sábado, junio 6

Con el último trago de café

Tijuana BC Jun/009.               Con el último trago de café

 

 

 

 

Amanece, los nuevos rayos de sol llegan hasta mi ventana.

He pasado la noche en el sofá, café, papel y lápiz me han acompañado durante mi trasnochada, estoy con la última taza.

A mi derecha en una  mesita, un frasco de pastillas para dormir eternamente.

Normalmente cuando la gente toma esta decisión, en realidad no es tal decisión, ya que no es tomada racionalmente, es tan solo que la desesperación y la depresión hacen creer que no hay otra salida, y el suicidio se produce en un ataque de nervios en que la mente racional no es capaz de pensar, no tan solo de forma clara, si no de ninguna forma.

 Se actúa impulsada por los sentimientos, por la mente emocional, sólo que ésta es controlada por la pena, el dolor, la más profunda de las depresiones, y eso conduce a actuar de forma extrema.

Se encuentra una sumida en un secuestro emocional de la mente racional a causa de las emociones.

Al menos eso es lo que yo tengo entendido, la psicología nunca me ha interesado demasiado.

 

Solo que este no es mi caso.

No tengo ataque de nervios, no estoy desesperada.

Legítimamente he decidido que no quiero seguir viviendo porque no quiero sufrir más.

Sí, estoy deprimida, y como no me gusta, pues le pongo fin.

Lo he pensado de manera lógica, he tomado una decisión basada en la razón.

Esto no es un secuestro emocional.

No estoy llorando al borde de la desesperación.

Tampoco es el miedo el que me hace pensar esto.

¿Cómo lo se?

El analizar mi vida me ha acompañado toda la noche ayudándome a sacar de mí el valor necesario para hacerlo.

Tengo desconfianza, si estuviera sumida en un secuestro emocional no tendría duda, sólo actuaría sin pensar, desesperada, sólo yo estoy pensando tranquila aunque con temor.

 

¿Qué me ha llevado a tomar esta decisión? ¿Cuáles son mis  desconsuelos?

No lo recuerdo.

El motivo de mi pena se ha perdido en el olvido, ya sólo queda la propia angustia, esa que me consume, esa que no soporto más.

Aunque no creo que esas penas hayan sido nada excepcional, soy absolutamente insignificante.

¿Por qué en eso iba a ser distinta?

Los motivos de mi dolor también serán seguramente grises.

Mis ojos se cierran por el cansancio.

Estoy cansada de vivir.

El tiempo se ha llevado todos mis sueños y solo me ha dejado angustia.

Nada de buenos recuerdos, ni malos, no recuerdo nada, sólo sufro.

 

Tomo el frasco de pastillas, lo abro y vació el contenido en la palma de mi mano.

 Veo la pantalla encendida de la pc, observándome como un gran ojo que analiza hasta lo más profundo de mi alma.

Ese ojo, lo único que he visto en mucho tiempo.

Miro el  frasco de tranquilizantes encima de la mesita, vacío, al igual que mi vida se podría pensar, sólo que no, mi vida está llena, llena de angustia y malestar.

Como envidio a ese frasco tan vacío.

Esto me hace plantearme algo, estoy llena de dolor, quizá mi decisión no sea tan lógica ni racional. Sé que tenemos dos módulos mentales, el racional y el emocional.

En todas las personas es común  tener más peso determinante en uno que en otro.

Tal vez una persona más emocional que racional, sea en la que simplemente la mente emocional impide pensar a la racional produciendo el secuestro por las emociones, sólo que en una persona más racional que emocional, tal vez eso no funcione, y se tiene que engañar a la mente racional, se engaña ésta a si misma dominada por las emociones, por la pena, el dolor, la amargura.

Yo creo me daría cuenta de algo así en mí.

O posiblemente cuanto más inteligente se es, más complejo es el engaño que la mente racional se hace a si misma, influenciada, dominada por la emocional.

Jamás hasta ahora he sabido de nada semejante.

Creo que es el miedo a morir el que me hace pensar esto, el miedo me confunde a pesar de haber tomado la decisión lógica y racionalmente.

Si eso fuera cierto, si el miedo, que es una emoción, me confunde, y por él intento engañarme, la otra posibilidad también sería cierta.

De hecho puede decirse que ambas posibilidades son la misma, y por lo tanto mi decisión no ha sido racional.

Ha sido un engaño a mi mente racional por si misma, bajo el influjo de la emocional dominada por la amargura.

Ups, con el último trago de café, aunque frío, me bajo las pastillas con un sabor a diablos.

Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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