jueves, mayo 14

Por el camino de la prudencia.


Tijuana BC May/009.    Por el camino de la prudencia.

 

 

Andrea Guadalupe es mi nombre y yo soy una persona común y normal, no alta, no baja, no gorda, no flaca, no fea, no guapa.

Tal vez por eso, porque la humanidad tiende a buscar un equilibrio, o al menos esa es la teoría de la media naranja, jamás pensé que podría tener a mi lado a una mujer como Amanda.

¡Qué bien que le pusieron ese nombre!

Quién imaginaria una Amanda fea, desagradable.

Amanda, del latín amandus; adorable, que debe ser amada.

Me encantaría seguir hablando en tiempo presente, de hecho lo haría de no haber sido por aquella tarde.

Después de meses de alucinar con ella y de otras tantas cosas menos espirituales, decidimos hacer un viaje juntas.

Decir viaje es un juego de palabras, planeamos una escapada, que a donde va a parar, es mucho más romántico.

Una escapada el viernes por la mañana, para regresar el domingo por la mañana también.

Era eso o nada, sólo faltaba conseguir ese viernes de vacaciones.

Y llego la tarde, la de tomar la decisión en función de lo hablado.

Amor, no he tenido problemas, puedo tomar el día.

Andrea, cariño, yo no me he arriesgado, si me dijeran que no, no tendría más remedio que odiarles por no poder pasar esos días perdida contigo.

Y odiarles, supondría tener que trabajar rumiando mi coraje y mi rabia, con un gesto en la cara y además, soportar un turno de enfado.

Terminaría buscando otro empleo donde no tener motivos para odiar a nadie y ahora con la crisis es complicado.  

Andrea amor, es tan sencillo, sin necesidad de riesgos.

1Como Amanda!, ¿Quién podría negarte nada a ti?

Cariño, actúas como si el mundo se enamorara de mí.

Pues debería, solo que entonces, ¿Nuestro fin de semana?

Cariño, está todo resuelto, me voy a poner enferma.

Llamare el viernes, y diré que tengo la temperatura alta y ya esta.

¿Así de fácil?, ¿No te va a ocasionar problemas?

No, ya lo tengo pensado, mi jefe esta con gripa, y yo, el jueves comenzare a estar congestionada, me pondré a media día ese blusa tan rosa que me deja la cara como la cerdita Peggy, y me dirán; Amanda, estás colorada,¿Tienes calor?

Y yo diré, no, solo que me siento mal, tengo escalofríos y pediré un analgésico.  

Dejare pagada la vaquita para el cachito de lotería, ya sabes que no me gusta estar sin abonar mi parte.

Pues un día te vas, tocan un montón de billetes, y todas tus compañeras se hacen ricas menos tú.

Y eso me haría odiar el momento que pasamos juntas, porqué a quién si no a ti odiaría por tener que seguir trabajando para vivir, y no hay nada que quisiera menos que enojarme contigo.

Por ultimo, activare el desvió de llamadas, por si en un momento dado llaman de la casa, que automáticamente se filtren al celular.

¿Qué te parece?, no hay forma de que se sepa mi mentira.

Todo acabo ahí, y tras una despedida con palabras de amor, nos fuimos cada una a su casa.

¿Por qué lo habría hecho? No necesitaba mentir.

Amanda no solo era adorable, sino también calculadora y fría.

Me imagine nuestra vida juntas, y la posibilidad de que de pronto un día, después de habernos dicho mil veces; ¡Te quiero! Antes de ir a trabajar, y al volver a casa después de una jornada, encontrar la cerradura cambiada.

¡O tal vez peor!, Solo Dios podría saber que oculto interés tuviera en mi.

Quizá por eso el mundo no le daba lo que ella quería.

¡Claro! Por desconfianza.  

Algo maléfico y perverso debía esconder esa maravillosa cara, tan dulce, esas manos perfectas, y ese cuerpo de tentación.

Y yo, que soy tan normalita, tirando a ser del montón, solo que transparente como el agua, porque, claro, eso se me nota desde lejos.

Además y ahora que lo pienso, segura estoy que sus cabellos castaños, no son naturales, que no la parió así su madre. ¡Es teñida!

Segura estoy de que en pocos años, le saldrá una verruga en la nariz, de que por las noches vuela sobre una escoba y que tiene un gato negro escondido en algún lugar.

Aterrorizada, completamente aterrorizada, resolví terminar con aquella pesadilla que mi mala suerte me había concedido y le llamé.  

Amanda, eres una bruja calculadora y fría.

¿Sabes lo que te digo?, ¡Hemos terminado!

Y así, de esa manera, por el camino de la prudencia, y la rectitud, me aleje, con mucho sentimiento de mi maravillosa Amanda.

Y camino hacia esa normalidad, de la que nunca debí haber salido.

Andrea Guadalupe.

 


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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