Nov. 2013. No me
interesa lo humano…
Hoy declaro en voz alta, lo que siempre he dicho: Yo no soy
activista de los derechos humanos, porque no me interesan, ya que, la gente que
significa algo para mí no reúne los requisitos necesarios para ser aceptad@
como humana.
Por ejemplo puedo contar el caso de una amiga que nació como
varón y hace pocos años tomó la decisión
de vivir como su interior manda, y sin importarle opiniones ajenas, empezó a
transformarse en mujer.
Mujer trans, término que se aplica a ella, a mí, y a una
variedad de personas que admiten predilecciones que se diferencian de las
identidades de género binarias (hombre o mujer) que normalmente, somos asignad@s al nacer, y del rol que tradicionalmente
tiene la sociedad.
¿Es humana? ¿Somos human@s?
No según el Estado, que no puede asignarnos los documentos
de identidad indispensables para vivir como seres humanos en la ciudad.
No puede dar un recibo de honorarios porque no tiene un acta
de nacimiento que reconozca su feminidad.
¿A quién le interesa el voto de alguien que no puede ser
asignad@ a ninguno de los dos géneros que limitan y reducen la definición
oficial de lo humano?
Para votar, para ganar dinero, para entrar o salir del país,
para ir a cambiar un cheque a un banco hay que ser humano.
Si ser humano significa la obligación de escoger entre ser
hombre o ser mujer y excluye cualquier otra opción, no me interesa lo humano.
Yo misma, soy una persona, parte de la comunidad de la
diversidad sexual, igual que las lesbianas y los homosexuales, porque mi identidad
de género, proclama mi irreverencia en las verdades que sólo funcionan en certezas
que excluyen lo inquietante.
Yo prefiero las verdades que pueden hacer pirueteas, las de la
cuerda floja, las que rugen, en un aullido de rabia, en una decisión de
asaltar, que pueden dar miedo.
La comunidad Trans, demuestra que es una utopía conseguir
las cumbres de lo humano, porque no está al alcance de cualquiera.
Y eso incluye a quienes, en vez de en español se expresan en
lenguas indígenas.
A quienes no tienen papeles y transitan por este país
fingiendo una humanidad que no pueden acreditar durante su tránsito hacia el
norte, los que se resignan a quedarse y ya no tratan de pasar la única frontera
que quizá les permitiría sentirse plenamente humanos.
Quienes no pueden demostrarle su humanidad a un policía, quienes
sobran por morenos, por ignorantes, por vivir su infancia en la calle, por mal
educados.
Quienes están a punto de sobrar por razones muy fáciles de
inventar en un régimen de cero tolerancia.
Por eso quiero anunciar que lo humano ya no sirve.
Lo humano ya no alcanza para pensarnos ni para abarcar
nuestras formas de vivir ni las formas de morir que se inauguran cada día.
La palabra humano otorga el espacio diminuto que abarcan las
leyes, las razones del poder y la decencia, la estética de la blancura, el
orden preservado por la violencia, el dios hecho a imagen y semejanza del
hombre que aprieta las nalgas para mantener la línea vertical.
Los personajes de la comunidad LGBTI, amenazamos su pequeño
territorio desde afuera.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde estoy
convencida de que lo humano está condenado a desaparecer mientras siga siendo
la definición que nos excluye.
Andrea Guadalupe.
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