lunes, mayo 17

Muros y silencios.

Tijuana BC May/2010.    Muros y silencios.

Nos deslizamos en la vida levantando muros que nos resguarden sin saber si tenemos miedo al exterior o a nosotras mismas.

Hemos usado toda clase de componentes y representaciones: resentimiento, presunción, castigo, incomprensión, crueldad, ignorancia; muros de cemento, silencio, arena, alambrado, virtuales.

Sin importar si lo levantamos nosotras o hacemos que otras lo hagan, el propósito es siempre el mismo: encerrarnos.

Muros: obras levantadas a lo largo de varios siglos; procesos históricos, más que acontecimientos precisos que servían para marcar diferencias.

 La idea de aislar dos espacios físicos, con base en el concepto de territorio, es una constante a través de los siglos.

Los encontramos en Babilonia y en los textos sagrados como las murallas de Jericó, derribadas por los hebreos al ritmo de sus trompetas; la Muralla China, construida para proteger el imperio de los ataques de los nómadas de Mongolia y Manchuria.

Encontramos muros y más muros en la historia. Pasamos la vida encerrándonos y protegiéndonos sin saber de qué.

Sin embargo, la historia está en constante evolución; los actores y los enemigos cambian y las medidas para detenerlos también.

Así, a partir de los cambios que provocan la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de un nuevo orden mundial, se abren las puertas para que los muros evolucionen y se retuerzan, el ejemplo más claro es el Muro de Berlín.

En la última mitad del siglo XX la construcción de muros cambió de propósito y dimensiones. Ahora hablamos de murallas internacionales que cumplen objetivos nacidos de los conflictos de integración e interrelación mundiales.

Hoy se habla de muros o alambradas entre España y África para detener a los inmigrantes ilegales que buscan una vida mejor; de fronteras militarmente resguardadas que defienden el territorio; espacios geográficos naturales como el mar Mediterráneo o el desierto de Altar, que el ser humano ha convertido en barreras armónicos con las exigencias del orden económico mundial o regional.

Los Estados han propagado el uso de muros, naturales o artificiales, legales o ilegales.

Todo resulta válido cuando se trata de mantener la ilusión de seguridad, que va acompañada de ignorancia, parálisis, división y destrucción de las relaciones y  cooperación entre naciones e individuos.

Los ejemplos son muchos; como denominador común todos usan o abusan de la justificación de la seguridad nacional.

Entre ellos está el muro erigido por Estados Unidos en la frontera con México; el que Marruecos construyó en el Sahara Occidental; el Muro de Cisjordania que separa a judíos y palestinos; el Paralelo 38 en la península de Corea…

El señalamiento de cada uno implica intereses como invasión encubierta, delimitación de territorio, apertura de puertas para la globalización e incluso un filtro para trabajadores ilegales.

Un muro destinado a un propósito específico y bajo el control adecuado puede resultar funcional, como lo dijeron las potencias cuando se construyó el Muro de Berlín.

Con esta creencia han actuado muchos Estados en los últimos años.

Las consecuencias son segregación racial, división de familias y ciudades, odio entre naciones y un incremento sustentado y sustentable en la violencia.

A lo que debemos sumar el crecimiento de la ignorancia: los pueblos ya no se conocen, se suponen, se temen.

Otro ejemplo del uso funcional es el de la frontera entre México y Estados Unidos que ha sido aprovechada como filtro laboral.

Debido a la ubicación del muro, los inmigrantes se ven forzados a cruzar por el desierto de Altar, para lo que se necesita gran fortaleza física, convirtiéndose en una experiencia que no se desea repetir una vez llegado al destino final.

El resultado es un trabajador dócil dispuesto a que se violenten sus derechos y preparado para cualquier trabajo, justo lo que requiere el mercado anglosajón.

Se pensaba que la caída del Muro de Berlín había sido el cierre de un ciclo histórico donde construir murallas entre territorios era la manera más fácil de simular la seguridad.

Sin embargo, los nuevos muros se concluyen como provocadores de más muertes e infamia. En 28 años de existencia del Muro de Berlín murieron 270 personas; con los nuevos diques alambrados, minados, electrificados y militarizados que existen en 27 países ha muerto un mayor número de personas.

Los muros no son la solución: separan y encarcelan, oprimen y aíslan.

Un país que levanta un muro está diciendo que no quiere saber nada de nadie y manifiesta su malestar al diálogo y a la cooperación.

No se puede ser dueño de la Tierra y de las personas, ni del cielo, de la fresura del aire o del brillo del agua.

Hoy, los muros son un reflejo del miedo de los pueblos y una forma de hacer geografía que excita la violencia.

Debe ser con puentes como se construya la sociedad mundial, donde la cooperación y los beneficios sean entre todos; una sociedad más humana y fraterna.

¿Por qué los ojos se niegan a ver lo que rompe los ojos?

 ¿De qué realmente nos escondemos? 

Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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