lunes, junio 7

¿Dónde nace el olvido?

Tijuana BC Jun.2010.   ¿Dónde nace el olvido?

 

Suena la música y mi cuerpo obedeciendo a una señal que mis ojos ignoran, empieza a moverse, suave, despacio, sensual, rítmicamente, es mi deseo de libertad que araña las notas a medida que el ritmo se acelera y se convierte en una danza rota, que me enloquece, mientras siento que nada ni nadie puede detenerme, me convierto en parte de esa música confundiéndome con las manos que acarician los instrumentos que la producen, liberando poro a poro mi piel, humedeciéndola....

Necesito romper con esas normas, que me asfixian casi tanto como el cemento, como la contaminación oscura de sus carencias, que me impide respirar.

Necesito alejarme, dejar fuera las críticas, los juicios, de todos esos que me etiquetan, que me dejaron sus cadenas como herencia, con el único propósito de ejercer el control de su poder sobre mis pensamientos.

Quizás esa sociedad a la que pertenezco se olvidó o quizás me olvidé yo, de que  a los sentimientos no se les puede atrapar, podrían condicionar mi manera de expresarlos, podrían domesticarme a través del miedo a la soledad, podrían inducirme a vivir en un carnaval permanente, con máscaras que eclipsarán mi ser, aunque tarde o temprano mi alma indómita de mujer, escuchará de nuevo esa música y empezará a moverse suave, despacio, sensual, rítmicamente hasta sentirse libre.

Nada es para siempre     Nada es para siempre     Nada es para siempre    

Mi cielo está cubierto de letras, descarga frases desesperanzadoras que palabra a palabra caen sobre mí, mi escudo protector empieza a debilitarse, me siento cansada de realizar una defensa que parece carecer de sentido, como si el universo entero hubiera decidido rendirse ante la evidencia de que nada es para siempre, como si después de la monótona repetición se hubiera convertido en una oscura realidad de mentes aprensivas liderando corazones vencidos.

¿¿El amor es infinito?? ¿¿La amistad tiene sexo?? ¿¿Nada es para siempre?? ¿¿Dónde nace el olvido?? ¿¿Solo se muere una vez??

Para evitar que me estallen dentro, susurro esas preguntas al viento, tímidamente en el acantilado de la vida, a pesar del peligro que supone quedarme en el extremo de sus rocas, aguardando tu respuesta desde la orilla de tu propia inseguridad.

Hacía días que no podía escribir y escribir para mí se ha convertido es una especie de encuentro conmigo misma y de alguna manera con aquellas personas que me regalan un poco de su tiempo para escucharme, para acompañarme en mi proceso de vida aunque sea tímidamente, sin apenas emitir ningún sonido al entrar.

No sé por qué me he puesto a pensar que en realidad en esto de vaciar el alma, a veces pasa como en aquello del día a día, en el que hablamos a la vez, quizás creyendo que lo que tenemos que comunicar es más importante que lo que otras tienen que decir, sintiendo a veces que somos  un poco despojadas al darnos cuenta de que personas que para nosotros son importantes, en el mejor de los casos nos escuchan aunque no siempre nos comprendan y en el peor y más habitual, solo nos oyen, aquí en éste submundo echamos de menos que alguien nos lea o nos comente algo, sólo que si tenemos poco tiempo: ¿A que lo dedicamos en realidad? ¿A dar o a esperar?

 Recibir, desarrollar nuestra escucha para los otros, no deja de ser una inversión, un canal que nos conecta directamente con nuestra conversación interior. 

Es cierto que el tiempo con que contamos es limitado y hemos de ser selectivas, aunque cada vez que nos permitimos regalar un poco de tiempo a otro para escuchar lo que tiene que decirnos, en realidad estamos conectando con nuestra propia escucha interior, aprendemos de nuestro propio silencio y creamos espacio para nuestros propios pensamientos y palabras, es como despertar con una sonrisa a nuestra propia realidad a través de las realidades de otras.

En algún lado leí que: Gritar a las cosas vivas, hace que muera el espíritu que habita en ellas.

Cada vez que necesito gritar para hacer valer mi opinión, es una derrota personal.

Cada vez que le grito  a cualquiera de las personas que me rodean, es una derrota personal.

Cada vez que me impongo a gritos por una simple cuestión de poder, es una derrota personal.

Derrotas como éstas, propias o ajenas, son parte de nuestro paisaje diario, sólo que... ¿Porque gritamos...?

No me gusta que me griten, ni tampoco gritar.

Gritar me hace sentir mal, rompe mi paz interior, deja afónica a mi alma y ensordece mis oídos cuando alguien me grita, así que creo en eso que leí en alguna parte o quizás me lo acabo de inventar, no importa, aunque cuando alguien grita a un ser vivo algo se muere en el espíritu de uno y otro, eso es seguro.

Hace un tiempo descubrí un truco para disminuir el impacto que los gritos tienen en mí, cuando alguien grita a mí alrededor o me baña de gritos sin permiso, yo me divorcio de la situación, le bajo el volumen y me quedo solo con el mensaje real que ocultan sus gritos.

 Ese mensaje suele estar lleno de miedo, de inseguridad, de falta de respeto hacía sí mismo o hacía otros, así el impacto es menor.

Hoy me propongo y si te animas te propongo que cada vez que te surjan las  ganas de gritar sonrías y si no tienes ganas de gritar sonrías también, porque es señal de que tu alma conoce el lenguaje del mundo.

Hoy voy a murmurarte al oído tu nombre por todas las veces que haya podido gritar alguno ¿Susurras el mío...?

Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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