domingo, septiembre 27

Para no olvidarte, para que no me olvides.

Tijuana BC Sep/009.   Para no olvidarte, para que no me olvides.

 

 

Un beso es magia empaquetada para llevar, práctica, sencilla, portátil, económica, inestable, locuaz y puede durar tanto o tan poco como se deseé.

Significa; Hola, adiós, te amo, lo siento, me embrujas, felicidades, necesitamos tiempo, cuídate, volveré pronto, buenas noches, no te marches… Y puede generar estados de ánimo tan diversos como las raíces del mismo.

Es una descarga eléctrica, un baño de burbujas, una luz brillante, oscura privacidad, es sexo, es amor, es miseria, es esperanza, es vida, es muerte, es dolor, es furor, es la más maravillosa aventura del ser humano.

Es cierto que el primer beso esta sobrevalorado, aunque el primer acercamiento voluntario a la intimidad, no es siempre el mejor.

Se requiere experiencia y tiempo de vida para valorar el verdadero significado de los besos.

Muchas veces los mejores suelen ser aquellos cargados de amor e impaciencia, aquellos que no pueden vivir un momento más en la soledad de una boca.

Ellos recorren mi piel con un leve temblor, la hacen hervir, la hacen congelarse, la hacen desear al mismo tiempo que te detengas y que sigas.

Son esos intrusos que atraviesan la puerta de mi habitación, trepando por la cama a mis manos, mis piernas, mi vientre, mi rostro… me marcan como tuya dejando huellas de labios a su paso.

Mensajeros que se encargan de que no te olvide ni por un instante, de que no piense en otros besos.

A pesar de la creencia popular, olvidar es bastante sencillo, digamos que yo quisiera dejarte  entre renglones, cielo.

Tendría primero que olvidar tu cara, olvidar esos labios tan seductores a los que alguna vez me vi rendida, esos ojos de luz negra, de miel oscura.

Después deberé deshacerme de las mariposas y los nervios cuando ponías tus manos calientes sobre mis pechos, borrar completamente de mi memoria tus labios.

 Enseguida, olvidar tus manos delicadas entre las mías, tu cuerpo  junto al mío.

Olvidar que te adoro como un fiel a su dios, como las amarillas girasoles a la luz, como las estrellas a la luna… después de todo, es sencillo olvidar, es solo el enorme precio lo que nos lo impide: yo tendría que pagarle al olvido por cada una de mis sonrisas y la mitad de mis días para, apenas así, ponerte fuera de mis pensamientos… ¿Cual será el precio para dejar de amarte entonces, cariño mío?… Me da terror siquiera pensarlo.

El día de hoy, recorro las complicadas calles del mundo con mi canasta de ternuras colgada del brazo, en ella guardo las flores que he de repartir entre las personas para librarlas de la repetición de sus vidas.

Mis flores no las vendo, fueron presentes de la tierra en agradecimiento por mis cuidados. Prefiero regalarlas a quien las pueda necesitar, agradeciendo a quien las recibe de todo corazón por mejorar el mundo, mi mundo, con su existencia.

Por más fuerte que pueda ser la tormenta, por más gris que el cielo se vuelva, por más difícil que resulte a veces la vida, existen quienes se quedan a vivirla, es a esas maravillosas existencias a quienes son destinadas mis simpatías.

Me acompañan las margaritas blancas: custodias de los deseos infantiles; las rosas rojas: besos vegetales de quienes se aman; las orquídeas púrpura: sueños dulces de aquellas que se atreven a luchar por ellos; los narcisos amarillos: parodias de belleza y crueldad del universo; los grandes alcatraces: para los amores eternos y enigmáticos; los tulipanes rosas: reflejos vivos de que la inocencia aún no muere.

Las conozco bien: las regué y cultivé desde que eran palabras; las protegí de las heladas y las sequías hasta que se convirtieron en lo que son.

 

En el fondo de mi realidad, escondidas para la vista tradicional y lejos de cualquier mal que pudiera hacerles daño, guardo con especial cariño mis flores más fantásticas.

Aquellas de las que no descubrí que estaban vivas, hasta que comenzaron a florecer.

Disimuladas malas hierbas, que por más que me propuse en arrancar, siguieron ahí hasta que aprendí a amarlas y a descubrir que eran flores tan bellas como ninguna otra.

Aquellas que se alojaron en mi cuerpo y echaron raíces en mis venas, se alimentaron de mis lágrimas y mi sangre, por mis ojos conocieron la luz y por mi pasado la oscuridad.

Las hay con hojas de estrella y pétalos de sol; otras, tienen a la luna tatuada en las negras corolas; hay algunas que abren y cierran sus pétalos variados de manera que, si no estuviera segura de que son sólo flores, creería que se trata de mariposas que ha quedado atrapadas en el tallo de algún recuerdo.

Hay flores de oscuridad, hay flores de momentos tatuados con fuego, las hay noches heladas y las hay de horas secas que crecieron entre lagrimas y aquellas que surgieron de rabias y locuras, algunas enormes, otras diminutas.

Son todas diferentes y son tantas que perdí la cuenta.

Estas no tienen el mismo trato por que sospecho que no son vegetales, sino que tienen algo de humano en ellas, igual, no las vendo, aunque tampoco las regalo: las intercambio por otras igual de hermosas, sólo que totalmente diferentes.

He recibido a cambio de ellas tesoros increíbles: un beso mágico que abrió mil puertas, no solo una, un demonio sádico que dio vida a un ángel de alas blancas y puras, un sueño hecho realidad y el alma perfecta envuelta para regalo, entre otras cosas igual de fantásticas.

Les dejo una de mis flores, aquí, abierta, primorosa y llena de luz.

Les dejo un sueño, el que ha guiado toda mi existencia desde que puedo recordar.

El sueño que me nutre y me da fuerza para seguir adelante cada día de mi vida, que es la raíz de todos mis sueños y sin el cual moriría de pena.

Esta flor no debe morir, debe ser regada a diario con mil palabras sinceras, podada con críticas y memoria, trasplantada con retos y experiencias diarias, y, sobre todo, debe tener espacio para crecer tan grande como quiera, de otra manera, morirá fatalmente.

 

A cambio de esta fortuna, no pido nada.

El tiempo se encargará de decidir, por mi o por ti, cual será el pago justo por mi tesoro más valioso, tal vez me des una flor especial de tu jardín, o una mariposa, o la pluma del ala de un ángel, quizá algún día llegará a ti una semilla invasora, crecerá en tu piel, tus pulmones, tu corazón o tu cerebro, no la podrás quitar de ti hasta que florezca y sea la más bella flor de tu jardín; puede ser que algún día la regales, como yo, a alguien que te dé un tesoro por ella y hagas de mi mundo, un lugar mejor para crecer.  

                                                                      Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




Gana Xbox, celulares y mucho más. Actualiza tu Perfil ya!

1 comentario:

Anónimo dijo...

q sensible eres muchos podran decirte cursi pero no les hagas caso sigue compartiendo tu capcidad de percepción con la que JEHOVA DIOS te ha dotado tienes un regalo de su parte `poco comun` no es tan facil apreciar su creaciòn y las sensaciones de la vida, propia o ajena .
sigue recordandonos que aún en este sistema hay cosas maravillosas que valen la lucha que tengas que enfrentar con la ayuda de "JAH" para seguir existiendo y poderlas contemplar.