martes, agosto 16

Hoy, a tantos de tantos.


Hoy, a tantos de tantos.

Hoy a tantos de tantos, en plenas facultades mentales y administrando sobre lo que se podría denominar mi propia vida, he decidido dejar todos y cada uno de los bienes que constituyen mi mayor fortuna en la medida de los hombres.
Por tanto, hoy a la tierra quemada, primera estación de todos los desiertos, dejo el eco de las alondras.
A la niña que diario muere en mi memoria, a quién doblegó la miseria, le dejo  los pies  para huir del hambre.
Le dejo el estallido de mis riñones y una sonrisa.
En beneficio permanente, le dejo la paz entre los círculos concéntricos de las lagunas.
A mis amigas les dejo un atardecer en el Pacifico mientras el sol se adentra en las aguas del mar.
La luz reveladora del mediodía y los caballos azules que anuncian precipitadamente las olas.

Y a mi compañera, con la que estoy permanentemente en deuda, le dejo diez minutos de todas las primaveras.
Para que así conste cuando llegue mi último día, dejo por adelantado éstos bienes que constituyen  mi mayor fortuna en la medida de los hombres.
Hoy, a tantos de tantos.
 Andrea Guadalupe.






                           

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