sábado, julio 5

Adiós, Adiós....................


Tijuana BC Jul 008.     Adiós, Adiós…………………..

 

 

 

 

Me dicen que me coserán los labios cuando muera.

Nadie deseará ver la oscuridad de mi boca al asomarse a mi féretro.

¿Quién me coserá los labios?

¿Cuántas puntadas me darán para ahora sí, callarme incluso en la muerte, dejándome sola, para comunicarme, la mímica temblorosa de mi fantasma?

Ayer, de la nada, me quedé pensando en cuántos kilos pesaré cuando me metan al ataúd.

Ya sin el corazón con el que amo, el hígado donde guardo los corajes, el páncreas que todo lo conmueve mi cuerpo será leve.

Irán a levantar más ataúd que Andrea Guadalupe.

Estoy pensando seriamente en la cremación.

 

Nadie nos enseña a decir adiós.

Nos dicen que, para recibir a una visita en casa, se deben de limpiar los rincones, poner música al gusto de quien llega con todas las buenas intenciones.

Solo que nadie nos enseña a decir adiós.

Sabemos que hay que abrazar al que llega, escribir palabras consentidas al que vuelve del hospital y dar besos al recién nacido.

Hay bullicio. Hay alegría. Nada mejor que abrir la puerta de tu casa y ver personas que llegan a la fiesta con toda la disposición del mundo así haga calor o frío.

O nevé. O caiga un aguacero. O haga un calor de esos que te impulsan de inmediato a refrescarte bajo la regadera.

Decir "hola" es la cosa más impensada y esperada del mundo.

Andamos con el "hola" a diestra a siniestra. "Hola", "hola", "hola".

Solo que nadie nos enseña a decir adiós.

Por eso las lágrimas cuando alguien se nos va. Por eso la mirada nostálgica cuando dejamos un lugar de trabajo, cuando decimos adiós con las manos en aeropuertos, centrales de autobuses. Tal vez nunca nos enseñan a decir "adiós" porque nunca nos dicen de la duración de los tiempos.. Llegamos siempre para quedarnos. Para no irnos.

Nos gusta engañarnos. Nos gusta afirmar que la vida dura y dura y dura.

Hay que decir "hola" con la confianza de la despedida. "Hola" con la certeza de que luego diremos "adiós".

La única forma de aprender a decir adiós es diciéndolo, es viviéndolo como si fuera un cachorro, uno de esos gatos de tres semanas que a veces recogemos y les abrimos la boca y les acariciamos el lomo para que ronroneen.

Decir adiós sin el miedo y con la seguridad de que ese adiós siempre está abriendo un espacio nuevo en nuestras vidas, un sitio nuevo y quedándonos con ese lado luminoso del corazón, con ese dejo festivo de lo que llega con cada despedida.

Para entonces sí, cantarles, cantarles a nuestros muertos, nuestras casas, nuestros familiares y nuestro amor……………………………Adiós, Adiós.                           Andrea Gpe.

Desde Tijuana: La que abraza siempre al regreso, la que cobija entre latidos sumergidos en una búsqueda natural.

 


                           Andrea Guadalupe.

                              
                         Tijuana Baja California Norte. Mexico

                   DESDE MI RINCON EXISTENCIAL,

hesa540828@hotmail.com          
 
 


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