viernes, enero 15

Haití…. ¿Dónde estaba Dios?


Tijuana BC Enero/2010.   Haití…. ¿Dónde estaba Dios?

 

Una vez que ha comenzado a desplegarse la adhesión, se pude preguntar: ¿Dónde estaba Dios cuando el terremoto asoló Haití?

 Es lógico que el ser humano, ateo, agnóstico, creyente, se plantee este interrogante.

Lo hace desde que la humanidad pisa la Tierra.

Es la milenaria cuestión del mal.

No se resuelve con magia, Dios no es un mago. 

El ser humano tampoco tiene poderes mágicos.

El  trato entre Dios, humanidad y mal puede ser un laberinto, o un ilógico, o nada, o un problema, o un misterio, o un interrogante.

También los seres humanos se sienten reclamados por Dios, según el relato bíblico del Génesis. Dios pregunta a Caín por Adán; o sea, a la humanidad: "¿Dónde está tu hermano?"

 

¿Dónde estaba el ser humano cuando el terremoto destruyó Haití?

Habrá Dios, o no.

Eso no depende del ser humano, sólo que los seres humanos no podemos ni debemos huir de la  propia responsabilidad, trasladándola a la divinidad.

Somos responsables de la pobreza en el mundo, de la riqueza mal repartida, de las quebradizos casas que se hunden cuando la Tierra tiembla, de no canalizar bien los ríos que se desbordan, de la falta de medicamentos, de la miseria, de la escasa educación, del dinero utilizado para destruir con armas y no para construir.

 

 Hay otra pregunta trascendental en el relato bíblico sobre la relación entre Dios y el ser humano, y es que la Biblia, es un conjunto de narraciones profundamente humanas, y no un texto superficial.

La pregunta, dramática, es formulada por Jesús el Cristo clavado en cruz: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".

 Aunque pueda pensarse lo contrario, el creyente es un ser que pregunta, como el creyente Jesús el Cristo.

La respuesta es más práctica que hipotética, más existencial que intelectual, más trascendental que dogmática.

La respuesta se da en la vida de cada quien y también en la propia muerte.

La vida de Jesús el Cristo,  es la del hombre para los demás.

La del hombre que pasa por el mundo haciendo el bien.

Que cree, pese a todo, en Dios.

Que espera contra toda esperanza desde el fondo de su corazón.

Que ama,  que se solidariza, que perdona, que cultiva la misericordia.

Y que en el último aliento exclama dirigiéndose al Dios que considera padre: "En tus manos encomiendo mi espíritu".

Andrea Gpe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




Cuida tu aguinaldo y tus cuentas bancarias, OTTO te enseña cómo.

No hay comentarios.: