miércoles, octubre 30

Robert García.

Octubre 2013.  Robert García.
¿Cómo puede el ruido reclamar su derecho, si ha vivido temeroso escapando del ruido?
Este triste silencio al que no cura la caricia, nace en los colores grises de aquella que con indiferencia sobre el lienzo colorido en negro escribe, manan hilos rojos sanguíneos como sangre, tiñendo de verde los amarillos, tornando de sepia los colores vivos.
Ojos que ven y la razón por ver comprende: ¡Nada de lo que ven es como creen!
¿Por qué no te encuentro? ¿Por qué me haces esto?
Me resistí a mi propia tristeza durante años y con ello gané una crisis de ansiedad brutal. Porque la ansiedad es la cara horrible de la tristeza.
Llorar es liberador, romperse es liberador, decir estoy triste, es hacerle un lugar al alma para que hable con nosotras.
A los años también se van sumando las pérdidas, hay días en que se amotinan, se sublevan, se presentan todas juntas a golpe de recuerdos malogrados, como: Perder esos ojos en los que nos mirábamos, en los que nos reconocíamos, perder ese cuerpo y su abrazo en aquella cama, para luego perderlo todo, todo en la nebulosa espesa de la memoria, esa gran mentirosa.
Que lo que no te mata te hace más fuerte, dicen, no quiero esa fortaleza.
Digo yo: Lo que no te mata es porque no te dejaste matar.
Reclamo a la tristeza, le quito el estigma de enfermedad, de pecado, de derrotismo, de políticamente incorrecta.
La tristeza en prosa o en poesía o hasta en silencio, es buena, no es una enfermedad, es un estado del alma que nos habita cada tanto.
Un réquiem por todo lo que perdí, por ese rostro que ya no miro.
Hoy estoy triste, aunque tengo la lluvia, hoy estoy triste por todo lo que ya no tengo, sólo que  tengo estas palabras.
Y también un nuevo rostro.
Gracias por tu comentario Robert García, hermosísimo, acariciador de principio a fin.
Un abrazo largo.  Andrea Guadalupe.

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