Verano 2013. Para
dar las gracias
Leer a mis compañer@s, es una actividad curiosa, porque no
se leen noticias, no son libros, no son diarios, no son estudios exhaustivos
sobre un tema, no son un álbum de fotos y son todas esas cosas a la vez.
Se llega sus espacios por caminos inescrutables: porque llama
la atención un título, porque, alguien te ha recomendado al autor, porque lees
un comentario que te hicieron y por atención, quieres saber quién hay detrás de
esa opinión, porque….
Leer puede provocar muchos efectos: puede hacerte aprender,
puede hacerte reír a carcajadas, puede hacerte apuntar recomendaciones, puede
hacerte aprender alguna cosa, puede hacerte pensar y puede provocarte muchísima
curiosidad sobre la persona que hay detrás de la palabra escrita.
Se empieza a leer por curiosidad, interés o por afinidad.
Un@ empieza con precaución, y por supuesto un@ quiere que
esa primera impresión que ha tenido, sea la que sea…sea porque ha aprendido, reído,
pensado o lo que sea…sea cierto.
A nadie le agrada darse cuenta de que se ha equivocado, nos reanima
confiar en nuestro instinto y nuestras primeras impresiones.
Si la primera impresión se confirma con el tiempo, se
establece una especie de vínculo con quien escribe.
Es como cuando te hechiza una serie y esperas el siguiente
capítulo con ansiedad, eso pasa con l@s autores, espero el siguiente trabajo
escrito con impaciencia y si no llega lo echo de menos. En casos extremos,
puedo desarrollar un poquito de ansiedad y se desliza por mi pensamiento la
pregunta: ¿y si ya no escriben más? ¿Y
si le ha pasado algo?
La mayoría de los lectores jamás comentan, llegan leen y se
van.
O llegan, leen un post y otro y otro y otro, y siguen
leyendo durante años y jamás dicen nada.
¿Por qué no se comenta?
Por pereza.
Porque te has divertido, suspirado, llorado, soñado, reflexionado,
enojado, confrontado, entretenido, anhelado, implorado, idealizado, divagado,
especulado, enfadado, comprobado, aprendido mucho leyendo y te parece una
simpleza total decir: gracias.
Porque esa persona que escribe, tiene un grupo de
comentaristas que parecen conocerse tod@s y te da como intranquilidad meterte
en medio.
Te sientes como si fueras andando por la calle, vieras una
fiesta en una casa y decidieras entrar a sumarte al jolgorio.
La incomodidad hace te quedes mirando desde afuera.
Por vergüenza.
Porque esperas que te contesten, aunque no sabes si te
contestaran y prefieres seguir pensando que la posibilidad de que te contesten es
nula y lo más fácil, es que te ignoren.
Por indecisión…quería decir algo, aunque no, mejor no digo
nada... total… ya mañana.
Porque no quieres desilusionarte, ya que quien escribe, puede
ser genial preparando sus argumentos, hilando un post de lo que sea y sin embargo
contestando los comentarios, se revela como un personaje antisocial, complacid@
en su pseudo reino intelectual, indiferente, sin modales ni educación.
Volviendo a lo de antes...prefieres confiar en tu instinto y
no ponerlo a prueba demasiado.
Porque eres amig@ de quien escribe... así que no comentas, envías
un correo.
Porque crees que quien escribe, no lee los comentarios, y nadie
le gusta pensar que sus palabras van a ser ignoradas.
La gran noticia, es que l@s lectores silenciosos en
cualquier momento pueden dejar de serlo si de repente encuentran algo que les
hace “clic”.
Aun hoy, guardo en mi mente y alma, las palabras que dejaron
en mi buzón, y su resultado, refleja en mi rostro una sonrisa que no puedo explicar
por la sensación, el sentimiento que me provocaron.
Constituye una ilusión muy especial, y si, son comentarios
que me dejan sin palabras.
Es para dar las gracias a tod@s l@s lectores silencios@s que
pasan por aquí.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde pienso que
aquí, existe mucho talento, lectores y ego, muchísimo.
Andrea Guadalupe.
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