sábado, agosto 6

El viento que sopla en el cementerio

 El viento que sopla en el cementerio.

En el pequeño cementerio que se resguarda en mi memoria  está la tumba del cura del pueblo.
La gente lleva flores a la tumba, pues dice que el señor cura fue un santo. 
Sólo que si la tumba del señor cura pudiera hablar,diría esto: Me hice sacerdote,porque creía en Dios, y sentía que Dios creía en mí.  
Luego de fastidios de la vida y los pequeños fracasos habituales, me hicieron dudar de que Dios estuviera conmigo, y entonces comencé a dejar de estar con Dios. 
Dejé de creer en El, no sé si porque leí algunos libros o porque no leí los suficientes. 
Nada más los que saben mucho y los que no saben nada tienen a su alcance a Dios.
Así, perdí la fe. 
A nadie lo dije. 
No importaba que yo no creyera en Dios; lo importante es que las gentes a quienes yo amaba sí creían en El. 
Por amor a ellos seguí amando a Dios. 
Le rezaba por las noches reclamándole que no existiese.
Todos me tenían por un buen sacerdote. 
El obispo me proponía como ejemplo a los demás. 
A mí, que me dolía ser ateo porque no tenía a quien dar las gracias por los dones que de la vida recibía.
Uno de los dones que de la vida recibí fue el de la muerte. 
La tuve tranquila. 
Mis últimas palabras fueron para los pobres que rodeaban mi cama de agonía: Dios los bendiga. 
En sus lágrimas vi. que mi vida no había sido inútil. 
Y dije para mí: 'Gracias a Dios, porque no había más a quién darle las gracias.
Ahora sé que...
Otras palabras hay en la tumba del santo sacerdote que no creía en Dios.
 Sin embargo, el viento que sopla en el cementerio no deja que se escuchen bien.

Andrea Guadalupe. 



                      

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