sábado, noviembre 9

¡No moriré hoy!

Nov. 2013.   ¡No moriré hoy!
Apenas ayer estaba pensando en el impulso incontenible que nos lleva siempre a estar pensando en la muerte de manera negativa, reflexión que involucra las diferentes proyecciones hacia el futuro que hacemos constantemente durante nuestro día: desde el momento que estamos eligiendo nuestra ropa por la mañana, al beber el café que ha de rescatarnos del sueño que todavía flota sobre la frente, al salir de casa y arrojarnos sobre los compromisos y tareas a cumplir.
La muerte me recuerda a cada momento que está al final de cada esquina, los noticieros, el comentario de mi amiga sobre la muerte inesperada de otra amiga.
El resumen de la vida se filtra de manera contundente sobre nosotr@s, y acercamos el rostro a la única certidumbre que tenemos entre las manos y que es la propia muerte, aún sin saber ni el día ni la hora de su llegada.
Lo que también me puse a pensar es en el temor a la llegada de ese último respirar, a la última vez que contemplaremos a quienes amamos, que vamos a saborear de nuestro platillo favorito, todo lo que nos dulcifica y ata a la vida no tiene porqué detenernos de sumergirnos en el presente con toda la potencialidad que late dentro de nosotr@s.
No podemos poner oídos necios a abrazar la vida, este día, este momento, cerrando los ojos a la belleza que existe a nuestro alrededor aún en la enfermedad, la tristeza o el dolor.
Nuestra naturaleza está más allá de estos cuerpos condenados a desaparecer.
La alegría de la vida con todas sus posibilidades de cambio está siempre presentes ante nosotr@s y mejor aún, dentro de nosotr@s.
Los sabores de las frutas, los diferentes azules del mar, el cielo que modifica sus tonalidades a los largo de las horas para enseñarnos que no somos estátic@s, que debemos movernos como agua de río y ajustarnos a los diferentes cauces, lluvia y tormentas sobre nuestras espaldas. Somos cambio y abrazamos nuestra vida con totalidad, sin suspirar por un pasado que nos detenga y nos atormente el presente, nacimos para vivir bien y morir bien, content@s con este día: tranquil@s, amig@s de lo imposible.
Ya sé que resulta difícil embarcarse en el presente, ir contracorriente y decidir estar bien no importa lo que traigan las horas o el mañana.
Trato de ver el mejor rostro del día, me siento agradecida con este momento.
Creo firmemente en que no tenemos que vivir situaciones límite, para retener con alegría y esperanza cada minuto.
No hay que estar muriendo durante el día, arrojémonos a lo que amamos: salir a correr al desierto, bailar hasta que duelan los pies, cantar en la regadera, comer saboreando cada bocado, abrazar a un amigo, ofrecer un regalo sólo porque sí, escribir :te amo, sin miedo, besar, vestirse con colores brillantes, sentarse en una banca a ver pasar a la gente, apreciar con ojos de turista nuestra ciudad, dibujar, andar sin zapatos, escribir, ceder el paso, esperar nuestro turno sin amargarnos…
La vida es corta, siempre será corta.
Aunque se prolongara, siempre habrá en el tintero algo que hubiéramos hecho.
Ayer como a las siete y media de la tarde estaba soplando un viento fresco, sólo que ya traía en mente la ilusión de meterme al mar, comencé a caminar por la playa y sentía en mi espalda el aire frío, mis pies y todo mi cuerpo despertó con el agua helada en la que poco a poco empecé a avanzar a mayor profundidad, luego el frío fue desapareciendo y un minuto más tarde estaba flotando entre las olas, yo, la única persona a esas horas en el mar con una alegría que me reventaba el pecho, regresando a una paz original, la de la infancia.
Olvidé lo que era el tiempo y disfruté de la vida, la aprecié y la bendije.
Pensé que estaba en nuestras manos la decisión de vivir o morir en el instante que lo deseáramos.
¿Cuántas personas mueren a diario en su odio, en su temor a realizarse, en su frustración, egoísmo, envidia?
Por lo mismo, decidí que habría de conjurar como tantos otr@s que aman la existencia con todos sus defectos, que no habremos de morir, que necesitamos vivir y experimentarlo todo, clarificar el presente que se nos ha concedido y sólo por este instante no vamos a morir, viviremos porque estamos habitando a plenitud nuestro tiempo, no negamos nuestras limitaciones, nuestro amor nos hace perdurar aquí y ahora, que es el único tiempo del que tenemos plena certeza.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde cierro mis ojos y digo: ¡No moriré hoy!

Andrea Guadalupe. 

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