domingo, noviembre 22

Dios no quiera…

Tijuana BC Nov/009.   Dios no quiera…

 

Hola, entro por unos minutos a visitarlos,  para tomar  algo de leña con que alimentar el fuego del cariño, el verdadero hogar, el del corazón, donde sólo yo puedo entrar dentro de mí, donde yo soy yo, donde reside mi auténtica realidad

Lugar intemporal, donde el alma se alimenta, donde la plenitud es real… plenitud que se siente en el corazón y su ausencia la llora el corazón.

Las comodidades hacen más fácil la permanencia en este lugar aunque no son la felicidad.

He estado fuera, en la calle, las circunstancias me han obligado a caminar entre las ventiscas y el frío de este noviembre en Tijuana BC,  sólo que llego la hora de regresar.

Me he desprendido de la ropa húmeda que me entume y cansa, me rodea un suave y tierno calor reconfortante, agradable y reparador.   

Es el cariño que me rodea, está un poco apagado, solo quedan unas brasas, no importa, lo avivare.

Añadiré de esta leña nueva y soplaré poco a poco sobre estas brasas armonizando mi soplo con mi respiración y poco a poco las brasas se van avivando y aparece de nuevo una llama cada vez más poderosa y el calor se va sintiendo y comienza la danza del cariño calido, cambiante, nuevo, la luz se hace más intensa, se oye el crujir de la madera en combustión… toda la habitación se llena de vida, de presencia, de animación

Es una grata sensación, cariño que no pregunta ¿dónde has estado?, ni, ¿de dónde vienes?, ni ¿que has hecho?

Es su naturaleza; tú te acercas y sientes su calor, su luz, no pone condiciones, en su proximidad  sientes "entusiasmo".

Es otro mundo, no se puede comparar.

El calor es una sensación que no tiene nada que ver…Por supuesto que el mundo de fuera sería mucho más acogedor con un poco de cariño.

Yo se que afuera, son malos tiempos, es un mundo muy frío humanamente hablando; los corazones están helados, el mundo es muy incompatible.

Es duro subsistir porque hay mucha gente perdida que un día, abandonó el  hogar de su corazón, se perdieron y poco a poco su humanidad se fue enfriando.

Tuvimos que abrigarnos con nuestros egoísmos, arroparnos con nuestros logros, defender nuestro terreno creando nuestras propiedades…

En mi corazón puedo desnudar mi alma, sólo que afuera desnuda no duraría ni un minuto, me congelaría.

Existen fracciones muy afortunadas donde la vida es fácil; otros son muy miserables, llenos de pobreza y necesidades…sólo que donde quiera que mire veo unicamente seres humanos como yo.

Y entiendo la frase "¿como puede estar el pez sediento dentro del río?", cuando veo a gente verdaderamente triste.

Y si hablamos de este mundo pequeño que soy yo, les confesaré que puedo vivir hacia afuera como un ser humano más, compartiendo lo cambiante de este mundo; consciente cada segundo de qué es lo que verdaderamente esta pasando en mi corazón y vigilando para que la llama del ser no se apague ni un segundo, porque es ahí donde está la verdadera razón del ser. .

Y Dios no quiera que tenga la oportunidad de comprobarlo, pues pienso que la sensación que aporta el calor de un cariño es la misma en una humilde hoguera, debajo de un puente, que la de una chimenea lujosa en un palacio.
En mi próxima salida dejaré el fuego con la suficiente leña, para que cuando vuelva siga encendido.

Me abrigaré todo lo que sea necesario, saldré a la intemperie y con una sonrisa caminaré por las calles de mis obligaciones en un helado día de noviembre, esperando que quizá un día sea primavera.
Y me sentiré feliz por saber donde está mi corazón, por poder descansar cada día en él.

Y sentiré una inmensa gratitud por quien me enseñó a encender su fuego.

Y si se me hace tarde por entretenerme demasiado en los inconvenientes de estás calles heladas, no me importará si cuando llego hasta ustedes, el fuego del recuerdo está en las últimas, porque volveré a encenderlo y la casa volverá a hacerse acogedora.

Dios no quiera que me pierda vagando a la deriva como  pobre indigente que olvidó donde está su hogar y me quede entumecida hasta que llegue la primavera.

 



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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