Agosto 2013. Desnudarse delante de otr@ y que te ignore.
Los recuerdos son por definición del pasado,
de lo que ya no está, son las fotografías descoloridas y agrietadas, son las
cosas que ya no quieres recordar.
Son esas vivencias
que llegan al escuchar una melodía que creí olvidada sin saberlo, son una carta
con una letra que había olvidado que reconocería, ropa que huele a
alguien...son las cosas que no quiero recordar porque duelen.
Me siento y
pienso en los buenos momentos vividos, que se recuperan solos y crecen al
traerlos a la memoria aunque es imposible disfrutarlos como entonces.
Los malos sin
embargo, asaltan y casi con la misma ironía, tengo miedo o ganas de llorar como
en el momento en que ocurrieron.
Los malos
recuerdos tienen un efecto continuo en el tiempo y la única manera de
desactivarlos es sufrirlos hasta que se desgastan, hasta que dejan de doler,
echando sal en la herida hasta que cauterizan.
No todo el mundo
es capaz de esto y entonces es mejor huir y evitar esos detalles que los traen
de nuevo a la vida.
Mucho de lo que
soy, viene por lo que siento, lo que he sentido y lo que he sido.
Mis recuerdos son
parte de mí, de lo que soy y no soy, me anclan.
Para tener
recuerdos hay que tener memoria, y hay que ser consciente de un@ mismo.
Hay que saber
cómo se siente un@ en cada momento o en un momento determinado y ser capaz de
guardar esa sensación.
Para tener
recuerdos son importantes los lugares, las personas y las cosas, esos objetos o
sitios se llenan de significado día tras día o año tras año.
Un@ no se da
cuenta, sólo que, van adquiriendo contenido, no por lo que son sino por lo que
he vivido en ellos, y llega un día en que me encuentro en ese lugar o llevo o
hablo, y de repente, ese lugar está lleno de mí, de mí ahora y de mi yo del
pasado, y hablo, o escribo, o lo comento
y soy capaz de recordar cada sensación que he tenido ahí, como me he sentido.
Los recuerdos se
heredan... y puedo transmitirlos, dejar las historias y pasarlas sobre lo que he
sido, aunque…son frágiles y delicados, no se pueden compartir con cualquiera
porque hay gente capaz de destrozarlos, al mismo tiempo son resistentes y se
pueden volver a remendar.
Si muestro mis
recuerdos a alguien y no los aprecia, o simplemente los ignora... se quebrarán
porque significará que no quiere saber quién soy ni quien he sido, por eso, compartir
recuerdos, es algo muy íntimo.
No encontrar el
eco, provoca una sensación muy
desagradable, como de desnudarse delante
de otr@ y que te ignore.
Si alguien no
entiende mis recuerdos y lo importante que son para mí, no sabe quién soy y si
no sabe quién soy y cómo me siento, no me quiere.
Sin embargo, con
la persona adecuada, los recuerdos crecen y ascienden en una espiral sin fin.
Se empieza
contando una anécdota cualquiera y sin saber cómo, llega el momento a los recuerdos que no es que pensara olvidados, es
que ni siquiera sabía que los tenía, aunque, cuidados y mimados, vuelven a primer
plano con toda su fuerza y me encuentran yendo tan atrás que llego a mi primer
recuerdo.
Y me reconforta
de varias maneras, me alienta la resonancia al haber contado mis recuerdos, me consuela
el haberme reencontrado con ellos y me estimulan esas sensaciones de entonces.
Incluso los malos
recuerdos, los tristes...alegran al encontrar el eco adecuado.
Cuando llevo a
alguien a mis recuerdos, en realidad estoy haciendo una prueba.
Esto que te
enseño, esto que te cuento: soy yo...tal cual y te lo enseño sin miedo.
Todo esto no quiere decir que haya que vivir
anclada a los lugares o a los recuerdos para siempre, no hay porqué.
No entiendo a la
gente que no tiene recuerdos, le pregunto por su infancia o adolescencia, por
su familia, sus amigos...y dice: no sé, normal.
Comprendo que no
todo el mundo tenga una memoria, es increíble, aunque, me resulta aterrador que
haya gente que no recuerde como era, como se sentía y no tenga conciencia de su
yo en el pasado.
Como era y cómo
me sentía, me hace ser como soy, para lo bueno y para lo malo así que creo que
siempre es mejor recordarlo y además algunos recuerdas siempre hacen sonreír.
Desde Tijuana BC,
mi rincón existencial, lugar donde me reencuentro
al desnudarme compartiendo recuerdos.
Andrea Guadalupe.
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