Enero 2014. Las amigas siempre me inspiran…
Comienza la
semana y tú… No estás, aunque, hace mucho que todo comienza sin ti, y hoy…
además, no estás.
Como cada lunes,
me marco un nuevo reto: una dieta, un curso, el gimnasio.
No lo hago para
cumplirlo, ni por sentirme en la moda; sino para saber cada miércoles que me
falta voluntad y para cada domingo proponerme ser mejor; marcándome para el próximo
lunes, un nuevo reto (una dieta, un curso....)
Hoy desperté sola
en la cama, como cada mañana, aunque, con la agravante de que… hoy no estás.
Hoy, el almanaque
señala sin discusión que ha comenzado un nuevo día, sólo que… No está tan claro.
Yo le escribí un
poema, ella corrigió mis faltas y lo devolvió sin más.
Cuando se intenta
conseguir un sueño, dormir no es una opción.
Te das cuenta de
que: No es que haga más calor, es que los sueños nos arropan.
Los sueños son
cosas de jóvenes, porque soñábamos con tener dos hijos, una casa, un auto para
viajar... Y luego, llegamos a esa edad en que, esa excusa sirve para dejar de
soñar.
Para finalizar la
discusión ella me lanzó una botella y se fue, aunque… No entendí lo que pasaba
porque la botella no llevaba mensaje dentro.
Tengo tantos
textos sin acabar que… estoy acabada.
Querido amiga:
Claro que me inspiras, de verdad, las amigas siempre me inspiran, aunque… a
veces, me inspiran textos, otras veces, confianza y en ciertas ocasiones…
lástima.
Un fuerte abrazo.
Cerré la puerta de
golpe y respiré profundo, sólo que ella… ya estaba dentro, esperándome en el espejo...
¿Sabes? Esperaba
tu llamada o un mensaje o quizá un mail, tan sólo llego tu silencio y una duda:
No tienes nada que decirme o prefieres no decirme nada.
Cada día que
pasa, defiendo más la teoría de la insignificancia, aquella que argumenta, que
un gesto por pequeño que sea, no debe ser despreciado porque es un buen
comienzo.
Si yo no defiendo
la insignificancia, quien me defenderá a mí.
Hace tiempo que
mis textos no son completos, descubrí el motivo: tus ojos no se permanecen en
ellos.
Desde Tijuana BC,
mi rincón existencial, lugar donde por fin, ella se atrevió a empujar la puerta
y entrar… Lo malo es que no era mi casa.
Andrea Guadalupe.
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