sábado, enero 9

Escuche decir...

Tijuana BC Enero/2010.                Escuche decir…

 

Hice un recorrido de cerro a cerro, pasando por el valle de Tijuana, para acudir a una cita en la Iglesia de San Martín Caballero, en medio de una comunidad católica integrada por personas de Puebla, Zacatecas, e Hidalgo.

El viaje comenzó rodando sobre carpetas de cemento, sólo que a medida que abandonaba el valle, comenzó el suplicio de las calles agujeradas.

La Iglesia, construida por fieles procedentes de los estados mencionados, luce figuras hechas de papel para envolver regalos, de alambre con el que amarran los castillos para colar cemento, huecos debido a que los santos y ángeles no dan sombras.

Las misas se multiplican porque los fieles renuevan su fe cada vez que pueden, porque la fe es lo último que muere.

Escuche decir que el cupo es insuficiente, los asistentes estábamos en la banqueta y las necesidades del calor celestial, son cada día más.

Los creyentes perdieron la confianza en los gobernantes, y es por eso que amontonan en los templos para implorar caridad.

Les vi de rodillas, arrastrarse hasta el altar, elevar la voz implorando el milagro del empleo, de la seguridad callejera, del respeto en la sociedad.

En muchos, las lágrimas les lavaban el rostro.

Los últimos tres años, han sido de puras promesas.

Piensa el gobierno que haciendo promesas puede mantener la confianza de un pueblo famélico, analfabeta, desocupado y enfermo.

Cuesta más el diesel, la gasolina, el transporte urbano, el gas para cocinar, la luz, los impuestos, las placas de circulación, las rentas, y todo lo que se vende en tiendas y hasta lo que se puede comprar en el comercio informal.

Y el salario,…  creció menos que un enano de circo.

Los dignatarios de la Iglesia Católica, están de lado de Gobierno, aunque a veces reniegan de sus acciones y señalan sus errores, no obstante en lo general, comparten los beneficios del poder, y con excepciones, se esfuerzan en convencer al pueblo de que todo esta bien y de que se esta haciendo lo correcto para acabar con los millones de pobres que se acomodan en los pasivos sociales.

El sufrimiento lo carga el pueblo sobre sus espaldas, lo lleva en sus tripas, le duele en los huesos, se descubre en su mirada que es luz lánguida como foco de pueblo.

Vericuetos donde hay más droga que en Chicago, más muertos que en Afganistán, los fieles se hincan frente al altar, alzando los brazos al cielo, gritan sus demandas con impaciencia, y los consuela un cura valiente, que trae encima polvos de muchos caminos, que entiende y comparte las necesidades.

Un sacerdote tan agradable como el café por la mañana y de sabrosa platica como el pan dulce.

Andrea Guadalupe.

 



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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