Tijuana BC Octubre/009. Lo siento, de verdad lo siento.
Son ellos., los que están ahí, dentro de sí mismos, tras los muros.
Los que no pudieron resistir la malquerencia, la desconfianza, la traición...
Porque ellos no aprendieron a desconfiar, no podían transar, porque las tripas se les revolvían dentro.
Querían otro mundo...No, otra gente, no, otra forma de ser gente, de decirse, de amarse, de contarse...
Y no pudieron resistir la soledad inmensa que dejan los contactos fugaces, las palabras vacías de sentido, los oídos que no escuchan, las palabras que no se quieren escuchar.
Y nosotras, las que estamos "de este lado", y lo podemos resistir... o decimos que lo podemos resistir... ¿estamos menos locas?
Estamos locas, si.
Cuando nos enteramos que mueran personas casi a nuestro lado sin prestar la mínima atención.
Cuando permitimos los suicidios cotidianos, los nuestros y aquellos silenciosos de los que se quedaron sin sueños.
Los que se suceden minuto a minuto, alargando los dolores, haciendo pergaminos de las pieles, y del corazón, rocas.
Día tras día, hasta que, agotados, se rinden y ya no sienten más.
Cuando no le tememos a esa muerte cotidiana y rutinaria.
A la idiotez de la vida pasando entre semáforos interminables y noches de humo y alcohol... Cuando no podemos o nos olvidamos cómo es dar, recibir, pedir.
Cuando nos queremos salvar solas.
Cuando nos habituamos a agredir "civilizadamente" y nos agredimos con modelos sin contenido.
Cuando preferimos morir antes que enfrentar cada amanecer.
Y así, nos arrojamos al vacío.... Cuando no sabemos encontrarnos en los ojos de otra.
Del amor de una mirada tierna, una caricia dulce, de una espera certera.
Hablo del amor al sol y de las manos abiertas, y limpias.
¿Casi maternal? y a veces tan carnal
Hablo del sereno respirar de dos sueños acompasados, del despertar acompañado.
De ventilar al sol la tolerancia al no tan semejante, de no dejar escapar día a día las delicias y deberes que nos ofrece el banquete de la vida.
Cuando no comprendemos que no se trata de vivir, sino de habitar poéticamente la existencia.
Lo siento, de verdad lo siento.
Es todo lo que tengo...Andrea Guadalupe.
Andrea Guadalupe.
Desde mi rincón existencial, donde el sol nace al poniente.
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