miércoles, enero 20

La maldad, semilla de bondad.


Tijuana BC Enero/2010.  La maldad, semilla de bondad.

 

 

 

Con dedicatoria a mi Inteligente y sensible Maestro Félix, a quien sigo de cerca por su laberinto, con un ovillo de hilo en la mano, para no perder el rumbo en el pasadizo intelectual..

 

Desde los inicios de la historia se habla de la maldad en sus diversas modalidades.

Y esta clasificación se reduce prácticamente al mal físico y moral.

La maldad física, como el sufrimiento o dolor que aparece en diversas formas y con las cuales la percibimos en el mundo.

La maldad moral, libre de elección de actuar en contra de la misericordia.

Muchas son las interrogantes que desatan este tema.

Se ha vuelto una constante y no siempre bajo grandes sistemas de pensamiento.

Los judíos tenían ritos de purificación, los griegos su mitología, aunque dejando de lado las divinidades, que son en su mayoría un intento de explicación a lo desconocido, aunque innegable en el sentido que aparece como fenómeno inexplicable, aunque existente.

¿Ejemplos? La muerte: Hemos visto morir y moriremos, aunque lo único que sabemos es que sólo se muere una vez y su efecto es irreversible.

 

La maldad es un acontecimiento siempre actual en la historia de la humanidad, porque el hombre es el único capaz de padecerla y de causarla.

De ahí, la necesidad de preguntarse: ¿Qué es la maldad? ¿De dónde viene? ¿Si Dios existe, por qué existe la maldad?

 

La maldad existe, la podemos verificar no únicamente en nuestra vida, también en la de quienes nos rodean, y aunque se puede advertir en un individuo, o en una comunidad, manifestada en alguna acción, no se encuentra como una existencia concreta, si como resultado de los sentimientos y pasiones extremas, no equilibradas del hombre en el mundo.

 

La maldad no es algo que se agrega intencionalmente a la existencia, tampoco reemplaza alguna de sus particularidades, justamente aparece cuando alguna de sus características propias se ven privadas en nuestro ser.

 

El hombre no fue malo, sino hasta que dejo de ser bueno, el exceso apareció cuando degenero la virtud, la enfermedad apareció, cuando se fue perdiendo la salud.

Aunque se puede decir que la maldad no decreta la esencia del ser, así como tampoco modifica su naturaleza, pues el hombre sigue siendo hombre sin importar su estado físico o psicológico.   

Tomando en cuenta que nadie busca la maldad por la maldad, y todos buscamos el bien, o al menos, un bien aparente, se puede deducir que la causa de la maldad, es un bien equivocado.  

Quien actúa malvadamente, lo hace por el bien que le produce la acción.

La persona desenfrenada, no se deprava para morir, sino para proporcionarse cierto placer.

Una persona suicida, se quita la vida para dejar de sufrir, pues ve en la muerte la salida a sus males.

Aunque, si, ambas acciones son opuestas, ¿Cómo es posible que la bondad sea causante de la maldad?

Si tomamos en cuenta que el conocimiento lleva un proceso, y que este puede equivocarse por la imperfección de la inteligencia y confundir un mal con un bien, la causa del mal no es pues, más que el error, producto de un sofisma intelectual, un auto engaño.

¿Por qué Dios permite la maldad?  

La maldad existe en el mundo y esto es indiscutible, aparece como algo real y evidente, y para que exista es necesario un ser que sea capaz de sufrirla o causarla, o que pueda actuar según sus caprichos, deseos o necesidades.

El único ser que reúne estas características en el mundo es el hombre, y si negamos esto, negamos la capacidad racional del ser humano.

No solamente para conocer, sino también para hacer.

El hombre es la causa del mal en el mundo, del daño en la naturaleza, de las enfermedades, del hambre, de las miserias, de las guerras, y si bien es cierto, que en algunos lugares se mueren por la escasez de alimentos, en otros, engordan como ganado cebado.

Para que exista la maldad, es necesaria una carencia de una bondad adecuada, que la afirme y una fuerza que la genere.

 

Y si quitamos a Dios del mundo, no cambia nada, la maldad permanece, sólo que si quitamos al hombre, la maldad desaparece con él.

La maldad es muchas veces, semillas de bondad.

Continuamente se ve que la maldad, es motivo de replanteamiento de toda la existencia, con alcances que tocan lo más profundo de la existencia, el por qué de la vida.  

 Frente a este fenómeno, las cosas insustanciales encuentran el lugar que les corresponde ante las que realmente valen.

Así, la maldad se presenta como algo que transforma, que da nuevas tonalidades al pensamiento y mueve a una reinterpretación de la realidad en la que se habita y se relaciona.

 

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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