Tijuana BC Jun /009. Sin disculpas o pretextos.
Cuando en mi adolescencia, vivía en mi pueblo natal, en el estado de Veracruz, nunca pensé que fuera el centro del universo.
Entendía yo que habitaba una ciudad pequeña, alejada de los principales orbes del país, que en que en aquel entonces, eran la ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
Y comprendí también que lo cultural, el deporte y entretenimiento, llegaban siempre de afuera.
Esa era la norma y ley.
En la librería principal de mi pueblo, encontraba más comics que libros.
La zona estaba hundida en una cultura tradicional dominada por la religión católica, laboral agrícola industrial, y sometida por una clase política que heredaba los puestos.
La gente gustaba de andar a caballo, hablar de liberación femenina, diversidad sexual, abortos o usar minifalda y el cabello largo, eran gustos que nunca estaban acordes a la cultura de las masas.
Eran temas desaprobados en aquel pueblo petrificado en el tiempo.
Alguna vez, el lema de campaña política del actual partido en el poder, uso como slogan la frase; Limpiaremos de escoria a la ciudad, refiriéndose a la comunidad lesbico gay bisexual y transexual.
Exhibiendo ante el mundo la intolerancia y cerrazón mental.
En los años 80's, al terminar mis estudios en el Instituto Tecnológico de Orizaba, tuve la oportunidad de colocarme en una empresa de Monterrey Nuevo León.
Me encantaron sus librerías, tiendas de discos, centros culturales.
Aprendí lejos de mi pueblo natal, las limitaciones de mi terruño.
Al regresar en las vacaciones, me daba cuenta que mi generación seguía escuchando a los mismos grupos, y no evolucionaban, no buscaban nuevos mundos para actualizar sus visiones.
Esto a mi me parecía incomprensible.
Decidí nunca aceptar el estancamiento personal por desidia o falta de voluntad.
Ahora, cerca de 30 años más tarde, puedo decir que no importa dónde viva una, sino como asume una su propio desarrollo creativo.
Ahora, desde hace algunos años, vivo aquí en Tijuana BC, y aunque no puedo evitar sentir nostalgias por el pueblo en que nací y crecí, hoy estoy mucho mejor.
Aquí muchas cosas están sucediendo, movimientos sociales, grupos culturales, generaciones más concientes de su entorno.
Cuando alguien me dice que Tijuana es aburrida, que aquí no hay historias importantes, yo respondo; Pues haz que sucedan, es tu responsabilidad.
Estoy convencida que la vida como la realidad, como creación, como obra a realizar, esta entre nosotr@s.
Si queremos dejar huella, por más efímera que esta sea, hay que hacer a un lado las quejas, la incapacidad de asumirnos como lo que queremos ser o vivir, es necesario soñar cada quien desde su rincón existencial, y es requisito indispensable el trabajar duro para poder levantar los espejismos del mito y la leyenda, para poder vivir en el espacio donde lo real sólo importa como materia de sueños, como principio alquímico en el ciclo de las transfiguraciones.
El mundo de la escritura, sólo necesita de la realidad como cimiento, no como meta.
Hay que hacer que nuestras creaciones valgan por la fuerza de su lenguaje, por la singularidad de sus personajes, por la estructura de sus tramas, por las ideas que pregona y defiende.
Una narrativa que sacuda y despierte, que conmueva y desafié con obras que reten los prejuicios,
Las creencias, que nos obliguen a ver la realidad con otros ojos, desde otros puntos de vista.
Una narrativa sin ataduras o medias tintas.
Y aquí hablo de contar nuestras vidas en ella, de hacer de lo propio y lo personal otros mundos, otras fronteras.
Hablo de multiplicar la realidad, de enriquecerla, de darle nuevos sentidos y significados.
De hacerla nuestra para que sea de tod@s.
Y luego, sin disculpas o pretextos, mostrar al mundo, nuestra exitosa creatividad.
Andrea Guadalupe.
Andrea Guadalupe.
Desde mi rincón existencial, donde el sol nace al poniente.
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