domingo, marzo 9

Piedad para la culpa grupal.........(Editorail)

Tijuana BC Marzo 008.   Piedad para la culpa grupal.  (Editorial)

 

 

La violación a los Derechos Sexuales Humanos, y el abuso, cuando se acompañan de silencio, y más aun, de silencio obligado, son dos veces, mil veces, abusos y violaciones.

El silencio impuesto, obligado, reproduce la violación a los derechos sexuales por número infinito, lo hace cotidiano a la vez que multiplica la humillación y el dolor.

En la infancia se tiende a creer por que los adultos alimentan la ilusión de que el hogar es el lugar, centro del universo familiar.  

Los peligros, los monstruos, las amenazas están afuera.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, la realidad no hace otra cosa que recordarnos lo contrario. Son los íntimos de la familia quienes cargan con la triste cifra de ser responsables del rechazo.

Cuando esta supuesta garantía de ilusoria seguridad se derrumba, algunas veces se somete a la persona a una nueva desilusión; "Piden silencio, proponen complicidad"

El motivo puede ser cualquiera, el argumento puede ser variado:¿El que dirán los demás?

El temor al escándalo, la reputación social.

Creo que en el fondo, siempre hay una razón no mencionada: La familia no termina de aceptar que su sangre, la raíz de su identidad heterosexual grupal, haya surgido alguien que se atreva a enfrentar estigmas sociales y prejuicios culturales al declararse parte de la diversidad sexual.

Y cuando la familia se enfrenta a un fallo en la orientación heterosexual que se considera sagrado, no piden tolerancia para quien transgredí, si no piden piedad para la culpa grupal que los acosa.

Y la familia con silencio, piden que no se perturbe la ilusión de una familia unida.

Y pueden pedirlo, solo que no tenemos que aceptarlo.

Existe un arma personal, contundente, inapelable, indomable.

El poderse ir, podemos no estar donde no queremos estar.

Podemos decir con esta acción que en ese núcleo familiar no hay lugar para quien se le rechaza.

Que elijan entre su seguridad familiar y su derecho a no ser agredida.

Que tomen las opciones que quieran, o puedan.

Solo que en nuestro caso, no hay razón para aceptar pasivamente.  

Es posible que en la infancia, o en los inicios de nuestras vidas, no se hayan tenido las fuerzas psicológicas para resistirse.

Solo que ya con madurez, se tiene esa fuerza y se puede convertir en voluntad y acción.

No existe una razón para quedarse sentada esperando que el recuerdo y la realidad se conviertan nuevamente en el escenario de un nuevo abuso y violación a los derechos sexuales humanos.

Y lo será en el recuerdo de los hechos y en la renovación del pedido de complicidad.

Se puede aprovechar la oportunidad de reconstruir la historia personal a partir de un acto de resistencia oportuno y eficaz. Andrea Gpe.

 

 

 



                           Andrea Guadalupe.

                              
                         Tijuana Baja California Norte. Mexico

                   DESDE MI RINCON EXISTENCIAL,

hesa540828@hotmail.com           agluna200@àyahoo.com.mmx
 
 


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