lunes, septiembre 27

Un correo personalizado.


Sep. 2010.    Un correo personalizado.

 

Leer un correo personalizado es como ahogarnos en un lago de luz.

Las palabras escritas son escaleras de ascenso y descenso.

Leer un correo personalizado es similar a abrir una ventana, a trasponer una puerta, a iniciar con una simple mirada, hacia cualquier lugar, el camino del universo.

Nadie se libra de andar, nadie escapa de ver la luna, de avanzar por los mil accesos que tiene la vida hacia otras vidas.

La gramática del tiempo es lo que fue y ya no es, lo que es en este momento y no será después.

La cuestión está, digo, entre permanecer en la orilla del lago o sumergirnos en él y, fuera del tiempo psicológico, emerger a la eternidad, donde todas las cosas están presentes.

¿Has visto y aspirado últimamente una flor?

¿Desde cuándo no te has detenido a prestar atención  a la incandescencia aromática de una flor?

Mi intención está en llamar la atención en una flor y regresar al presente.

Una flor abierta ante el alma es la medicina para la fuga al pasado o la huida repetitiva al futuro.

Ver una flor es similar a leer un correo personalizado, es despertar un sueño; es abrir ojos que ahora te ven y recién tú empiezas a ver.

Es percibir en el ojo de la mente que la flama de la mirada se abre, como una flor, en un arco iris de posibilidades.

Se recrea la vida.

Tomamos parte de ella.

Avanzamos a la comprensión, traduciendo la voz de la conciencia a los abecedarios de la realidad.

Los recursos son la pureza de los sentidos, son la naturaleza del alma.

Con ellos se da la vuelta al día en ochenta mundos.

El instinto vela por nuestra sobrevivencia en aquello que sólo logramos intuir.

Por eso cada correo personalizado es una feliz lectura más de nuestra propia existencia.

Desde BC, mi rincón existencial, Andrea Guadalupe.


                                               



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