jueves, octubre 24

Son letras, que se toman como se guste: con azúcar de caña o sal de mar.

Octubre 2013.   Son letras, que se toman como se guste: con azúcar de caña o sal de mar.
A manera de comentario de un escrito: Despierta, soñé mi muerte, mi hermano Alex, escribió: Cuando se acude con una frecuencia e insistencia a velorios, entonces se pregunta al interior, ¿Parece que se están yendo las demás personas?, o están ricos los tamales o realmente si se trataba de alguien allegado sentimentalmente o emocionalmente o hasta para comprobar morbosamente su más íntimo circulo de fans.
Aquí aparece el cuestionamiento personal: ¿Veo la muerte como algo natural, o me estoy entrenando para entregar el equipo, o tal vez ya siento los zopilotes a mí alrededor?
Como quiera que sea, referirse a las defunciones, sepelios o las famosísimas Pompas Fúnebres, es una manera de hacer presencia antes de que se note la ausencia, porque cuando ya no pasa lista el citado, pues se reacomodan las Piezas en el Tablero de ajedrez.
Por otra parte eres tan insistente en el tema mortuorio que preocupa tu postura tan desenfadada, un tanto burlona y hasta diría retadora, al menos frente al teclado, así parece desde este lado del monitor.
En fin, cada quien se mofa de la parca según sus propios enfoques y al final, de todas formas hay un acompañamiento o tal vez un enfrentamiento, un poco depende- como lo veo- de cómo te hayan tratado tus últimos momentos (minutos o meses) la vida terrenal y de cómo te encuentres satisfecho de tu quehacer.
 Son comentarios al margen, pues me parece un tema reiterativo de tu parte, que lo abordas con sutileza y retorna eventualmente
Así que ahí te lo dejo como una sugerencia de mi parte.
Te mando un abrazo y saludos.
Hola Alex, después de leerte, te he tenido en mente, y resumido en mis reflexiones tus palabras en una frase: Hablas de la muerte sin saber lo que estás diciendo, tú,  nunca has muerto.
¿Sabes? Hablo de la muerte, porque no sé qué decir, que no se asemeje al vacío.
Cuando pienso en la muerte, te confieso que recuerdo a esos amores no realizados, que me hicieron morir poquito, evoco panteones que también son la propia memoria, llegan  a mi mente llantos, gritos, coronas de flores, susurros, el color negro, vacíos rezos que parecían no tener fin, y pensando en la teatralidad de este ritual, tengo deseos para el día de mi muerte, también un testamento que respalde mis deseos.
Quiero que diga más o menos así: No dejen entrar a l@s farsantes.
No dejen entrar a más de la mitad.
El ropaje negro úsenlo porque es hermoso, no porque represente el fin de la vida.
O hagan lo que quieran, igual no sé si desde donde esté podré verles para reírme de l@s hipócritas que se colaron.
Quisiera que no lloraran, aunque, asumo que será inevitable en mis cercan@s.
Quisiera que bebieran mucho café, entre bromas y anécdotas, para que así, surgieran nuevos temas para continuar escribiendo en el más allá.
Quisiera que no reinara el silencio y los susurros.
¿A qué se le guarda respeto con silencio, a una persona difunta?
No quiero señoras que comiencen con el rosario o algún protocolo parecido, por favor sáquenlas, no me interesa quienes sean.   
Todos mis libros y herramientas, son para mi hijo, lo que no me pertenezca, favor de entregarlos a su dueño.
Pongan por favor mi música: Los Fabulosos Cadillacs, Joan Manuel Serrat, Scorpions, Janis Joplin, Doors.
Nada de quedarse toda la noche a lamentar mi pérdida, ni que les sobrara el tiempo, a menos que surja una orgía.
Créanme, siempre sentí asco y miedo a los gusanos, y aunque tengo pagada mi parcela en cementerio, prefiero que esparzan mis cenizas, ya les enviare un telegrama indicando en que parte del Pacifico.
Donen cualquier órgano que aún sirva según mis condiciones de muerte.
Que si mi hígado sirve, o mis apagados ojos, será el milagro del mundo.
Entiendan que no se llora por mí sino por ustedes mismos; realmente no se lamentara el fin de mi existencia, sino que no tendrán, por lo menos a mediano plazo, con quien suplantar mi humor agrio, asociado a mi sublime y fingida insolencia.
Pónganme una libreta y bastantes puntillas para mi porta minas, tal vez hacia donde camino, sea lo único que necesite, porque el corazón lo dejé salpicado en cada persona que amé.
Si piensan en mí no me invoquen, porque siempre llego a donde me invitan, aunque nunca fui muy puntual, regresaría tal vez, tan solo para derramar una lágrima de gratitud por el cariño que me dieron.
Debajo de mi almohada hay una hoja colmada de palabras suaves, esa carta es para que sepan que siempre la guardé cerca de mis sueños y de mí.
Es para la última persona de mi vida que admiré desde que nos sonreímos por primera vez sin saber que ya escribíamos la historia para mi eterno retorno.
Como verán, no tengo mucho qué decir, porque no he callado mucho en vida, siempre he escupido lo que me viene a la mente, incluso cuando sé que puedo perder a quien amo.
La muerte, ese otro trámite carísimo y burocrático, ese otro negocio, ese duelo que diversas personas, no saben cómo librar, eso que no sé si entiendo, esa nostalgia al recuerdo, a veces dura lo que una vida.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde mis palabras son letras, que se toman como se guste: con azúcar de caña o sal de mar.

Andrea Guadalupe. 

1 comentario:

Roberto García dijo...

Yo quiero Andrea, si asi lo deseas (en su momento lo decidirás) que si el fin me llegara antes que a ti... vayas y me leas uno de tus escritos, como tu fiel fan sería un regalo maravilloso de esos que no se compran, pues ya no podría aunque quisiera pagartelo.