domingo, abril 27

La voz suave del desierto.

Tijuana BC Abril 008.         La voz suave del desierto.

 

 

 

La carretera, larga lengua gris humeante.

Una enorme línea recta que se alza hacia una empinada cuesta coronada por  rojos y amarillos  intensos que en ese desierto aparecían.

Penosamente el auto ascendía.

Los cactos hacen volar la imaginación y me tope de repente con un gigante de brazos abiertos, hasta que una lagartija patas largas me saca del sueño.

Todos los grises del mundo se dan cita en la tarde-noche y el ánimo se viene abajo.

La plática con el vació se pierde en el disponible desierto con una paz muda y sorda.

Alambres de púas, mohosos y retorcidos, son la señal de que alguien anda por esos lugares sin pensar en las noches estrelladas en las que se puede hablar directamente con las nubes y pedirles que se lleven los deseos a la playa para dejarlos caer ahí, sobre una barcaza destartalada.

El mar se ve al final de las dunas.

 No hay mar ni espejismo, es el ansia de llegar o por salir tarde del paisaje que tanto emociona a los poetas urbanos que nunca han pasado una noche en el desierto, solo que poseídos por la droga alucinatoria, lo pintan al natural.

La poesía cubre las tardes-noches del desierto que retiene al viajero, que se dilata en llegar a Tijuana en un continuo que mantiene en slow motion las horas.

 

Huizaches, piedras bolas, botes de aluminio y basura, acompañan los letreros que marcan los kilómetros y los escasos nombres de poblados que nadie sabe cómo están ahí.

El mapa no apunta hacia algo.

La nada es lo esencial.

El vacío se vuelve la categoría dominante.

Se aparecen entonces las cargas de teorías posmodernistas, con nombres griegos e ingleses, para explicar la vida de la calle y la muerte de la ciudad.

 

Queda la alternativa del lugar sin agua, el de la vida milagrosa, porque el oxígeno enrarecido se tiñe de negro.

Nadie quiere tomar esa puerta de salida.

 

El desierto, ni pide ni quita.

Tomo entonces un puño de la arena caliente y desprovista de afecto.

La juego de una mano a otra y el calor cambia en agradecimiento, al tiempo que le regalo.

Todo es gratitud entonces.

 

La comunidad estalla en la tierra deshabitada.

Un descanso espiritual vuelve al cuerpo relajado.

Toda la película corre en un ritmo loco e incontenible, yendo en vaivenes lentos que se sitúan en la infancia.

Volteo hacia todos lados, no hay aparecido alguno.

Otra vez a la depresión, hija de la nostalgia y el recuerdo doloroso.

 

Luces en la lejanía, indican que es la hora de olvidarse del desierto.

Un enjambre brillante falsea intermitentemente para pedirme que pare la loca furia desbocada de revivir el pasado.

Detengo el carro al entrar al boulevard.

Sentada sobre la cajuela, doy la espalda a la ciudad que me confundirá con todos, a la ciudad que me hará una más de miles, y vuelvo la vista a la plancha extensa de arena para despedirme de mi individualidad momentánea, pues en unas horas más, volveré a ser la neurótica urbana que lucha contra los demás.

La maldita depresión entra nuevamente en mi vida

Entiendo entonces que el fin del hombre es la soledad, con rabia hundo el pie en el acelerador y una sirena aúlla junto a una luz roja para pedirme que me estacione adelante.

Definitivamente, el desierto quedó atrás.......Andrea Gpe.



                           Andrea Guadalupe.

                              
                         Tijuana Baja California Norte. Mexico

                   DESDE MI RINCON EXISTENCIAL,

hesa540828@hotmail.com           agluna200@àyahoo.com.mmx
 
 


¿Tienes cámara digital, más de una cuenta de email, planeas fiestas o blogueas? Entonces, necesitas Windows Live

No hay comentarios.: