lunes, abril 27

Presencias…………….


Tijuana BC Abril-009.      Presencias…………….

 

 

Mi padre,  se entrego a la vida de manera completa y sin reservas,  en sus últimos años, fue un hombre acabado por el peso de las enfermedades físicas y emocionales.

Más de 70 años tenía entes de dormir el sueño eterno.

Edad en que en un hombre como él, era ya más que madura.

En sus últimos días, le gustaba caminar despacio con el sol, dormir la siesta aunque no fuera la hora.

De pronto, se hacia presente un recuerdo en su memoria, recordaba mi padre su juventud, y tomaba  camino tras ella.

Solo que………….sin darse cuenta como, se hacían invisibles sus evocaciones en el aire.

Volvía mi padre a mi desconcertado, como preguntándose ¿Dónde se fueron?

¿Qué importa donde?, ¿A dónde dime van las ilusiones?

Lo importante es lo que yo aprendí de ti, es no dejar de perseguirlas.

Yo también tengo sueños que pasan y se van, solo que siempre estoy esperando el siguiente, pues si no le espero, me iré yo.

Tú no te vayas padre, porque te necesito más de lo que me necesitas tú a mí.

Vamos a esperar nuestras presencias, vendrán y se irán luego, solo que seguiremos tú y yo caminando aunque despacio, por los rumbos del sol.

 

 

Veo a mi padre sentado en el sillón frente al televisor, me mira con sus cansados ojos cafés, y luego duerme otra vez, cerca de la mesa donde escribo.

Quise yo a mi padre, tuve la fortuna de acompañarlo en alguna de sus tantas caminatas.

En sus últimos días, ya no era aquel fornido y alegre mecánico que gozaba feliz rodeado de maquinaria pesada, operadores y los verdores  del campo.

Tampoco el hombre que percibía con ansias los alientos femeninos y se escapaba para buscar amores fugitivos.

Ahora lo venció la edad, esta cansado, y quizá también un poco triste.

Alguna vez me veré como él, buscare también el consuelo de Dios para dormir a sus pies, ahí, donde el Señor escribe la vida de los hombres y de todas las criaturas.

 

Cundo llega la noche, mi hijo busca mis brazos.

Yo soy responsable de esta criatura que empieza a caminar, se recuesta a mi lado en la cama donde leo.

Duerme el sueño bendito que duermen los infantes.

Lo despierta un dolor o un recuerdo, no sé.

Me mira con ojos de amor y vuelve otra vez a dormir.

Aquí estoy yo para protegerlo del dolor y de los recuerdos que dañan.

Hacia el occidente, el sol se ha ocultado en un incendio morado, púrpura, amarillo y rojo.

Ha aparecido la primera estrella en lo alto, ahí donde el cielo es todavía un hondo azul.

Sobre el techo de la casa, empieza a dibujarse la luna, apenas una promesa de luz en la naciente noche.

Me inclino sobre mi hijo, le hago una caricia.

Duerme mi hijo junto a mí.

Ha caído la noche, y José Ángel, mi pequeño, en mis brazos, ha buscado compañía y seguridad.

Tampoco yo estoy sola, tranquila, buscando los brazos de Dios, haré lo mismo.

 

Tres días estuve fuera de casa, me hicieron el favor de atender a m i pequeño.

Ahora que regrese, mi hijo no se aparta de mi lado, si salgo a la calle, me ve por la ventana con tristeza, y al volver, ahí esta, inquieto y entristecido.

¿Qué temes hijo?, ¿Qué te abandone?, ¿Qué no vuelvas  a encontrar mis brazos?

No debes sentir ese temor, aunque no este contigo, estoy contigo, aunque no me veas, yo te miro con mirada de amor.

Algunas veces, a ti te lo puedo decir, yo también he sentido que Dios me abandonaba, solo que siempre encontré al final de cuentas que nunca había dejado de estar conmigo

No temas hijo mió, yo también estoy contigo.

Aleja de ti toda inquietud, duerme en paz.

Tú eres mi hijo.

Cuando abras los ojos, estaré a tu lado.  

Eres mejor que yo, por lo tanto tu fe debe ser más grande que la mía.

Y yo se hijo, que cuando abra los ojos, también a mi lado estará Dios.

 

¿Qué buscas entre la noche, José Ángel, hijo mió?

Vienes y vas por tu cuarto en la casa y tus inquietos pasos resuenan con un ruido que me recuerda el de una vieja maquina de coser.

¿Por qué hijo mió no duermes como yo?

Con el sueño desaparecen los fantasmas nocturnos, esos que te siguen o sigues tú.

Llegas de pronto y te acomodas entre mis brazos en la cama.

Tal vez piensas que puedo llamar al día y hacer que salga el sol para desvanecer apariciones.

¡Como quisiera hijo, ser dueña de la luz!

Te la regalaría para alejar de ti las sombras que te asustan. .

Todos tenemos sombras que nos siguen hijo, no les temas, desaparecen siempre con la luz.

Las sombras son solo eso, sombras.

Desaparecen si volvemos la vista hacia otra parte.

A veces, las sombras nos reclaman o caen sobre nuestra existencia como un oscuro bulto.

Solo que la luz, nos llama nuevamente y la seguimos igual que invidentes que adivinan en sus tinieblas un resplandor.

Lo sé porque yo misma voy en ocasiones por oscuros aposentos de mi rincón existencial.

Solo que no tengo miedo pues sé esperar la claridad del día.  

Espérala tu también,  hijo querido y aprenderás lo que he aprendido yo, que la luz llega siempre y que siempre las sombras acaban por desaparecer.  

 

 

De vez en cuando sueño a Ricardo, mi amigo querido.

Escucho su risa y quiero abrir los ojos, pues me parece que ha venido a buscarme, y ansió verlo, saludarle, ofrecerle café y algo de comer.

Solo que Ricardo no me deja despertar.

Pone en mí sus infinitos ojos negros, océanos de amor, y me dice con la mirada,"Duerme, que un día despertaras igual que yo"

De vez en cuando Ricardo, me visita en sueños, mi amado amigo me mira desde su propio sueño, y vuelve a ser en la vida de mis sueños, lo que antes fue en los sueños de mi vida.

Anoche lo volví a soñar.

Hacíamos una de nuestras caminatas nocturnas por las avenidas de la ciudad y él respondía con bromas y bailando por puro cumplimiento al intratable cuestionamiento de los nocturnos guardianes del orden que se cruzaban en nuestro camino.  

Nunca me he sentido tranquila ante la presencia de uniformados.

¿Es mal agüero Ricardo soñar con personas así?

Ignoro las misteriosas cábalas del sueño, solo sé que no sentí temor, pues ibas tu conmigo.

Te seguiré soñando amigo mió, igual que, ya lo sé, me sueñas tú.  

Que tu sencilla compañía me siga acompañando hasta que el sueño que ahora sueño, se mude en otro sueño.

Entonces te volveré a soñar.

Cuando llegas a mí en el sueño, el sueño se hace vida, y vuelves a estar conmigo igual que ayer.

Otra vez eres mi amado amigo, y otra vez escucho tus risas jubilosas y veo tú ir y venir y siento tu cordial mirada puesta en mí.

Pienso en los años que nos hicimos compañía, y tu ausencia me duele con un sereno dolor.  

Por eso cuando te sueño, es como si yo misma me soñara.

Andrea Guadalupe.

 

 

 


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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