domingo, septiembre 13

Pedacitos de miradas o de ilusiones

Tijuana BC Sep/009.   Pedacitos de miradas o de ilusiones

 

 

Llegue a esta página Web de prisa, buscando un lugar que me dejara sacar adelante la idea de crear y escribir por el disfrute de garabatear.

Llegué sabiendo que podía desaparecer el impulso inicial.

Una vez registrada, publiqué un pequeño post, a modo de introducción, a modo de compromiso para seguir escribiendo, ya no podía dar marcha atrás.

Ahora me siento orgullosa de mi espacio virtual.

Revisándolo me he dado cuenta de mi evolución.

Creo que he pasado por una etapa amarga en la que he maldecido una mala suerte injusta, que al final ni fue mala ni fue suerte ni fue injusta para, ahora, sentarme tranquila en este temor que nunca debí abandonar.

He escrito también intentando reflejar lo complejo y personal que puede ser el amor o el odio, la alegría o la tristeza, la reflexión.

He dejado claro que me gusta vivir, la narrativa y que  escribir bien es un arte que no domino.

Mis palabras escritas, son diarios personales abiertos, declaraciones, a veces, del alter ego que guardo en el ropero; testigo de mis errores, de mis ataques de felicidad; alimento de mi vanidad; ejército de mi mala o buena voluntad.

 

Gracias a quienes visitan este espacio habitualmente, a quienes lo han visitado buscando alguna cosa, a los que se han confundido de autora, a los que entran para ver qué tal estoy, a los que lo visitan para confirmarse que no les gusto.

A todos, muchas gracias, sin sus visitas, personalmente, esto no tendría sentido.

 

No sé cuántas veces he vuelto a empezar ni si esta es mi tercer o cuarta vez que vuelvo a nacer, por decisión propia, empujada por la triste muerte de mis acontecimientos.

Es curioso, me siento dispuesta de nuevo a caminar sospechando que tras una esquina me sorprenderá el destino, ese que te golpea y te limpia, o quizás te nuble, la ilusión virginal de ponerse el mundo por pañoleta.

Mis acontecimientos murieron una noche, a eso de las doce, cuando la ruleta de mi fortuna salió negro par y otra vez ganó la banca y otra vez perdí mis secretos.

Sólo que, qué más da eso ahora, cualquiera tiene  una noche en la que, a eso de las doce, se nos mueren las hechos.

Lo importante aquí es que quise nacer otra vez y no morirme para siempre.

Lo importante aquí es que ya no le tengo miedo a morirme otra vez.

Todas tenemos una noche en la que, a eso de las doce, nos da por brindar a la salud de nuestra mala suerte.

 

Es cierto que tan sólo son palabras y que como tales pueden invocar a la suerte para que las recuerdes.

Son pedacitos de miradas o de ilusiones tal vez que, con sus acentos, son comas, sus giros que las peinan, pretenden desfilar ante tus ojos.

Buscan destacar unas sobre otras, brillar por encima de los artículos y adverbios, presentarte a sus adjetivos del alma, todo con tal de que les prestes atención.

Porque su vida es simple y corta y, tal vez, tu mirada no se detenga ni un segundo en el cuerpo de esas palabras.

Sólo que aun así pretenden ser tus amigas, tus confidentes, tus maestras.

No pretendo obligarte a que mis palabras sean siempre de tu agrado porque, reconozco que, a veces, de entre todas las que existen escojo las menos expresivas.

Da igual que me esfuerce en ensayar con ellas, en instruirlas para que reciten solas el mensaje que intento, en guiarlas hasta la puerta de tu atención.

A veces el mensaje que quiero escribir es una tarea demasiado complicada para las palabras aspirantes que elijo.

Y aún a pesar de mis fallos, quiero decirte que mis palabras son meditadas con el mayor de los cuidados, porque cada una de ellas, ya lo dije antes, lleva un pedacito de mi mirada o de ilusión, que quiero regalarte.

La próxima vez que llamen a tu puerta o suene tu teléfono, abre o contesta, porque puede ser una de mis frases dispuesta a recitarte lo que tanto tiempo ensayó conmigo.

Gracias. Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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