jueves, diciembre 17

Historias en el viento.

Tijuana BC Dic/009.  Historias en el viento.

 

Con la locura, se suele asociar al viento, aunque también con la libertad.

Se sabe de los vientos de Santa Ana, soplo desquiciante que de cuando en cuando, cae en Baja California.

Te revuelven el cabello, te ponen los nervios de punta y la carne de gallina.

En noches así, las parrandas acaban siempre en peleas.

Y las mujeres apacibles, acarician el filo de sus cuchillos y observan detenidamente el cuello del marido.

 

En la rugosa rama del árbol, extiende sus alas un gavilán con los ojos entrecerrados, tolerando el fastidioso gorrión que trina a su lado, mientras, da insolentes y retadores saltos.

El gavilán no le hace caso, nada interrumpe su baño de sol.  

El calor es indeseable y el viento parece encapsulado en un frasco de paredes lisas.

El arrogante gorrión continúa con su molestia alborotado por el viento seco, que quema despiadadamente el monte.  

El ave rapaz ya no resiste y en un acercamiento, le lanza un picotazo al mísero gorrión que pierde con un chillido, un ojo y masa encefálica por el agujero ensangrentado.

En su recta caída sobre el pastizal, tiempo le falto para volver a abrir el pico.

Luego de un agradable silencio, las alas del gavilán se extienden cuando emprende el vuelo, mientras Marcos, anota un gol en la cancha de fut bol llanero.

David, su rival, ya no soporta tanta vejación, trae entre ceja y ceja el atrevimiento de su medio hermano, el galantear a su esposa en el bautizo de su heredero.  

David no puede soportarlo más, y el grito de triunfo de Marcos a todo pulmón lo enloquece; avanza decidido por la espalda, le da un codazo que le hace caer.  

Encaramado en su pecho, a puño limpio, lo obliga  a toser sangre.

Marcos traga sangre, sudor y saliva espesa.

David estrella sus puños en el rostro de su pariente una y otra vez, hasta que se le acaban las fuerzas en sus brazos.

Jadeante y sudoroso, solamente resopla.

Entre tanto, al vocalista de la Banda: Puñales del Norte, le timbra el teléfono celular.

Acaba de salir de una tocada, todo se desarrollo bien, buenas entradas, buena venta de cerveza, ovaciones y aplausos, todos felices y contentos.

Salvo una leve molestia en la garganta lastimada.

Se resiste a contestar, sólo que al reconocer el número, su hija de 12 años, no puede negarse.

¿Bueno? ¡Hola mi amor! ¿Cómo estás?

Sin embargo no alcanza a escuchar alguna respuesta.

¿Bueno? Repite de nuevo.

¡Te lo advertimos! No digas que no te lo dijimos.

Al otro lado de la línea, se deja escuchar ahora una gritería de mujeres, ruidos de sillas que se arrastran, una cristalera que se rompe.

Luego la descarga de una ráfaga de balas.

Después, silencio.

Ha quedado más que mudo, su mirada se pierde.

En el bosquecillo del jardín, aquel hombre de rasgos orientales, arrastra un rastrillo para recoger basura.

Su paso es certero, sólo que cansado.

El ancho sombrero de paja, esconde su cabeza, los ojos suyos, del tamaño de una arroz, son rendijas de bondad que hacen juego con la línea del horizonte.

Los marcados pómulos, asemejan la secuencia de las misteriosas montañas difuminadas en el fondo.

Casi tropieza con una sandalia de lona, la recoge con delicadeza sin explicarse la aparición de esa prenda bajo el árbol.

Una sospecha le pulsa las sienes, unos grumos de sudor se asoman sobre el labio.

Al elevar la vista y erguir la espalda, aprecia lo terrible: Con una cuerda en el cuello, se mece el cuerpo inerte de su pareja de un lado a otro de la rama.

Un inexplicable reclamo se deja escuchar mientras un gorrión cae al pastizal después de un chillido y un  gavilán escapa a toda velocidad.

Andrea Guadalupe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




Cuida tu aguinaldo y tus cuentas bancarias, OTTO te enseña cómo.

No hay comentarios.: