lunes, octubre 25

Sin la defensa normal del ego.


Octubre 2010.      Sin la defensa normal del ego.

Siempre me ha costado mucho trabajo desarrollar la narrativa, no me considero escritora.

Tener ese don es algo que respeto, anhelo y admiro en quienes lo despliegan.  

Llegar a hacer filigranas con la palabra escrita es tener acceso a esa sabiduría interna que toca los términos de lo sagrado, del ser personal, que a través de la expresión y de las ideas se conecta con el ser universal donde todos los corazones del mundo se reconocen.

Es una tarea a la que aspiro y a diario trabajo para acercarme a ella; sé que muchos enfrentamos la misma batalla en diferentes planos de la vida.

No sólo se trata de talento sino de un trabajo interior de excavación profunda.

Por eso hay temor, una espina que bloquea, que descalifica, que critica, que invalida y dice: Esto es poco interesante.

Temor a poner un espejo frente al corazón y ver lo que se encuentra o lo que no se encuentra.

Es temor a abrirse, a tocar las emociones, porque nos habituamos a reprimirlas, aplazarlas, cancelarlas..

La realidad es que ese temor bloquea toda creatividad, sin importar de que se trate.  

En el Instituto Tecnológico donde estudie, tuve una maestra maravillosa que intentaba introducirnos  en el arte de la lectura y redacción,  que nos decía: ¿Quieren desarrollar su creatividad?

En cuanto abran los ojos por las mañana, escriban por lo menos tres hojas sobre lo que les venga a la mente.

Lo que sea: ¡Hoy amanecí con deseos de escuchar la voz de quien quiero  y  no tengo nada que decir...!

Es como abrir la llave del agua caliente: primero sale fría, sólo que poco a poco te conecta con tu yo interior, con el universo, y surge lo que traes  además, es una gran terapia.

Salí de la escuela y nunca encontré el tiempo de hacer lo que ella decía. ¡Cuántos años desperdiciados!

Tuve que escuchar el mismo consejo un tiempo después recordando mi frustración al descubrir que no sabia como escribir y describir lo que vivo, para convencerme y me doy cuenta de sus muchos beneficios.

Transcribir en un cuaderno los sentimientos y vivencias es una forma de sacarlos de tu sistema para ver tu día con mente más ligera y fresca.

Su escritura puede ser una forma de conocernos mejor, de ordenar los pensamientos, de darle voz a lo que nos inquieta.

Las páginas matutinas nos hacen comprendernos y, a la vez, nos permiten acercarnos más a otros.

Mejora nuestras relaciones.

Escribir por las mañanas es una practica espiritual, una especie de meditación, de plática con Dios o como quieras llamarle.

¿Por qué en las mañanas?, ¿por qué a mano?

Porque escribir a mano es el equivalente a ir caminando sin prisas, percibes lo que hay a tu alrededor, te conectas con tus emociones y tu lucidez.

Y porque durante los primeros 30 minutos de la mañana, estamos sin la defensa normal del ego, más cerca de los impulsos que surgen del subconsciente.

Desde BC, mi rincón existencial primordialmente espiritual, viviendo una experiencia humana. Andrea Guadalupe.


                                           

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