viernes, agosto 5

Ten presente el futuro...




Ten presente el futuro...

Si piensas que tú no eres nadie y que nada puedes hacer en contra de la creciente ola de violencia, de sangre y de miedo: Ten presente el futuro...
Si eres tan ingenua como para ignorar que el porvenir envía mensajes muy claros al presente y que,  ensaya antes de presentarse y si supones que lo que habrá de suceder sólo puede ser investigado por el brujo mayor o en las galletas chinas; 
si dejas a un lado tu inteligencia y decides, desde tu comodidad o incomodidad presente, que ese futuro es fatal y oscuro: Ten presente el futuro...
Si miras a tus hijos y te olvidas de educarlos en el más hondo sentido de la palabra y te dedicas exclusivamente a impartirles, con tu palabra y tu conducta, un curso rápido de debilidad, cobardía, pasiva conformidad, ¡resignación! y pequeñas corrupciones cotidianas, mentir, hacer trampas, faltar a la palabra, auto despreciarse, convencerlos de que en este país todo y todos están echados irremediablemente a perder: Ten presente el futuro...
Si crees que la sangre derramada no te alcanza ni te importa, que lo que pasa  en la azotea de tu casa, en todo ese contorno que antes llamabas Patria y en nuestro convulsionado mundo son asuntos que te rebasan porque no estás preparada, no te gusta andar de alborotadora y ya te conformas con sobrevivir, bien o mal, día con día:
Ten presente el futuro... 
Si supones que da lo mismo ser cobarde que ser valiente; que mientras no se metan conmigo, yo no me meto con nadie, si en tu familia que es decente no se estila manifestar con voz clara y audible descontentos y deseos y has sido entrenada en el intolerante conocimiento de que no es de buen gusto ponerte de acuerdo con tu prójimo y aceptarlo y respetarlo y, llegado el momento, hacer causa común con ése que consideras no tan sólo distinto, sino inferior. 
Si consideras que sólo tu familia, tu grupo, tu tribu, tu iglesia son los únicos y exclusivos dueños de la verdad, del bien y de los valores: Ten presente el futuro...
Si ya se te olvidó que los humanos sólo tenemos dos actitudes posibles: vivir o morir   y con tu olvido has optado por la muerte. 
Si eres triste mortal, miedoso disfrazado de prudente; si ya no recuerdas que el muerto sólo puede repartir muerte; si ya perdiste de vista y de vida esos dos tesoros que son la caricia y la sonrisa; si piensas, es un decir, que aquella última lección de Borges que nos dice, a sus 89 años, que dos y sólo dos son las obligaciones del hombre: Ser justo y ser feliz y te dedicas a ser víctima o cómplice o hacedor de tristeza y de injusticia: Ten presente el futuro...
Si ya tu mente y tu corazón aceptaron que nosotras las comunes ciudadanas somos impotentes, en todos los sentidos de la palabra, frente a las fuerzas oscuras del instinto, las creencias, la violencia, la impunidad y la completa y bruta voluntad de aquéllos que quieren que nada cambie, o que sólo quieren repintar la fachada y conservar el tiradero interior; si ya aceptaste todo esto y con tu aceptación te volviste cómplice y, tarde o temprano, víctima del mal:
Ten presente el futuro... 
Si tras una breve estancia en la condición de ciudadana, te has convertido en consumidora permanente de lo que te quieran vender los medios electrónicos, o ya te pasaste al bando totalmente opuesto y ahora te compensas con la seguridad de que todo avance en la ciencia, en la tecnología, en el arte y sobre todo, en el pensamiento, es puramente ilusorio y que, por lo tanto, nuestro deber es retornar a Tenochtitlan y alimentar con sangre a nuestros dioses muertos portando nuestro de caballero águila: Ten presente el futuro...
Si has archivado en el olvido el mensaje de John Donne: 
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti. 
 y si no ves más allá de tus narices y crees que la violencia es inseparable al hombre y, con la misma cerrazón  mental, supones que la esperanza es meramente una virtud teologal que en el pantano de tu cerebro se confunde con la fe, otra virtud teologal. 
Si ya te rendiste y al hacerlo olvidaste las tareas del héroe y te decidiste por ser mártir que se deja conducir, mansa y silenciosa, al matadero que nos están organizando: Ten presente el futuro... 
Por tus muertos, por ti, por los que van llegando, fortalece tu corazón, ¡pelea! y hazlo con esas poderosas armas que ahí tienes a tu alcance: El pensamiento, la palabra, la buena y firme conducta, la belleza, el gozo, la caricia y la sonrisa inteligente 
 La esperanza es entonces fruto de la razón y no engaño de las creencia.
Andrea Guadalupe. 


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