domingo, julio 4

Que esto no tarde demasiado


 

Tijuana BC Jul. 2010.  .

 

 

 

Aquel viejo vagabundo, loco urbano le llaman algunos, está cansado y hambriento,  lame el interior de una lata tirada en el bote de basura.

 Recorre con su lengua los bordes de aluminio deseando tragar los escasos restos de comida.

Se corta con uno de esos bordes con el filo irregular que se entierra en su lengua y la desgarra,  creando una herida que atraviesa el órgano de lado a lado, siente el dolor intenso, sólo que no hace nada, no puede hacer nada,  continúa lamiendo la lata mientras sangra, devorando la mezcla que se produce con los restos de comida y su propia sangre.

 No logra diferenciar los sabores.

 

 

Aquel viejo vagabundo, loco urbano, está cansado, hambriento y sarnoso está tirado bajo la lluvia,  se cobija en el ángulo que se forma entre la pared y el piso, por donde se escurren las ratas y donde, casualmente, no cae tanta agua.

Dejó de caminar mientras buscaba  amparo, sabe que es tan estúpido como inútil intentar no mojarse cuando llueve.

Mantiene la cabeza gacha, viendo cómo todos pasan de prisa en su esfuerzo por mantenerse secos, cierra los ojos y siente cómo la basura arrastrada por el agua que corre calle abajo se va quedando atascada  debajo de él, no hace nada por evitarlo, suspira y se queda como ido.

 

 

Aquel viejo vagabundo, loco urbano, está cansado, hambriento, sarnoso y cansado, lleva horas tirado sobre el piso, suspira profundamente y exhala.

Al hacerlo, gran parte del polvo que se había acumulado a su alrededor se eleva y, segundos después, vuelve a depositarse en torno a él, no se mueve; permanece tranquilo, sin nada que lo motive, sin nada que lo impulse, sin nada que pensar.

 

Aquel viejo vagabundo, loco urbano, deja caer su cuerpo debajo de dos grandes postes de luz, está cansado, podría seguir su recorrido sin sentido, sólo que ha visto que esos postes están llenos de cuervos.

Permanece en ese sitio moviéndose lo menos posible,  espera que uno de los pajarracos se anime a bajar hasta él y empiece a picotearlo en busca de alimento, que desgarre su piel y la embuche, dando el ejemplo al resto de los pájaros negros, que tarde o temprano se reunirán alrededor suyo a hacer lo mismo.

Aquel viejo vagabundo, loco urbano, está cansado, hambriento, sarnoso y cansado, pretende que esto no tarde demasiado.

 Andrea Guadalupe.

 



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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