lunes, mayo 24

Hay que aprender a morir, antes que la muerte llegué

Tijuana BC Mayo/2010.   

 

Es un placer saludar desde estas horas primaverales, donde la naturaleza, a pesar de ser agredida, brinda sus bendiciones, derrocha en colores, cargada de perfumes y esperanzas.

Tal vez por eso veo los complementos que fecundan flores de belleza inimaginable.

No quiero ver la hojarasca que entristece los campos, veo el material que fertiliza dando nueva vida, para que la humanidad continúe en este planeta que nos empeñamos en destruir.

Hoy reflexiono en la búsqueda de la verdad, esencia de la humanidad, mandato milenario que grandes filósofos se han desgastado intentando explicar.

Platón dice que la degeneración de la humanidad se debe a la acumulación de riqueza y poder, consecuente con las exigencia del cuerpo, de satisfacer deseos que por su propia naturaleza, van creciendo de manera paulatina y gradual, desbordándose más allá de la razón y capacidad.

Es por esto que la humanidad, al alejarse de la verdad, se hace esclava de sus propios deseos y caprichos, ocupando tiempo y capacidades en satisfacerse, evitando la meditación.

Un alumno le preguntó a Platón: ¿Cuándo se consigue a plenitud esta verdadera sabiduría? Una vez que hayamos muerto, no mientras vivamos. Respondió.

Platón dice: la verdad absoluta se logra después de morir, y es por eso que no debemos temer. Por eso sostenía que filosofar, es aprender a morir.

Seneca dice: Ningún mal es grande si es el último.

La muerte se acerca a ti, seria de temer si pudiera quedarse, sólo que forzosamente, o no llega o pasa.

Meditar en esto ayuda a dejar la vida, de la cual muchos se abrazan de la misma manera que quienes son arrastrados por una corriente torrencial y se aferran a los matorrales y las rocas.

Oscilan miserablemente entre el miedo a la muerte y las desigualdades de la vida, y no saben vivir, ni saben morir.

En una fracción de uno de sus libros, titulado: La brevedad de la vida, Seneca dice: El hombre agobiado de los quehaceres, en nada se ocupa, menos en vivir, y eso que la ciencia del vivir es la más difícil,..De vivir, se ha de aprender toda la vida, y toda la vida se ha de aprender a morir.

Según Seneca, la actitud del sabio es estar preparado para morir sin temor.

La manera de morir al final del tiempo, se convierte en el juicio de la trayectoria de nuestra vida.

Quien nunca piensa en la muerte, cuando esta llegue, no sabrá que actitud tomar frente a ella.

Pensar en ella no genera tormentas innecesarias.

De esta forma se puede vivir a plenitud.

La muerte es la ley de la naturaleza, la muerte es el impuesto de vivir y el fin de todos los males.

Quien le teme, tiene fascinación por ella y por lo tanto, la desea.  

Cada día que vivimos, es uno menos, nos acercamos a nuestro fin, por esto, lo ideal es vivir sin arropar odios, frustraciones, resentimientos, que nos llevan a inevitablemente a un fin con inquietudes, con miedos.

La vida es el único sendero verdadero hacia la muerte, y la muerte, es el único sendero verdadero para la vida.

La muerte no debe entristecer a la humanidad, pues es la voluntad del destino que rige el cosmos, es parte del equilibrio universal.

El sabio se presenta ante la muerte como quien está frente al Divino Creador, que regula todo desde su infinita sabiduría.

La muerte es justa, demócrata, única y final.

Nadie la evade, ricos y pobres, hombres y mujeres, adultos y niños, sabios e insensatos, hemos de morir en tiempos, formas y dimensiones diferentes.

La única diferencia es como nos enfrentaremos a ella.

Como esclavos arrastrando su destino, o como seres libres que al mirarle de frente, se despoja de todo sin lastres para tomarle la mano e iniciar un viaje eterno, como gaviotas frente al viento que con los elementos que le acompañan, logran un paisaje digno del mejor pincel de todos los tiempos.

Aceptar la muerte, es aceptar que somos finitos, limitados, empujados hacia ella por la propia evolución natural, suspendidos en un universo con leyes físicas, envueltos por una espiritualidad que nos indica que por encima de todo esto, hay una voluntad Divina.

Es absurdo temer nuestro destino, el miedo a la muerte es lo que nos envilece, nos vuelve tormentas, nos llena de temor, terremotos, truenos, huracanes.

Seneca repite: Quien teme a la muerte, en el fondo teme a toda la vida.

La muerte es la consecuencia de haber vivido, la falsa idea de la inmortalidad, de la belleza ficticia, del placer desmedido, son sólo ataduras corporales al dolor existencial.

El alma que se cultiva de forma espiritual, con las bellas artes, con la religión, con la aceptación de las limitaciones, del dialogar consigo misma, hará que la muerte sea aceptada como resultado lógica del propio vivir.  

Hay que aprender a morir, antes que la muerte llegué.

Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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