Dic. 2013. ¡Un abrazo cálido por la emoción de vivir
que nos une!
Un período de 365
días, cómplice de desventuras y testigo de crónicas, llega a su fin, la vida
corre de prisa como un rumor, como las ondas expansivas en un estanque de agua,
y surge en mí, el deseo de llorar abrazada a alguien, me imagino que es la
alegría de saber que un ciclo acaba.
En estas letras,
hoy quiero relatar que en éste ciclo próximo a cerrarse, para mí, han sucedido
lentamente, de manera dolorosa, una colección de vacíos, y también una
colección de gratitudes.
Hoy, a ti, quiero desearte que tu ciclo, se cierre de
acuerdo a tus sueños, porque es vital que acabe cada tanto.
El mío llego a su
fin por fases: yo intente ser parte de algún@s, hasta que un día, descubrí que
ya no podíamos serlo, quise ser puente, sólo que me venció el abismo, recorrer
los caminos y olvidar el mar, sólo que el asfalto no me quiso y me devolvió.
Quise irme de mi
comunidad, sólo que ella me abrazó con tanto amor que me trajo de regreso.
Quise dejar de escribir, sólo que la vida dijo no.
Eso constituía mi
mundo hasta hace muy poco tiempo.
Qué pequeño era
mi mundo, qué diminutos son todos los mundos, creo que por eso son hermosos.
Minúsculas
burbujas palpitantes a las que hay que presionar para que se rompan y salga la
humedad que llevan dentro.
Hoy quiero
extenderles una invitación a la fiesta de su propio final, a su íntima fiesta
de renuncias.
Ojalá que acepten
y vayan en sus mejores vestimentas o desnud@s, sólo que vayan.
Si tiembla
demasiado fuerte: resistan, si el vacío corta la respiración y la angustia
parece un monstruo gigante dispuesto a devorarlo todo: resistan.
Esperen a que su
universo se rompa y provoquen que la grieta sea tan grande como para que puedan
volver a concebirse a sí mism@s.
No hagan planes
ni propósitos, que el proyecto sea vivir lo que la vida traiga con la pasión y
las ganas suficientes, lo demás es vanidad.
Mi mundo se acabó
y me dejó vacía, limpia y brillante, lista para concebir un mundo nuevo que no
sé ni cómo será, aunque será.
Por eso digo:
Brindo con ustedes por todos sus finales, por todas sus pérdidas, por todos sus
ya no, por el fin de ciclo, por cada tramo del día que sudamos sin renunciar a
la vida, por las batallas que no terminan, por lo que vendrá como un nuevo sol,
como un sí delirante a enredarles la vida y a llenarles el cuerpo.
Brindo con
ustedes que me leen, porque le han dado sentido a mi pasión.
Les miro de
frente como un animal cariñoso y agradecido, les abrazo, les acompaño, me
acompañan.
Antes de
despedirme y desde el fondo de mi alma, esto es lo que pido para ustedes: Les
deseo que se mueran, de amor o dolor, de sí mism@s, de algún modo: que se
mueran.
Para que puedan
volver de entre los muertos y la vida sea distinta.
Porque los
finales son un mal necesario, pues mantienen un equilibrio, no podríamos
disfrutar tanto un amor, una pena, un dolor, una ilusión, si supiéramos que son
sensaciones estáticas, así que esperemos que este fin del ciclo personal nos
lleve al preámbulo del mejor de los principios.
Y que nuestras risas,
se escuchen con alegrías contagiosas con tal escándalo como si se estuviéramos loc@s tod@s: ¡Un abrazo cálido por la emoción de vivir que
nos une!
Desde Tijuana BC,
mi rincón existencial.
Andrea Guadalupe.
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