Desde mi rincón existencial: tristezas que deambulan por mi cabeza : AQUELLA MUJER

domingo, abril 2

AQUELLA MUJER

AQUELLA MUJER.

A LA MUJER QUE AMO.

Una nunca pierde el deseo de marchar.

Puede perder la esperanza a fuerza de aguardar ese momento que nunca llega, solo que el deseo permanece ahí, firme, inamovible.
Recuerdo aquel dia de sudor compartido en una cama.
Aquella mujer, bajo sus pestañas podían tomar la sombra dos ojos tan lejanos como inalcanzables, había nacido a principios de un caluroso verano, ciudad de mareo, caos y de tráfico, en donde las prisas por llegar a ninguna parte, rivalizaban
con la estupidez galopante de las personas.

No me dijo en que lugar había vivido algún tiempo, imaginé que allí, en ese casi tan calido como su voz, aquella mujer, se había enamorado por primera vez.

Fue entonces cuando comprendí que hasta sus más íntimas confidencias destilaban verdad, deseo, saliva, besos, sudor y humedad compartida.
Comprendí que no es necesario haber vivido demasiados años para tener una historia.

Una historia tan intensa como el deseo de marchar.

Había desterrado de su vida el "nunca jamás".
Aquella mujer cuya imaginación era su defensa y más poderosa aliada.

Aquella mujer que había tratado de tú a tú a la verdad y sus consecuencias, ignoraba tanto el asfalto, los taxis y la mentira, como deseaba el mar, las montañas y los sueños.

Aquella mujer, cuyo cuerpo estaba en mi cama donde los sueños huían imposibles, odiaba tanto el ruido de la estúpida ciudad, como amaba la luna.

… y aquel amor, al que inevitablemente estaba "enganchada