 
El amor, la espera me lastimaron.

Hoy, mis ojos están secos de tanto llorar. 
Mis pensamientos se pierden en unos ángulos incógnitos para despejar este vació. 
¿Cómo acepté esta situación? 
¿Por qué fui relegada al último plano del amor que obsesionaba mis días, mis noches? 
Me transformé en este ser que no espera nada de la vida, del amor.

¿Y……………….. tú no te replanteas nada? ¿Lo das todo por hecho?

Para mí todo está por hacer. 
Pensarás que es una locura increíble a mis años. 
No quiero seguir viviendo  ignorada. 
No quiero morir en vida. 
Quiero vivir, quiero sentir. 
Quiero amar y ser amada. 
Quiero ser reconquistada.

La puerta está entornada. 
Está entre tus manos, abrirla o cerrarla para el resto de nuestras  vidas.  

Andrea Guadalupe.

                  

No hay comentarios.: