martes, mayo 12

Desnuda y frágil.

Tijuana BC May/009.    Desnuda y frágil.

 

 

Pararme frente a mi ropa y preguntarme a mi misma; ¿Qué me voy a poner hoy?

Es algo así como preguntarme; ¿Quién quiero ser hoy? ¿Quién entre todos mis yo?

Pienso que la ropa es un elemento fundamental para ocultar al personaje.

Cuando entra algo nuevo a mi closet, sé como se me veía frente al espejo del probador.

Solo que es una incógnita absoluta el como me va a influir.  

Algo que en su momento me ha gustado mucho, de pronto pude hacer que en el transcurso del día, me haga sentir insignificante.

Y no, no era así, porque de haberme levantado con mi yo pequeño y miserable, me habría puesto la combinación de;  Cómete al mundo.

 Porque la pregunta frente a mi ropa no es: ¿Quién soy hoy? Sino; ¿Quién quiero ser hoy?

De cualquier manera le doy a mis ropas tres oportunidades.

Si en tres veces me hacen sentir del nabo, suprimo la casualidad y me deshago de ellas.

No tengo interés en conservar esa mascara.

Ya fui ese personaje que nadie debería interpretar nunca por tiempo suficiente.

En eso una ha de tener cuidado, pues de lo contrario se corre el riesgo de ser etiquetada.

Generalmente, con la mascara que me siento mas cómoda, es la que me da una imagen de un poco alejada del mundo.

Porque con este disfraz, me puedo permitir el lujo de ser un poco informal, y no resultar ordinaria.

Requisito imprescindible; falda de mezclilla hasta el tobillo, zapatillas de tacón bajo, blusa de manga larga, collar de perlas y pendientes, el cabello arreglado, maquillaje leve  y  bolsa al hombro.

Con esta ropa soy intocable, soy invencible, nada me hace daño, y si duele, no se nota.

Vestida así, marco distancias, no necesito a nadie y soy dueña  de mi misma, y quien se cruza conmigo, con sólo verme lo sabe.   

Lamentablemente no es la mascara que puedo usar a diario.

En cierto modo está bien, por aquello de las etiquetas, y obligarme a dar rienda suelta a los otros yo que son yo, encontrándolos en otra ropa.

Se acabo el invierno, y con él, el tiempo de las envolturas.

Llego el mareo de la primavera con esas faldas y colores que sientan bien.

Y me veo al espejo, tan guapa, y tan,……………desnuda.

Y todo el mundo me mira así; desnuda y frágil.

Y entonces me digo, pues si es sin mascaras; ¿Qué quiero? ¿Comerme al mundo?

Pues así habrá de ser, solo que es trabajoso, me tengo que convencer.

Y camino por la calle con paso firme, y de pronto alguien me mira, claro, estoy desnuda.

Bajo la mirada y ven todo, mi desnudez, mi fragilidad, mis deseos, mis ilusiones.

Estoy dando el control.

Levanto la cabeza, no bajo la mirada, fuera timidez, espalda recta, arriba los ojos, y escucho un silbido de admiración, no huyo, no me sonrojo, sostengo la mirada desafiante.  

Poco a poco me recupero a mi misma, se me nota porque aparece esa media sonrisa perversa que siempre lleva algo detrás.

No la veo, solo que la siento, y sonrió mientras miro de frente.

Ahora ya no soy quien se obligó a sostener la mirada, pienso con una amplia sonrisa porque he escuchado un silbido de admiración.  

Y yo puedo seguir mi camino, con pasos firmes, espalda recta.

A comerme al mundo o a regalar el mió.

Hoy tengo ropa nueva, ayer la compre, y estaba contenta, solo que eso no significa nada.

Queda mucho por delante, como saber quién soy con ella.

Como acomodarla para que me haga ser quién soy.

Andrea Guadalupe.

 

 

 

 

 

 



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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