jueves, mayo 20

Sólo una taza de café.


Tijuana BC May/2010.      Sólo una taza de café.

 

En un momento de descuido, casi ordeno dos cafés, sólo que me dio vergüenza al pensar que la gente se extrañaría al ver una taza frente a la asiento vacía, y que pensaran que alguien falto a la cita y me dejaron plantada...

Corregí, pidiendo… sólo una taza de café.

Y mientras aspiro el aroma, fuerte, amargo, que despierta mis sentidos, te veo entre las mesas, con tu sonrisa de siempre, con esa manera de mirar acariciando con los ojos.

¿Cuánto tiempo sin encontrarnos?¿Cuánto tiempo sin que alguien quisiera saber verdaderamente qué siento, qué me pasa, cómo estoy sin intentar juzgarme o reprocharme, sino simplemente entenderme?

Eso es lo que más he extrañado de ti: la libertad, la confianza de poder decírtelo todo, revelarte mis aciertos y errores sin que te inquietes ni te enojes ni me pidas explicaciones

Algo se apura dentro de mi pecho cuando miro tus manos.

Sensitivas y fuertes a la vez, manos que nunca golpearon, destrozaron ni obligaron.

Manos que no se avergonzaron de ayudarme a lavar los platos, de traerme una rosa color salmón.

Nuestras amistades se acuerdan de ti, te echan de menos...

No es necesario que te cuente las cosas en detalle porque estás enterado de todo, estoy segura.

Y, aunque quisiera hablarte, las palabras se me van ahogando en ese estanque de lágrimas  que inunda mi garganta.

Se hunden ahí y no salen.

Estás sereno y relajado con una paz que me parece que si estás ahí nada malo puede sucederme, porque no dejarías que nada malo me sucediera.

Como el mar contra las rocas estallan mis recuerdos.

Y hasta la última célula de mi cuerpo se siente desamparada en tu ausencia.

Nunca nadie me hizo sentir tan protegida, nunca nadie me ha vuelto a dar paz.

A cada frase entrecortada la acentúa una línea de lloriqueos,  que me bebo junto con el café.

No vi en qué momento te fuiste., no oí tus pasos alejándose...

Me seco el llanto, pago, respiro hondo, observo mi taza solitaria y salgo.

 

Cada tanto entro, como hoy, pido café, te convoco, te siento frente a mí, te arranco de ese exilio que es la muerte, y por un instante, me imagino que...  a la silla vacía la invade una ilusión.

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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