lunes, abril 12

Nuestra casa, nuestro hogar.


Tijuana BC Abril/2010.          Nuestra casa, nuestro hogar.

 

Sacudidas, estremecimientos y crepitaciones.

La tierra no sólo se cimbro, la ciudad se lleno de una nube de polvo por los muros caidos, por los edificios derribados.

En Baja California, la tierra nunca ha sido cosa definitiva, nunca ha sido de quietud absoluta.

Nuestra región es un barco a la deriva, una península con alma de isla.

En la imaginación europea del siglo XVI, fuimos la isla de las amazonas, guerreras capitaneadas por la reina Calafia.

Y eso es exactamente lo que Baja California, como franja de tierra quiere hacer ahora: desprenderse del macizo continental y salir a navegar por el Océano Pacifico rumbo al norte de Alaska.

Y para que suceda el desprendimiento, es necesario que primero rompa amarras.

Significa que los sismos y terremotos deben hacer su tarea para que Baja California salga a mar abierto.

Baja California está en el camino de varias fallas o fisuras terrestres, que temblor tras temblor, se ahondan y avanzan.

Debemos aceptar lo inevitable, debemos acostumbrarnos a que los temblores, en vez de disminuir, irán aumentando con el tiempo en intensidad y frecuencia,

El sismo que sufrimos es parte de una cadena con rumbo al futuro.

Es la fuerza de la naturaleza que seguirá agitando nuestro Estado.

Esta situación hace que descubramos lo que cualquier geólogo sabe; la tierra es un planeta dominado por fuerzas destructoras, fuerzas que la naturaleza desata sin importar nuestros deseos o logros de la civilización.

Los temblores han demostrado que las sacudidas sísmicas llegaron para quedarse.

Que vivimos sobre una parte del mundo que se rompe y se rasga, que cruje y fricciona.

Su rugido anunciado por el vuelo repentino de aves o el ladrido nervioso de los perros, es una advertencia, la de no confiarnos, la de no aceptar la falsa tranquilidad entre sacudidas.

El último temblor, el de Pascuas, el que nos hizo ver que aquí los sismos son terribles, aunque no se comparan en victimas fatales y heridos a los sismos de Haití y Chile, nos recuerdan nuestra fragilidad.

La noche del 04 de Abril, a oscuras, con las sirenas de bomberos, patrullas y ambulancias señalando el tamaño de la tragedia, supimos que esta tierra es tierra de desafíos, de retos, de vida en riesgo.

Que nuestra región tiembla y sigue temblando.

Como el verso del Himno Nacional: Retiembla en sus centros la tierra.

Y retiembla porque vivimos en una zona de peligro amenazador, al borde de la catástrofe.

Y eso da miedo, da pánico.

Somos como los habitantes de Pompeya, o Herculano.

Como los residentes del monte Santa Elena; Vecinos cercanos.

Sólo que fue aquí, en Baja California en donde decidimos quedarnos a vivir y morir.

Aquí apostamos nuestro destino, somos como la reina Calafia y sus guerreras que no vamos a rendirnos.

Esta tierra, por más temblorosa que sea, es nuestra casa, nuestro hogar.

Una casa inestable, un hogar desquebrajado, aunque estamos dispuestas a reparar cuantas veces sea necesario, a mantener como vivienda, aunque tiemble y retiemble.

Porque hay que reconocerlo: Somos gente a la que le encanta la mala vida.

¡Qué le vamos a hacer!   Andrea Guadalupe.

 

 


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




¿Te falta espacio para tus correos? Enciende tu hotness con Hotmail

No hay comentarios.: