Tijuana BC. Abril/2010. En mis reflexiones.
Acabo de volver a la vida después de mi ensayo de muerte, aún resuenan en mi mente las reflexiones que encontré en mi sueño.
Transcribo en un texto los razonamientos: la iglesia siempre ha condenado a la riqueza, aunque siempre ha convivido con ella.
Ser adinerado, no es pecado si la riqueza se obtuvo honestamente.
La pobreza extrema, sin embargo, es casi siempre fruto del pecado.
Sobre todo la del pecado propio, la pereza, o de ese pecado de la sociedad que es la injusticia.
La riqueza ayuda a la fe, pues da medios y tiempo para atender las cosas de la religión.
Quien tiene hambre, debe dedicarse por completo a facilitarse el pan, y eso, con la irritación, la rabia y violencia que de la pobreza nacen, aparta a los hombres de buscar a Dios.
Debemos estimular crear riquezas, en lugar de alabar a la pobreza.
Porque de verdad, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que alguien en pobreza extrema se salve.
Hasta aquí llegue en mis reflexiones.
¿Llegaran mis reflexiones hasta aquí?
Andrea Guadalupe.
Andrea Guadalupe.
Desde mi rincón existencial, donde el sol nace al poniente.
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